Me encontraba en el hospital, acostada en una camilla esperando a que me dieran mis resultados. Sentía un horrible dolor de cabeza y garganta y honestamente no era algo agradable. Tenía una sospecha de lo que me sucedía y le echaba la culpa a haber pasado el frío de vuelta a casa todo por culpa del orgulloso de Austin.—Señorita Moon. — El doctor Justin me miró con una ceja alzada. Era un médico muy conocido en el pueblo incluso me evalúo cuando era una niña.—Dígame. — Mi voz sonó poco audible. Greta se levantó de la silla a mi lado para prestarle atención.—Tienes una infección en la garganta severa. Me temo que tendrás que tomar unos antibióticos y beber cosas calientes y frías y por supuesto evita las cosas ácidas y amargas. Es mejor si no fuerzas tu garganta al hablar.—Yo la mantendré en silencio. — Aseveró Greta y yo simplemente rodé los ojos.—Bien chicas, dejaré receta en la farmacia. Puedes irte cuando quieras Sofi. — Asentí y nos dejó solas. Greta suspiró.—Es un alivio que
Al abrir mis ojos encontré a Austin dándole la vuelta a la toalla que estaba sobre mi frente. Parpadeé varias veces intentando comprender qué era lo que estaba sucediendo frente a mis ojos.—¿Ya despertaste? — Preguntó aun usando su mascarilla.—¿Qué pasó?—Bueno, solo pisaste la habitación te quedaste completamente dormida. Me di cuenta de que estabas ardiendo en fiebre, por ello te puse una toalla sobre la cabeza. Preparé un té y medicina para la fiebre. Ahora te lo traigo. — Se alejó de mí y yo intenté acomodarme en la cama. Creí que se iría una vez yo me durmiera, era sorprendente que fuera un tanto considerado, aun cuando usara esa tonta mascarilla en su rostro.Pronto volvió con un vaso de agua, una taza humeante y la pastilla sobre una bandeja. Lo dejó al lado de la mesita de noche de la cama y agradecí por el gesto. Tomé la pastilla y el agua, me costó bastante tragarlo, pero lo logré.—¿Cómo es que te enfermaste?—Ayer, luego de que me dejaste, bajo el peor clima del mes, com
No tenía soluciones, de hecho, tenía más deudas que otra cosa, pero la cuestión era que una parte de mí no quería vender Joy Green. Luego de mi terrible semana que pasé debido a mi enfermedad, decidí dar un paseo por la calle Norte, el lugar donde había varios negocios como la cafetería de Tina. Además, Gretel me había comentado que el pie de manzana y canela del lugar era el mejor. Lo necesitaba.Al bajar del taxi admiré a la gente alegre en el lugar. Algunos ya comprando sus decoraciones navideñas y otros entreteniéndose por las decoraciones. De hecho, ahí ya se respiraba la navidad.—¡Sofi! — David Roblero me saludaba desde la entrada de la librería del pueblo. El hombre sostenía un cartel en sus manos, que seguro estaba reparando.—¡David! — Me acerqué a él corriendo.—Mi hija y esposa me comentaron que estabas en el pueblo. Es un placer tenerte aquí, de hecho, todos están emocionado de que hayas vuelto. Pero te desapareciste una semana.—Me enfermé. — Comenté. —Infección en la ga
Por supuesto Alek me veía con la inocencia característica de un niño. Sin embargo, Alexander se dio cuenta de que esa pregunta me había incomodado, más de lo que me hubiera gustado. —Alek, ese tipo de preguntas, en este momento son un tanto delicadas. —¿Por qué? — Lo miró y yo hice una mueca notando que lo había metido en problemas. —Porque no vivo acá y no sé a quién dejar a cargo el proyecto. Es complicado. —¿No puedes nombrar a cualquiera? —Tienes que ser alguien de confianza y que le haga honor a la villa en Joy Green. —Oh bueno, eso es cierto. — Con eso, el pequeño ya no hizo otra pregunta loca. Sin embargo, me dejó en qué pensar. Al terminar de comer, los tres salimos de la cafetería luego de despedirnos de Tina. Ya afuera, Alexander me ofreció un viaje de vuelta a casa. —No te preocupes, seguro tu hijo no quiere dar esas vueltas. —¿Mi hijo? — Preguntó confundido. —¿Hablas de Alek? Él es mi sobrino. Sus padres están en Canadá, pero el pequeño está de vacaciones así que l
Un matrimonio falso. Lo que me faltaba. Había sido una pésima idea, pero ahora era tarde para arrepentirme. La propuesta que Austin me dio era realmente beneficiosa para mí, pero la cuestión era que tendría que cumplir como una esposa frente a su familia y oficialmente yo no estaba lista para eso.Estaba sentada en mi cama observando aquel papel. ¿Cómo es que había llegado a esto? Mientras lo pensaba me vi interrumpida por el sonido de mi celular.Al responder me di cuenta de que era Ana.—No me digas que tienes malas noticias.—Siento decepcionarte, pero la cosa es, que tenemos malas noticias. La señorita Clark quiere que le des una locación para la próxima semana.—Diablos. — Me pasé la mano sobre el cabello.—Me dijo que en cuanto tengas las fotos del lugar ella te dará la aprobación. Así que amiga, debes volver.—No puedo. — Admití. Aún tenía cosas de que hacer ahí.—Sofi.—Lo sé. — Espeté ante su ruego. —Yo prepararé el pan. Diles a los de diseño que en cuanto envié el lugar ello
Estaba nerviosa, claro que sí. Gretel tenía un carácter realmente fuerte, incluso más que el mío. Y eso que yo era quien la defendía en el orfanato. Cómo cambiaban las cosas.—¿Por qué no sale? — Gretel ya se había tardado ahí dentro de la habitación. Miré a Austin y también se veía nervioso, al menos no se movía como yo.—Seguro se está lavando la cara. — En ese momento la puerta se abrió y Gretel salió vistiendo un pants gris, un sudadero. Tenía una diadema en su cabeza y el cabello atado, además de su rostro limpio. Había acertado.—¿Qué sucede?—Pedimos pizza.—Genial. — Se sentó a mi lado y yo le ofrecí un poco del té del que trajo Tina.—Bébelo tú. Es para tu garganta. — Asentí y entonces un silencio incómodo se aferró a nosotros. Le lancé una mirada a Austin y claramente no sabía por dónde comenzar.—Gretel.—¿Sí?—Hay algo que quiero confesar.—¿De repente? — Inclinó levemente la cabeza al verlo. —¿De qué se trata?—¿Qué opinas del matrimonio arreglado?—Bueno, es algo que pas
La casa de Alexander quedaba en la calle Apple, a unas cinco calles de donde Gretel vivía. Era una calle llena de casa tipo canadienses, de dos pisos, se diferenciaban por el color. Alexander se estacionó frente a una casa que estaba pintada de color blanco. Tenía luces sobre todos los voladizos de la casa y en los marcos de las ventanas al igual que la barandilla de las gradas que llevaban a la entrada, debajo tenían guirnaldas alrededor. En la puerta una corona con un listón rojo. Caminamos hacia la entrada con cuidado debido al hielo y luego entramos a la casa. Justo al lado del recibidor había una habitación que resultó ser la sala.—Toma asiento. — Alek me tomó de la mano y me llevó hasta el sofá. Pronto Alexander regresó para poner fuego en la chimenea. No me pidió el abrigo, ya que, de hecho, lo necesitaba. Moría de frío, solo esperaba que no fuera a enfermarme por haber hecho algo imprudente como esto. Seguro Austin y Gretel estarían preocupados. Ni siquiera había llevado co
—¿Está todo bien? — Preguntó mi abogado una vez tomó asiento. Había pasado tal vez unos cinco minutos desde que había cortado la llamada. —Parece que vienen por mí. —Eso significa que todo salió bien ¿no? — Sonreí y asentí. —Todo gracias a ti. —¿Por qué yo? — Inclinó su cuerpo levemente hacia adelante mientras se acomodaba. —Solo hiciste lo que tenías que hacer. — Sonrió de lado. No podía evitar pensaren lo tranquilizadora que era la sonrisa de Alexander, sorprendente, después de que mi primera impresión de él fue su altanería. —Bien, de todas formas, gracias, por todo. — Enfaticé en lo último. —No es nada, no podía dejar que mi clienta pasara frío. —Claro tu clienta. — Mi sonrisa no alcanzó a mis ojos. Me sentía cansada. —Cualquier cosa que necesites, si quieres un tiempo fuera, puedes venir acá o llamarme. —Sería mucha molestia —No para mí. — Fruncí mis labios y no hice más que negar divertida. Entonces sonó el timbre y la puerta. —Parece que vienen por ti. — Me puse de p