Nadie nos presta atención. Todos se apartan para dejar al rey, pero nadie adivina lo que está a punto de suceder, ni siquiera yo.
Llegamos a su despacho. Saca una llave del bolsillo y abre la puerta. La mantiene abierta invitándome a entrar. Tengo la garganta completamente seca, miro al final del pasillo, si esto fuera una película aparecería alguien para sacarme de este lío en el que yo solita me he metido. Suelto un suspiro y entro con el rey pisándome los talones y volviendo a cerrar con llave.
Me alejo todo lo posible de él, aunque no es suficiente. Su mirada me aterra, no la aparta de mí en ningún momento. Es tan intimidante que tengo que humillarme y bajar la vista al suelo.
— Katherine ¿Sabes lo que son los rumores?
Es una pregunta trampa y una respuesta equivocada puede ser mi final.
— Supongo que son comentarios que inventan los pobres para entretenerse — suelto con desprecio aunque el ligero temblor en la voz me delata.
— Bien dicho — ap
AndrewBajo directamente al despacho de mi padre. Va a tener que darme un buen motivo de porque Katherine ha llegado hundida a su habitación.Mathiew espera tras la puerta a que los dos guardias que la custodian le den permiso para pasar. Las facciones de su cara me dicen que él también la ha visto y viene a pedir las mismas explicaciones que yo.— No me dejan pasar — dice apretando los dientes.— Muy bien.Sin pensarlo demasiado sujeto al guardia que queda más cerca de mí y lo empujo apartándolo, antes de que pueda levantarse y volver a cerrarme el paso, le doy un puñetazo a su compañero que termina tumbado en el suelo.Abro la puerta y Mathiew y yo entramos. Mi padre está sentado en su sillón como si nada hubiera pasado.— ¿Qué quieres hijo? — su voz tan calmada es una farsa.— ¿Qué le ha hecho a Katherine?Mathi
Paul se separa de mi abrazo para traerme algo de cenar. Nos quedamos a solas Andrew y yo. No sé que decirle, ni siquiera puedo mirarle sin sentir vergüenza por mi comportamiento.La realidad me ha tenido que golpear de lleno en toda la cara para comprender a lo que se refería. Si él, aunque no estaba a favor, no me hubiera ayudado a esconder la carta, posiblemente mi cabeza ya estaría separada de mi cuerpo.Le debo la vida y aun así soy incapaz de acercarme y agradecérselo. Me quedo tal y como estaba, sentada en el suelo mirando mis manos. Escucho la cama crujir. Andrew viene hacia mí, se agacha para quedar a la misma altura.— ¿Por qué no me miras? — Pregunta — ¿he hecho algo que te ha molestado?¿Cómo puede pensar eso? Me ha salvado. Un simple gracias no sería suficiente, nada que pueda decir o hacer es suficiente.— Katherine, mírame — endurece el tono — mírame maldita sea — me sujeta por los hombros visiblemente enfadado — ¿Por qué no me miras?<
Todo apuntaba a que la noche iba a ser larga y tediosa. Dormir con la cabeza apoyada sobre el hombro de Andrew y su brazo acariciando el mío... Es más de lo que merezco. El único temor que enturbia el momento es que esté enfadado y explote cuando todo se calme.En varias ocasiones tengo que quitar esos pensamientos de mi cabeza. De momento voy a disfrutar de sus mimos y si todo se esfuma lo afrontaré como siempre hago.Miro el reloj de mi muñeca. La manecilla pequeña descansa sobre el ocho ¡Mierda! Si me llevan el desayuno a la habitación y no estoy allí... Salto de la cama, entre traspiés y traspiés intento no hacer ruido para no despertar a Andrew. Abro el marco del cuadro y antes de adentrarme en el pasadizo le lanzo una última mirada. Descansa sobre la almohada tranquilamente ¿Por qué no podemos tener esto cada día?Al llegar a mi cuarto, la realidad me golpea en la cara. Todo sigue tirado por el suelo o roto. La habitaci
Corro hacia ellas, empujo a los dos guardias que las traen como si fueran criminales. Su único delito ha sido hacerme caso ¿Cómo se atreven a ponerles la mano encima?— Dios mío ¿Cómo estáis? — pregunto sin querer tocarlas demasiado.Esas heridas de sus rostros no tienen buena pinta. Hematomas y sangre seca es el decorado de estos lienzos.— Estamos bien, no se preocupe — musita Noah.— Id a mi habitación, voy a por medicinas. No tardaré.Ni por asomo mi primera parada es la enfermería ¿En serio Maximilian cree que voy a colaborar después de esto? Está loco. Solo puedo reafirmarme en mis creencias y estar segura de que aunque ha sido duro, lo mejor que he hecho ha sido desafiarle.Andrew me sigue de vuelta al despacho de su padre. Me conoce y sabe lo que viene ahora y aun así no intenta impedirlo ni disuadirme. Mie
Todo se vuelve un completo caos. La mayoría de los hombres que nos habían rodeado se acercan a Andrew y lo inmovilizan contra el suelo.— ¡CORRE! — grita forcejeando con los cinco hombres que lo retienen.Salto de la tumbona. Antes de que mis pies toquen el suelo alguien rodea mi cintura y me levanta hasta colocarme sobre su hombro.— ¡SOLTADME! — Ordeno pataleando — ¡SOIS UNOS ANIMALES! ¡SOLTADME HE DICHO!No paro de golpearle la espalda con los puños en ningún momento mientras se aleja conmigo. Cuando se adentra en el bosque y dejo de escuchar las voces de los guardias, todas las luces del palacio que se encendieron en cuanto dieron la voz de alarma y solo escucho la respiración agitada de este hombre empiezo a temblar.— ¿Qué vais a hacerme? — pregunto dudando si quiero saber la respuesta.A los pocos minutos llegamos al muro que separa el territorio del palacio del resto del mundo.— Sujétese, alteza — ordenaAntes de que pueda pre
Me siento sobre la fría chapa metálica. No hago ningún movimiento para evitar cualquier comentario de Enzo, al que sin duda caigo mal.Unos nudillos golpean la parte delantera. La furgoneta aminora la velocidad hasta que para completamente. Enzo salta literalmente sobre mí y me tapa la boca.Coloca los codos a ambos lados de mi cabeza y su cuerpo inmoviliza el mío.— Shhh, no hagas ningún ruido.Me cuesta respirar pero no lucho para quitármelo de encima. Solo soy una chica bajita y asustada encerrada con un hombre que da miedo.— ¿Qué tienes ahí dentro? — escucho a través de la chapa.— Ya sabe señor, lechugas, tomates, pimientos, patatas. Lo de siempre — me alegra escuchar el leve temblor en la voz del conductor.— Mañana me pasaré para cobrar, díselo a tus amigos.— Por supuesto se
Noah y May están sentadas en un sofá negro de una tela parecida al paño. Es igual de viejo y destartalado que todo lo demás.La alegría de ver caras conocidas es indescriptible. Quiero llorar y reír a la vez. Corro hacia ellas para abrazarlas. No fundimos y rompemos a llorar las tres. Estaba casi segura de que tardaría mucho tiempo en volver a verlas y tenerlas tan cerca... Es lo único que me da fuerzas en estos momentos.— ¿Qué estáis haciendo aquí? ¿Cuándo habéis llegado?— Hace poco alteza. Nos metieron en una furgoneta. No podíamos ver nada.Son dos cachorrillos asustados. Yo también lo estoy, mucho... Pero una de las tres tiene que ser fuerte en este momento y darles a las demás un poco de positivismo.— He estado hablando con el que manda aquí, no van a hacernos daño.— ¿Y por qué nos ha traído?Rebusco en mi memoria una respuesta. Enzo me ha explicado algunas cosas, me ha dicho que nos necesitaban...pero no recuerdo que me haya contad
Salgo corriendo. Alguien me agarra por el brazo, pego un tirón y sigo corriendo mientras las lágrimas me empañan los ojos. Subo las escaleras hasta llegar a la última planta sin hacer caso al dolor que se ha apoderado de las piernas o la respiración descontrolada por el esfuerzo.Entro al que es mi nuevo y asqueroso hogar y sigo corriendo hasta que encuentro el baño y me encierro en él.Ahora mismo, la suciedad y el olor que desprenden las tuberías me da igual. El estómago se me encoje y las nauseas se apoderan de mi cuerpo. Levanto la tapa del retrete. Vomito la poca comida que tenía en el estómago.Tocan suavemente la puerta. No estoy preparada para ver a nadie. Tampoco quiero que me vean hundida.— Necesito un rato, por favor.Escucho los pasos de mis doncellas alejarse. Me siento en el suelo con la espalda apoyada sobre la pared. Es tan profunda la traició