Primer capítulo del día, cariñitoooos! Besooos y gracias por leer.
AlessandroEsta conservación no ha resultado para nada cómo esperaba.Para empezar en ninguno de mis escenarios la mocosa estaba enterada de la razón de mi odio. Todavía no puedo asimilar que el abuelo se lo haya dicho. Tampoco me esperaba que parte del plan de Emilia fuera culparme a mí de la muerte de los Fiori para poner a la mocosa en mi contra.Lo cuál es muy interesante si lo pienso bien, porque si Emilia no quiere que la mocosa confíe en mí debe ser por algo y creo saber la razón. Pero, en definitiva, lo que me ha tomado por absoluta sorpresa son las palabras de Valeria sobre Emilia y mi tío Ramón.Siento como la adrenalina empieza a correr por mi cuerpo, porque si esto se trata de lo que estoy pensando, entonces puede que tenga al fín la información que tanto he deseado.—¿A qué te refieres con que se conocen de antes?—pregunto, y las palabras salen más agresivas de lo que esperaba.Veo como la pequeña dosis de seguridad que la mocosa había mostrado hace un momento empieza a
Valeria Una tregua. Las palabras de Alessandro se repiten en mi cabeza una y otra vez, pero todavía no puedo creer que haya pasado. Y mucho menos que justo ahora me encuentre poniéndome un hermoso vestido veraniego porque al parecer la tregua incluye el turismo en la luna de miel. Me doy una última mirada en el espejo y no puedo contener la sonrisa que se forma en mi rostro al ver mi reflejo. Por poco no me reconozco. Mi cuerpo ya no se ve tan insanamrnte delgado y mis mejillas sonrosadas resaltan mis pómulos. Luego miro el lindo vestido blanco y volado que estoy llevando y una risita escapa de mis labios. Si Clara me viera vistiendo algo tan lindo seguro haría que si madre me encerrara por días sin comer. El pensamiento consigue que una punzada de miedo me atraviese, pero me obligo a ignorarla. Clara no está aquí y mi tía no puede hacerme daño. Además, Alessandro me había dicho que cumpliría su palabra de protegerme. Debo averiguar si eso viene incluido en la tregua…
Alessandro Subir a la mocosa en mis piernas no es algo que haya tenido planeado, pero para ser honestos nada en este viaje ha salido como lo tenía previsto. Cuando partimos de la mansión lo hice con el pensamientos de que aprovecharía tenerla a solas y vulnerable para finalmente conseguir que confesara lo que ha hecho Emilia. Y aunque eso si pasó y mi odio por la mujer simplemente se multiplicó, de ahí para adelante todo ha sido una sorpresa. Pues si lo que la mocosa escuchó es verdad, entonces puede que sus padres en realidad no sean los asesinos que yo he pensado. Aunque eso aún no está comprobado. Lo que se traduce en que ahora tenemos una tregua ya que ambos buscamos lo mismo y el resultado puede ser mejor si actuamos juntos. Sin embargo, no estamos en Italia y regresarnos de inmediato iba a levantar sospechas, especialmente en el abuelo, así que decidí que podíamos disfrutar unos días de Grecia antes de volver y ponernos a investigar y por elección de la mocosa termina
ValeriaHerencia, Alessandro dice que tengo una herencia.Luego de que dejara salir esa bomba decidimos regresarnos al hotel y pedir servicio a la habitación para la cena, sin embargo yo no he podido probar bocado, siento que tengo el estómago cerrado.—Mocosa, tengo que recordarte tu anemia o podrías por favor empezar a comer—El tono irritado en su voz hace que lleve mis ojos hacia él, solo para encontrar que me está mirando con fijeza.—Lo siento es que… tengo el estómago cerrado. Aún no entiendo cómo puedes estar seguro de que mis padres me dejaron una herencia, el abogado dijo que no.Alessandro deja salir un suspiro cansado, seguramente aburrido de que vuelva a preguntarle lo mismo, pero no puedo evitarlo.—El abogado puede decir hasta que el cielo es rosado después de que haya dinero de por medio, mocosa. Ya eso deberías saberlo. Cuándo volvamos a Italia te mostraré la información de la herencia, pero ahora come.Las preguntas se acumulan en mi lengua gritando por salir, pero sol
AlessandroPodría culpar a la media botella de vino que me he tomado mientras cenamos, pero lo cierto es que las ganas de besarla la tengo desde mucho antes.Cómo por ejemplo el día de la boda en dónde se veía como una m4ldita princesa, o esta misma tarde con ese vestido volado que me tenía la mente hecha un lío. Probablemente el vino es el causante de que se lo haya dicho… Sea como sea lo único que importa ahora son esas dos palabras que salen de sus labios y que hacen que una media sonrisa se forme en mis labios.—Si quiero.Puedo notar lo acelerada que está su respiración y al mismo tiempo lo nerviosa que se ve. Lo que me hace recordar que ella no tiene experiencia con hombres y eso en lugar de molestarme simplemente hace que la desee más.Alejo la silla de ruedas de la mesa sin despegar mis ojos de los suyos y luego tiendo una mano en su dirección antes de decir:—Entonces ven aquí, mocosa.Veo como las manos de Valeria aprietan con fuerza el brazo de la silla en la que está, ante
ValeriaNo sé qué es lo que se ha apoderado de mí, pero lo único de lo que soy consciente ahora mismo es que no quiero que esto que estoy sintiendo se acabe.Las manos de Alessandro son una caricia constante en mi piel que hace que mi cuerpo entero despierte de maneras que ni siquiera imaginaba que podían ser posibles.Y es que, aunque él se burle, si me estoy sintiendo ahora mismo como una de las protagonistas de los libros que tanto me gustan.Por eso, cuándo siento sus dedos rozar suavemente mi intimidad sobre la ropa interior y él me dice todo lo que quiere hacerme y me da a escoger entre seguir o detenernos aquí, no me permito pensar demasiado, ni atormentarme con si esto está bien o no, solamente puedo decir:—Yo… yo no quiero detenerme.Entonces veo que mis palabras son como un detonante para Alessandro. Sus ojos se terminan de oscurecer y la mano que se había quedado quieta debajo de mi vestido, empieza a moverse con tanta lentitud que me desespero.Sin embargo, no puedo oculta
AlessandroJuro que voy a encargarme de destruir a Emilia Fiore hasta que quede totalmente arruinada.Mis ojos están fijos en la espalda de Valeria, en las marcas que la atraviezan y puedo sentir como la rabia empieza a apoderarse de mí.La rabia y un sentimiento más que no alcanzo a descifrar. No puedo sacar de mi cabeza la mirada asustada y la forma en que me dijo que era horrible. Cómo estaba segura que la rechazaría y joder, venganza o no, tregua o no, la mocosa es mi esposa y nadie va a volver a ponerle la mano encima.Ni siquiera lo pienso antes de inclinarme y empezar a dejar un reguero de besos por encima de las cicatrices, al tiempo que con mis manos la ubico mejor sobre mi, presionando de manera tortuosa mi erección, y me encargo de que sus piernas queden colgando a cada lado de las mías.—¿Qu-Qué haces?—su voz es un susurro cargado de deseo y timidez que me encanta y saca el macho territorial que llevo dentro.—Lo que te prometí, principessa, voy a devorarte completa.Es la
ValeriaUna punzada de dolor en la parte baja de mi abdomen me hace removerme en la cama, consiguiendo que la sábana que tengo encima se deslice de mi espalda y la claridad me golpee de lleno mis ojos haciendo que los abra.Tengo que parpadear al menos dos veces antes de poder abrirlos del todo. Me siento agotada y adolorida y en el instante en que noto que estoy desnuda bajo las sábanas todos los recuerdos empiezan a llegar uno a uno a mi mente.Yo sentada en las piernas de Alessandro. Mi boca sobre la suya, sus manos debajo de mi vestido. Sus labios besando mis cicatrices y finalmente… Nosotros en la cama, él… él dentro de mí.Me siento de golpe y una nueva punzada de dolor me golpea.—Aaaa—cierro los ojos por un instante esperando que el dolor pase y es ahí cuándo su voz llega a mis oídos.—Te he dejado una pastilla en la mesita de noche—la impresión de escucharlo hace que por poco me caiga de la cama y que lleve mis ojos hacia el lugar de donde viene la voz.Alessandro está sentad