La casa estaba sumida en una quietud inquietante. Cada rincón parecía impregnado de recuerdos y promesas rotas. Valentina se movía por los pasillos con pasos ligeros, como si temiera romper el frágil equilibrio del silencio. Su mirada se perdía en las paredes que antes resonaban con risas y conversaciones. Ahora, todo parecía envuelto en un velo de melancolía.Javier estaba en la habitación principal, rodeado de equipos médicos que zumbaban suavemente, una pequeña isla de tecnología en medio de un hogar que solía vibrar con vida. Desde que lo habían traído del hospital, Valentina había insistido en cuidarlo en casa. Decía que tal vez, al estar en un ambiente familiar, podría encontrar la fuerza para despertar.Ella se sentó al borde de la cama, tomando la mano de Javier entre las suyas. Su piel estaba cálida, pero sin la respuesta que tanto anhelaba.—Si tan solo estuvieras despierto, nada de esto estaría pasando —susurró, su voz apenas un murmullo en la penumbra.Las lágrimas rodaban
La casa permanecía en un silencio casi sagrado. La presencia de Dylan había traído un alivio palpable, pero también una nueva oleada de responsabilidad. Valentina sentía el peso de cada decisión que debía tomar, cada paso que influiría no solo en su vida, sino en la de todos aquellos que confiaban en ella.Después de la conversación en la habitación de Javier, Valentina y Dylan se sentaron en el salón. Las ventanas abiertas dejaban entrar una brisa suave, pero el ambiente seguía cargado de tensión.—¿Has hablado con el abogado de papá? —preguntó Dylan, su tono directo.—Sí. —Valentina dejó el documento sobre la mesa de centro—. Ha estado intentando tomar el control de las decisiones empresariales, argumentando que tiene poder notarial. Pero con esto... —Señaló el documento—. Podemos detenerlo.Dylan asintió, sus ojos recorriendo las líneas del testamento en vida.—¿Crees que intentará pelearlo?—No lo dudo. Ha mostrado su verdadera cara desde que Javier entró en coma. Y no me sorprend
La salida abrupta del abogado dejó una tensión palpable en el aire. Valentina y las chicas se quedaron en silencio unos momentos, como si cada una estuviera procesando lo que acababa de ocurrir. Dylan fue el primero en romper el silencio.—No me fio de él. Si ha sido tan insistente, seguro tiene algún plan B.Lucía, siempre pragmática, tomó la carpeta que el abogado había dejado sobre la mesa.—Podríamos investigar los movimientos que ha hecho últimamente. Si estaba tomando decisiones en nombre de Javier, tal vez haya algo turbio.—Buena idea —asintió Isabel—. Y deberíamos mantenernos alerta, incluso revisar las comunicaciones internas de la empresa. No sabemos con quién más podría estar aliado.Valentina asintió lentamente, sus pensamientos volviendo a Javier. Se levantó sin decir nada y se dirigió a la ventana. La vista de la ciudad, normalmente un consuelo, ahora parecía distante.Karina se acercó a ella.—¿Estás bien?Valentina forzó una sonrisa.—Es solo que... —Su voz se quebró
Los días siguientes a la confrontación con el abogado estuvieron llenos de actividad frenética. Aunque habían logrado detener su intento de sabotaje, Valentina sabía que aún no podían bajar la guardia. Las consecuencias de ese enfrentamiento aún se sentían en el aire, como una tormenta que recién comienza a disiparse.La casa de Javier se había convertido en el centro de operaciones de Inversiones Santos. Documentos, laptops y teléfonos estaban siempre en uso. Los miembros de la junta se turnaban para estar presentes, asegurándose de que nada se escapara de su control. La casa, que alguna vez fue un refugio familiar, ahora latía con la energía de la batalla empresarial.Valentina, aunque agotada, se mantenía firme. Cada mañana visitaba a Javier en su habitación. Se sentaba a su lado, le hablaba en voz baja, contándole todo lo que estaba sucediendo.—Hoy tuvimos una reunión con los proveedores —le decía, su voz suave pero decidida—. Algunos estaban preocupados, pero cuando les expliqué
Los días transcurrían lentamente, y Valentina seguía dividiendo su tiempo entre el hospital, las reuniones de negocios y su hogar. Aunque su prioridad era estar al lado de Javier, no podía descuidar el bienestar de su bebé. A pesar del caos, trataba de mantener la calma, pero cada día era más difícil ignorar las señales que su propio cuerpo le enviaba.Una mañana, mientras se sentaba junto a la cama de Javier, sintió una punzada en el abdomen. Al principio pensó que era solo el estrés, pero al segundo calambre, su rostro se contrajo de dolor. Isabel, quien estaba en la habitación organizando unos documentos, notó de inmediato la tensión en Valentina.—¿Estás bien? —preguntó Isabel, dejando los papeles a un lado.—Sí, solo... solo es un pequeño dolor —respondió Valentina, intentando restarle importancia.—Valentina, no puedes seguir descuidándote. Sabes que el doctor recomendó reposo y chequeos frecuentes. ¿Cuándo fue la última vez que fuiste al ginecólogo?Valentina evitó la mirada de
***POV Valentina***Han pasado 4 meses desde que te declararon en coma y no sabes cuánta falta me has hecho. Cada día sin ti se siente como un vacío que no puedo llenar, aunque el mundo siga su curso. La fundación sigue funcionando, gracias a todo el esfuerzo de Natalie, el equipo y yo. Pero cada decisión que tomo, cada paso que doy, me recuerda que ya no estás aquí para compartirlo conmigo.Te miro todos los días, sentado allí, conectado a esas máquinas que te mantienen vivo, pero sé que no es suficiente. No es suficiente sin tu risa, tu mirada, tu forma de hacerme sentir que todo estará bien. Aquí estoy, sentada a tu lado, con la mano en la tuya, deseando que puedas escucharme, que puedas sentirme cerca, aunque sea de esta manera.El embarazo avanza, y con él, también crecen mis preocupaciones. Cada chequeo médico es una montaña rusa de emociones. Quiero que todo salga bien, no solo por mí, sino también por el bebé que llevamos dentro, por el futuro que tú y yo soñamos. Pero, ¿cómo
*** POV Javier ***Desperté. No fue un sonido abrupto ni una sensación de ahogo. Fue más bien como si el mundo se desvaneciera lentamente, dejándome en un vacío que no entendía, pero que no me asustaba. La luz que penetraba por las ventanas estaba tenue, suavemente filtrada, y en el silencio que me rodeaba, pude escuchar una respiración, un suspiro que no era el mío.Mis ojos se abrieron lentamente, y la visión me llegó a cuentagotas, como si estuviera intentando recordar cómo usar cada músculo de mi cuerpo. El dolor se hizo presente casi al instante, pero era un dolor lejano, como si mi cuerpo no fuera mío, como si estuviera atrapado en un cuerpo que no respondía como solía hacerlo. Moví la cabeza, con esfuerzo, y entonces la vi.Valentina estaba allí, sentada junto a mi cama. Sus ojos se encontraban fijos en mí, pero en sus rasgos, en su expresión, había una mezcla de esperanza y temor, como si no pudiera creer lo que estaba viendo. Estaba tan hermosa, como siempre. Su presencia me
Valentina no podía dejar de sonreír. Al fin, después de tantos meses de incertidumbre, Javier había despertado. Su mente estaba llena de pensamientos, pero lo único claro era que tenía que compartir esta noticia con las mujeres que siempre habían estado a su lado, que habían sido su apoyo en cada momento difícil.Tomó su teléfono y comenzó a escribir los mensajes. Sabía que lo que estaba a punto de decir les llenaría de esperanza, al igual que lo había hecho con ella. Con una mezcla de emoción y alivio, envió los mensajes:“Javier despertó. Está consciente. ¡Ha sido un milagro! Necesito que vengan a verlo. Los médicos dicen que tiene mucho por delante, pero sé que lo superará. Nos necesita.”Dejó el teléfono en la mesa y miró al hospital. Las semanas y los días previos parecían haberse alargado tanto, pero ahora, con Javier despertando, todo parecía cobrar sentido nuevamente.Lucía, Karina, Jacinta y Natalie respondieron casi al instante, mostrando su apoyo y confirmando que estarían a