Alessandro Subir a la mocosa en mis piernas no es algo que haya tenido planeado, pero para ser honestos nada en este viaje ha salido como lo tenía previsto. Cuando partimos de la mansión lo hice con el pensamientos de que aprovecharía tenerla a solas y vulnerable para finalmente conseguir que confesara lo que ha hecho Emilia. Y aunque eso si pasó y mi odio por la mujer simplemente se multiplicó, de ahí para adelante todo ha sido una sorpresa. Pues si lo que la mocosa escuchó es verdad, entonces puede que sus padres en realidad no sean los asesinos que yo he pensado. Aunque eso aún no está comprobado. Lo que se traduce en que ahora tenemos una tregua ya que ambos buscamos lo mismo y el resultado puede ser mejor si actuamos juntos. Sin embargo, no estamos en Italia y regresarnos de inmediato iba a levantar sospechas, especialmente en el abuelo, así que decidí que podíamos disfrutar unos días de Grecia antes de volver y ponernos a investigar y por elección de la mocosa termina
ValeriaHerencia, Alessandro dice que tengo una herencia.Luego de que dejara salir esa bomba decidimos regresarnos al hotel y pedir servicio a la habitación para la cena, sin embargo yo no he podido probar bocado, siento que tengo el estómago cerrado.—Mocosa, tengo que recordarte tu anemia o podrías por favor empezar a comer—El tono irritado en su voz hace que lleve mis ojos hacia él, solo para encontrar que me está mirando con fijeza.—Lo siento es que… tengo el estómago cerrado. Aún no entiendo cómo puedes estar seguro de que mis padres me dejaron una herencia, el abogado dijo que no.Alessandro deja salir un suspiro cansado, seguramente aburrido de que vuelva a preguntarle lo mismo, pero no puedo evitarlo.—El abogado puede decir hasta que el cielo es rosado después de que haya dinero de por medio, mocosa. Ya eso deberías saberlo. Cuándo volvamos a Italia te mostraré la información de la herencia, pero ahora come.Las preguntas se acumulan en mi lengua gritando por salir, pero sol
AlessandroPodría culpar a la media botella de vino que me he tomado mientras cenamos, pero lo cierto es que las ganas de besarla la tengo desde mucho antes.Cómo por ejemplo el día de la boda en dónde se veía como una m4ldita princesa, o esta misma tarde con ese vestido volado que me tenía la mente hecha un lío. Probablemente el vino es el causante de que se lo haya dicho… Sea como sea lo único que importa ahora son esas dos palabras que salen de sus labios y que hacen que una media sonrisa se forme en mis labios.—Si quiero.Puedo notar lo acelerada que está su respiración y al mismo tiempo lo nerviosa que se ve. Lo que me hace recordar que ella no tiene experiencia con hombres y eso en lugar de molestarme simplemente hace que la desee más.Alejo la silla de ruedas de la mesa sin despegar mis ojos de los suyos y luego tiendo una mano en su dirección antes de decir:—Entonces ven aquí, mocosa.Veo como las manos de Valeria aprietan con fuerza el brazo de la silla en la que está, ante
ValeriaNo sé qué es lo que se ha apoderado de mí, pero lo único de lo que soy consciente ahora mismo es que no quiero que esto que estoy sintiendo se acabe.Las manos de Alessandro son una caricia constante en mi piel que hace que mi cuerpo entero despierte de maneras que ni siquiera imaginaba que podían ser posibles.Y es que, aunque él se burle, si me estoy sintiendo ahora mismo como una de las protagonistas de los libros que tanto me gustan.Por eso, cuándo siento sus dedos rozar suavemente mi intimidad sobre la ropa interior y él me dice todo lo que quiere hacerme y me da a escoger entre seguir o detenernos aquí, no me permito pensar demasiado, ni atormentarme con si esto está bien o no, solamente puedo decir:—Yo… yo no quiero detenerme.Entonces veo que mis palabras son como un detonante para Alessandro. Sus ojos se terminan de oscurecer y la mano que se había quedado quieta debajo de mi vestido, empieza a moverse con tanta lentitud que me desespero.Sin embargo, no puedo oculta
AlessandroJuro que voy a encargarme de destruir a Emilia Fiore hasta que quede totalmente arruinada.Mis ojos están fijos en la espalda de Valeria, en las marcas que la atraviezan y puedo sentir como la rabia empieza a apoderarse de mí.La rabia y un sentimiento más que no alcanzo a descifrar. No puedo sacar de mi cabeza la mirada asustada y la forma en que me dijo que era horrible. Cómo estaba segura que la rechazaría y joder, venganza o no, tregua o no, la mocosa es mi esposa y nadie va a volver a ponerle la mano encima.Ni siquiera lo pienso antes de inclinarme y empezar a dejar un reguero de besos por encima de las cicatrices, al tiempo que con mis manos la ubico mejor sobre mi, presionando de manera tortuosa mi erección, y me encargo de que sus piernas queden colgando a cada lado de las mías.—¿Qu-Qué haces?—su voz es un susurro cargado de deseo y timidez que me encanta y saca el macho territorial que llevo dentro.—Lo que te prometí, principessa, voy a devorarte completa.Es la
ValeriaUna punzada de dolor en la parte baja de mi abdomen me hace removerme en la cama, consiguiendo que la sábana que tengo encima se deslice de mi espalda y la claridad me golpee de lleno mis ojos haciendo que los abra.Tengo que parpadear al menos dos veces antes de poder abrirlos del todo. Me siento agotada y adolorida y en el instante en que noto que estoy desnuda bajo las sábanas todos los recuerdos empiezan a llegar uno a uno a mi mente.Yo sentada en las piernas de Alessandro. Mi boca sobre la suya, sus manos debajo de mi vestido. Sus labios besando mis cicatrices y finalmente… Nosotros en la cama, él… él dentro de mí.Me siento de golpe y una nueva punzada de dolor me golpea.—Aaaa—cierro los ojos por un instante esperando que el dolor pase y es ahí cuándo su voz llega a mis oídos.—Te he dejado una pastilla en la mesita de noche—la impresión de escucharlo hace que por poco me caiga de la cama y que lleve mis ojos hacia el lugar de donde viene la voz.Alessandro está sentad
Alessandro“Pensé que habías dicho que no te arrepentirías”Las palabras de la mocosa me dejan callado mientras veo como se encierra en el baño y es solo ahí que me permito sacar toda la frustración que estoy sintiendo.Mis manos se van a mi cabello y me levanto de la m*****a silla antes de empezar a caminar como un león enjaulado por la habitación.—Arrepentirme, —digo y un resoplido frustrado y enojado sale de mi—Ya quisiera poder decir que me arrepiento.Sabía que íbamos a cruzar una línea y no puedo decir que no lo disfruté o que la mocosa no me enloquezca con su mirada inocente y sus ojos curiosos, porque sería mentira, en especial ahora que acabo de descubrir cómo se escuchan sus gemidos mientras la tengo encima mío.Pero de ahí a involucrar sentimientos, no puedo darle eso. No soy ese tipo de hombre y es mejor la verdad amarga que la dulce mentira. Además, hasta hace solo unas semanas llevaba años pensando en ella como el enemigo, verla de otra forma ya es difícil, querer lleva
ValeriaNunca había visto a Alessandro tan fuera de sí cómo ahora mismo.No entiendo exactamente qué fue lo que sucedió, pero al parecer Matteo le ha dado malas noticias que creo que tienen que ver con la empresa, desde entonces no ha dejado de gritar mientras habla por celular.Yo me he limitado a quedarme sentada y lo más callada posible para evitar que esa rabia sea dirigida a mi. En especial porque aún tengo muy presente la conversación de hace un rato, la manera en que me dijo que no podía quererme y como esperaba que yo estuviera de acuerdo en seguir entregándome sin problemas.Y sí, entiendo que esta relación nunca fue por amor, pero es mi decisión no querer llevarla más allá. En especial porque sé que yo si podría llegar a quererlo, al menos a la versión de él que no se comporta como un patán.—¡Quiero que averigüen hace cuánto esos imbéciles están en contacto!—escucho que dice antes de, finalmente, dar por terminada la llamada.No tengo dudas de que si este hombre pudiera ca