John Meyer es el presidente de su nación, el más joven de la historia, con 43 años de edad, es reconocido por el amor que profesa por el país, por su gente, querido por casi todos los habitantes, y por su gran inteligencia, llevando a su nación a un superávit económico, gracias a sus increíbles ideas políticas, económicas y sociales, además de haber conseguido grandes inversionistas internacionales, convirtiendo al país en la nueva mina de oro de la región.
También es reconocido a nivel mundial por ser muy guapo, con unos ojos azules magníficos, una altura impresionante, John mide 1.90, dueño de una contextura grande y un cuerpo tallado por los mismos dioses, junto a largas rutinas en el gimnasio, unos preciosos labios carnosos, y su cabello corto, negro azabache, que siempre lleva despeinado, dándole un toque más de sensualidad. Los programas de espectáculos siempre comentan que su presidente, de orígenes muy humildes, se había ganado la vida siendo modelo de pasarela, para poder costear sus estudios, pero no hay evidencias de eso, ya que cuando John llego al poder, gente de su entorno político eliminó esas imágenes, para no traer vergüenza al nuevo presidente.John está acompañado en el poder, por su vicepresidente Maxwell McGregor, compañero de partido político y mejor amigo desde la universidad, cuando juntos estudiaban ciencias políticas, soñando con algún día poder hacer crecer a su maravilloso país. Max admira a John, su enorme corazón, sus obras benéficas, sus altas inversiones en salud y educación pública, ya que según el presidente la salud y la educación son un derecho, no un privilegio que pueden tener unos pocos.El presidente está en su despacho, preparando los últimos detalles de su discurso. En unos días viajará a la ciudad capital del país, a una convención por la paz, donde varios mandatarios, de distintos países se reunirán a pedir que cese la guerra entre dos naciones muy cercanas.Lamentablemente... Una persona desconocida no quiere que John asista a esa convención y hará hasta lo imposible para evitarlo.Annie Taylor no puede creer lo que está leyendo en el sobre que tiene en sus manos, las lágrimas no dejan de rodar por sus mejillas y su desesperación es tan grande, que debe tapar su boca para no gritar de dolor y despertar a su hermanito, Marcus jamás puede verla en ese estado y menos ahora.El cáncer de su mamá ha regresado y a menos de que se someta a tratamiento con quimioterapia, le queda muy poco tiempo de vida. Annie llora desconsoladamente, desde que su padre los abandono en la miseria hace 17 años, apenas logran sobrevivir, viviendo en tierras usurpadas, en el interior de un tráiler abandonado que se cae a pedazos, jamás podrían darse el lujo de pagar un tratamiento tan costoso, ni siquiera las nuevas políticas de salud del presidente llegarían a salvar la vida de su madre.Después de levantarse, darse un baño en una palangana con la ayuda de un jarrito, despierta a su hermano Marcus, de diez años, para que tome su desayuno y vaya a la escuela, ella tuvo que dejar el colegio desde muy pequeña, apenas sabe leer y escribir, pero no puede permitir que su hermano siga viviendo en la miseria, al menos necesita darle la oportunidad de una educación digna, para poder tener un futuro digno, y no vivir toda su vida en un tráiler abandonado.Una vez que terminan de desayunar, Annie acompaña a Marcus al colegio y luego se va a trabajar al basural de la ciudad, donde, junto a otros vecinos, recogen basura, que luego califican y venden para ganar un poco de dinero que sirva para llevar un plato de comida a la mesa. Ella siempre hubiese querido ser algo más que una indigente en la basura, lamentablemente, con su poca educación nadie le dio la oportunidad de serlo. Durante un tiempo se fue a vivir a la ciudad, quiso salir de la pobreza, de la basura, conseguir un trabajo para tener una casa digna y llevarse a su mamá y a Marcus, pero la ciudad solo la humilló, terminó durmiendo en la calle, y a los pocos meses volvió con su familia, derrotada, sin el poco dinero que había ahorrado para irse y sin un futuro.Recordando eso, las lágrimas comienzan a rodar nuevamente por sus mejillas, mientras revuelve la basura buscando algo que tenga valor y pueda vender, de lo contrario esta noche no habrá para cenar y otra vez tendrá que ver a Marcus llorar de hambre.—Otra vez llorando, mi niña—dice una voz a sus espaldas, es Noreen, una de sus vecinas, quien siempre se compadece de la vida dura que lleva la muchacha, cuidando a su madre enferma, criando a su hermanito y llevando el plato a la mesa.—Hola Noreen —saluda Annie, con una cálida sonrisa en sus labios, adora a esa mujer, muchas veces ha tenido algo de comer gracias a ella y su gran corazón—No disimules, Annie, veo la tristeza en tus ojos, ven muchacha cuéntame, ¿Qué sucedió? —Noreen más que nadie puede entender por lo que está pasando, ya que el año pasado perdió a su esposo a causa del cáncer. Annie no puede seguir controlando sus lágrimas que comienzan a rodar otra vez por sus mejillas.—Noreen... Mi madre... Ha vuelto el cáncer a su cuerpo y no sé que hacer, estoy desesperada —la mujer, con mucho cariño abraza a Annie, para intentar consolarla, pero sabe que no hay palabras que pueda decir, en este momento, que alivien su dolor.—Tranquila Annie, algo se nos ocurrirá, juntaremos dinero entre los vecinos, así como tú lo has hecho en ocasiones, ayudaremos con la quimioterapia para tu madre.—Noreen... Hemos juntado dinero para medicamentos contra la fiebre, dolor de estómago, las drogas para el cáncer son muy caras. Jamás podríamos llegar a juntar tanto dinero.—Annie... ¿Por qué no vuelves a la ciudad? Quizás está vez tienes mejor suerte... —insiste la mujer, para levantarle el ánimo a la jovencita.—Creo que tienes razón Noreen... Debería volver a la ciudad y aceptar el único trabajo que me ofrecieron, ser prostituta en un burdel—responde Annie, con lágrimas en los ojos, jamás quiso llegar a eso, pero si entregando su cuerpo, a cambio de dinero, puede salvar la vida de su madre, no tiene que seguir pensándolo, no puede retrasar lo inevitable.—No mi niña... No lo hagas, por favor... Annie, mereces mucho más que eso.—¿Y qué me aconsejas qué haga, Noreen? Estoy desesperada, la vida de mi madre se apaga cada segundo.—Annie... No debería aconsejarte esto... Pero ve a ver a Michel... Sabes que siempre tiene algún trabajo, te ha ofrecido muchas veces, y no has querido aceptar.—Noreen... Sabes que Michel hace trabajos sucios, vende drogas, tiene jóvenes que roban para él, no puedo hacer eso.—Annie... ¿Acaso esperas que muera tu madre? No es la salida a tus problemas, pero al menos puedes juntar un poco de dinero para llevarte a Marcus y a tu madre a la ciudad, no lo pienses mucho.—Tienes razón Noreen... —confiesa Annie, después de pensarlo—No tengo nada que perder, necesito conseguir el dinero para salvar la vida de mi madre, y lo conseguiré al precio que sea.Annie sabe que está a punto de cometer una locura, jamás imagino que Noreen le aconsejaría ir a ver a Michel, el ser más despreciable del barrio. Un hombre que es capaz de hacer cualquier cosa por dinero, robar, vender drogas, hasta matar a una persona, sin embargo, en este momento, ella está a punto de convertirse en un ser despreciable como él... La desesperación por conseguir el dinero para el tratamiento de su madre la llevara a hacer cosas que nunca se hubiese imaginado.Después de regresar a su casa, hacer la comida, y comer junto a Marcus y su madre, se dirige a la casa de Michel, Annie espera que él no se aproveche de la situación, ya que supuestamente, siempre estuvo enamorado de ella y este sería un buen momento para reclamar su cuerpo, a cambio de dinero, lamentablemente, no lo pensaría dos veces si logra juntar el dinero para salvar la vida de su madre.Finalmente, Annie está delante de la puerta de la casa de Michel, tras pensarlo varios minutos decide golpear y segundos
Annie no puede dejar de llorar, abrazada a Noreen, se siente el ser más despreciable de la tierra, jamás imagino que se convertiría en una delincuente, si su madre supiera lo lejos que llego, se avergonzaría de ella.—Ya, mi querida Annie, no llores más —la consuela Noreen, abrazándola, acariciando dulcemente su cabello, como si fuera su abuela.—No puedo creer estar haciendo esto, Noreen, secuestrarán a una persona, tendré que cuidar de él, estoy siendo cómplice de un secuestro—llora desconsoladamente—Annie... No le harán daño, tienes que pensar en eso, solo serán unos días y luego tendrás el dinero para el tratamiento de tu madre. Sé que es una locura, que está mal, en otras circunstancias te aconsejaría que no lo hicieras, pero no tienes otra alternativa, mi niña.—Lo sé, Noreen, lo sé, solo espero que mi madre no se entere de esto, porque su desilusión hacia mí, se la llevara antes que el cáncer.John esta en su habitación, preparando sus valijas, mañana muy temprano viajan para
Max no puede creer lo que acaba de suceder, las amenazas fueron ciertas, sigue sin poder entender como John fue secuestrado, a pesar de haber doblado en números la seguridad, la terquedad de su amigo fue más fuerte , decidió salir sin guardaespaldas a correr, diciendo que serían unos minutos, que no pasaría nada y ahora no hay rastros de él, si le pasa algo a John, no podría soportarlo, ni perdonárselo nunca. Ya ha puesto en funcionamiento a la policía y a los grupos militares, encontrará al presidente como sea, a costa de su propia vida.Los periodistas se han hecho un festín con las noticias, los teléfonos de la casa presidencial no dejan de sonar buscando información y los mandatarios de todo el mundo han enviado su ayuda, para encontrar a John con vida, solamente queda dar con esos malnacidos y encerrarlos en la cárcel por el resto de sus vidas.Michel se encuentra en el lugar donde permanecerán encerrados durante un mes con la persona secuestrada, Annie está allí acompañándolo, c
—¡Suélteme, por favor, me está haciendo daño! —John queda estupefacto al escuchar la voz de una mujer detrás de esa máscara y suelta violentamente su muñeca, sin dejar de gritar.—¡No te lo volveré a repetir, quítame estas cadenas! —John intenta forcejear con dichas cadenas, pero comienza a hacerse daño.—¡Deténgase, por favor, se está lastimando! —exclama Annie, muy preocupada.—¿Crees que te haré caso? No puedo creer que siendo una mujer te prestes para semejante acto, libérame, no sabes lo que estás haciendo. Si me dejas ir, me olvidaré de todo esto —John intenta persuadir a la mujer que tiene adelante, sin éxito.—Lo siento, señor presidente, pero no puedo hacerlo, solo debe tranquilizarse, no le haremos daño, se quedará aquí durante unos días y luego será liberado—explica Annie.—¿Durante unos días? ¿Cuántos exactamente? —pregunta furioso.—un mes, señor... —Responde muy asustada, lejos de él, sin dudas mañana tendrá un buen moretón en su muñeca.—¿Estás loca? ¿Un mes aquí? Olvíd
—Claro que si, señor presidente —exclama Annie, sentándose junto a él, sobre la cama—espero que el desayuno sea de su agrado.—Con el hambre que tengo me comería una vaca entera —responde John, algo más tranquilo que el día anterior, seguramente se dio cuenta de que no le servía de nada luchar —¿ya desayunaste? Puedes comer de aquí, si quieres.—Descuide señor, no tengo apetito —la culpa que siente en este momento es tan fuerte que le ha cerrado el estómago, hace días que no prueba bocado.—No puedo ver tu rostro, pero creo que no te encuentras bien.—No se preocupe señor presidente, me siento bien—contesta Annie, intentando ser convincente.—Dime... ¿Cómo está tu muñeca? —John sostiene la mano de la joven y puede ver un enorme hematoma sobre su muñeca —Oh por Dios, lo lamento mucho, soy demasiado fuerte y tu muy pequeña, no quería hacerte daño.—Mi muñeca estará bien señor, en unos días dejará de molestar.—Solo John, por favor —exclama, odia que todo el tiempo lo estén llamando con
Varias horas después, una vez terminada la cena, Annie toma la bandeja con comida y se dirige a la habitación del presidente.Al ingresar, se acerca a él y nota que está profundamente dormido, deja la bandeja en la mesa junto a la cama y se queda observándolo detenidamente.Si le hubiesen dicho que existía una persona tan increíblemente hermosa, no lo hubiese creído. Annie no puede creer sus pensamientos, en estos momentos, no puede decir que se ha enamorado de él, pero sí que la atrae de todas las maneras posibles, se siente tan extraña cuando esta frente a él y no es solamente miedo, la emoción que siente en ese momento. Se había criado con muchos vecinos varones, pero siempre los veía como amigos, yendo al basural a buscar un poco de comida, nunca había sentido lo que siente por el presidente. Annie se golpea la cabeza, regañándose así misma, fuera o no fuera amor lo que siente , él jamás se fijaría en ella, no solamente por sus orígenes, sino por su edad, ella apenas es una niña,
—¿Cómo podría hacer eso, señor presidente? —pregunta Annie sorprendida. Sabe que son personas muy poderosas, capaz de hacerle daño a Marcus y a su madre.—Escucha... Hagamos un trato, Noreen, no te haré daño, no volveré a insultarte, no intentaré huir, a cambio de que averigües quien está detrás de todo esto, o traigas información... prometo protegerte pase lo que pase... ¿Aceptas? —manifiesta John, mientras le brinda su mano derecha para cerrar el trato. Después de pensarlo unos segundos Annie acepta, no sabe si esta haciendo lo correcto, pero últimamente no lo está haciendo así que no le queda otra opción que aceptar el trato con el presidente.—Acepto, señor presidente —Annie le brinda su mano y cuando ambas se estrechan puede sentir una corriente eléctrica qué recorre todo su cuerpo ¿Por que siente estas cosas? ¿Acaso se ha vuelto loca?John no pasa inmune a ese contacto, siente algo que le es incapaz soltar la mano que tiene entre las suyas, esa mano callosa, lastimada, pero suav
—¡Oh, por Dios! —Exclama Annie, asustada llevándose instintivamente las manos a su rostro, dándose cuenta de que el presidente acaba de descubrir su identidad —Señor presidente... yo—esta tan nerviosa que las lágrimas comienzan a rodar por sus mejillas sin poder controlarlas.John no puede creer lo que esta viendo, es que es imposible... Su secuestradora es... Solamente una niña. Sin embargo, nunca había visto a una niña tan increíblemente hermosa, maravillosa, dueña de un cabello castaño claro ondulado y unos ojos celestes impresionantes, que podría perderse en ellos por horas, de donde salió esta belleza de mujer, que no puede dejar de mirarla.—Así que no te llamas Noreen —manifiesta John cuando logra por fin que las palabras salgan de su boca.—Lo siento, no quería mentirle—Annie baja su mirada, avergonzada —tenía miedo de que descubriera mi identidad, pero ya no puedo esconderme de usted.—Hicimos un trato, no tienes porque tener miedo de mí —le recuerda John, sin poder dejar de