Estaba nerviosa, claro que sí. Gretel tenía un carácter realmente fuerte, incluso más que el mío. Y eso que yo era quien la defendía en el orfanato. Cómo cambiaban las cosas.—¿Por qué no sale? — Gretel ya se había tardado ahí dentro de la habitación. Miré a Austin y también se veía nervioso, al menos no se movía como yo.—Seguro se está lavando la cara. — En ese momento la puerta se abrió y Gretel salió vistiendo un pants gris, un sudadero. Tenía una diadema en su cabeza y el cabello atado, además de su rostro limpio. Había acertado.—¿Qué sucede?—Pedimos pizza.—Genial. — Se sentó a mi lado y yo le ofrecí un poco del té del que trajo Tina.—Bébelo tú. Es para tu garganta. — Asentí y entonces un silencio incómodo se aferró a nosotros. Le lancé una mirada a Austin y claramente no sabía por dónde comenzar.—Gretel.—¿Sí?—Hay algo que quiero confesar.—¿De repente? — Inclinó levemente la cabeza al verlo. —¿De qué se trata?—¿Qué opinas del matrimonio arreglado?—Bueno, es algo que pas
La casa de Alexander quedaba en la calle Apple, a unas cinco calles de donde Gretel vivía. Era una calle llena de casa tipo canadienses, de dos pisos, se diferenciaban por el color. Alexander se estacionó frente a una casa que estaba pintada de color blanco. Tenía luces sobre todos los voladizos de la casa y en los marcos de las ventanas al igual que la barandilla de las gradas que llevaban a la entrada, debajo tenían guirnaldas alrededor. En la puerta una corona con un listón rojo. Caminamos hacia la entrada con cuidado debido al hielo y luego entramos a la casa. Justo al lado del recibidor había una habitación que resultó ser la sala.—Toma asiento. — Alek me tomó de la mano y me llevó hasta el sofá. Pronto Alexander regresó para poner fuego en la chimenea. No me pidió el abrigo, ya que, de hecho, lo necesitaba. Moría de frío, solo esperaba que no fuera a enfermarme por haber hecho algo imprudente como esto. Seguro Austin y Gretel estarían preocupados. Ni siquiera había llevado co
—¿Está todo bien? — Preguntó mi abogado una vez tomó asiento. Había pasado tal vez unos cinco minutos desde que había cortado la llamada. —Parece que vienen por mí. —Eso significa que todo salió bien ¿no? — Sonreí y asentí. —Todo gracias a ti. —¿Por qué yo? — Inclinó su cuerpo levemente hacia adelante mientras se acomodaba. —Solo hiciste lo que tenías que hacer. — Sonrió de lado. No podía evitar pensaren lo tranquilizadora que era la sonrisa de Alexander, sorprendente, después de que mi primera impresión de él fue su altanería. —Bien, de todas formas, gracias, por todo. — Enfaticé en lo último. —No es nada, no podía dejar que mi clienta pasara frío. —Claro tu clienta. — Mi sonrisa no alcanzó a mis ojos. Me sentía cansada. —Cualquier cosa que necesites, si quieres un tiempo fuera, puedes venir acá o llamarme. —Sería mucha molestia —No para mí. — Fruncí mis labios y no hice más que negar divertida. Entonces sonó el timbre y la puerta. —Parece que vienen por ti. — Me puse de p
Finalmente me había organizado. Logré hablar con mi equipo y comentarles mis ideas. Debía ir a tomar fotografías de Joy Green para mostrar el salón. Esa fiesta podría realizarse en conjunto con la villa del enorme terreno alrededor, de hecho, podría ser el espectáculo estelar. Si a Susan Clark le gustaba la idea de compartir su fiesta con gente del pueblo para su recaudación de fondos, mi trabajo estaba consolidado. De lo contario tendría que buscar un lugar mejor.Ahora me encontraba en Joy Green junto con Austin tomando las fotografías. Para mí sorpresa, era un experto sobre ello.—Tómala desde esta perspectiva, a contraluz para que se vea más llamativo. — Consejos como esos me ayudaron a poder tomar las mejores fotografías de Joy Green.—Por cierto, cómo sabes tanto de fotografía.—Tomé un curso. Cuando comencé a dirigir el anexo, papá me dejo sin ayuda. Literal. Tuve que hacerme un nombre y por eso me esforcé porque mi nombre valiera. No tenía un publicista a mis inicios así que e
La nieve en la montaña Joy cubría la zona, capa tras capa permitiendo que muchos vacacionistas llegaran ahí a esquiar. Honestamente llevaba tiempo de no salir a esquiar. Me encontraba perdida en aquel terreno y Austin parecía un experto.Cómo no. Era un chico rico que seguro tenía reuniones o vacaciones en un lugar como este. Suspiré colocándome mis gafas oscuras para luego intentar moverme con los bastones sobre la nieve.—¿Quieres que te ayude? — Me preguntó el pelinegro acercándose a mí mientras se deslizaba en una tabla de esquí. Se veía como todo un profesional. Vestía una chaqueta para esquiar de color roja y unos pantalones negros bajo unas botas del mismo color. Su gorro cubría la mayor parte de su cabello, aunque algunos mechones rebeldes lograban sobre salir de su sitio.—¿Tienes paciencia?—Me casé contigo, tengo toda la paciencia del mundo linda.—Idiota— Su carcajada me molestó aun más. En verdad adoraba hacerme la vida imposible.—Ven, solo debes tomar esta posición. — I
Ese fue mi primer beso con Austin y debía admitir que el chico sabía besar. Mis dos únicos exnovios me habían besado, pero nunca me hicieron sentir lo que Austin estaba logrando. Calor y deseo. Austin había colocado su mano en mi mandíbula mientras jugueteaba con mi pecho derecho. Yo lo atraje a mí removiéndome lentamente encima de él. Austin acarició con suavidad mi labio inferior para luego devorarlo con sus labios, pronto su lengua y la mía se unieron en un beso quie, en efecto, jamás me habían dado.En segundos, Austin se despojó de mi sostén dejándome desnuda de arriba. Contempló mi cuerpo por varios segundos y parecía complacido, eso me hizo sentirme orgullosa, debía admitirlo. Pronto su lengua devoraba aquellas partes delicadas y sensibles de mi cuerpo mientras yo apretaba mis ojos. Todo se sentía tan bien que me aterraba un poco. Especialmente porque, esta sería mi primera vez en pasar más allá de las caricias y los besuqueos.—Tu piel es tan suave y tersa. — Murmuró por encim
Debo decir que la conversación se tornó extraña, al menos para mí. Austin me tenía bien abrazada y el resto no parecía importarle. Gretel, supongo, asumió que lo que veía era parte de nuestra actuación y Theo, bueno, el simplemente pensaba en que Austin y yo estábamos casados.—Iré por otro jugo. — Soltó entonces mi amiga levantándose de su asiento, en seguida Theo la siguió y no hice más que reírme. Parecía un perrito fiel siguiendo a su dueño.—¿Te encuentras bien? — Miré a Austin quien parecía verse más apuesto de lo normal. Simplemente solté un suspiro y asentí.—Solo una cosa. ¿Era necesario marcar mi cuerpo a ese nivel? — Pregunté por lo bajo. Austin inclinó levemente la cabeza y luego acercó sus labios a mi oreja haciendo que mi piel se erizara.—¿Quieres que me disculpe por haber hecho algo que te complació? — Podía escuchar la ironía en su voz. Me erguí y lo empujé levemente.—No te hagas el listillo. — Su suave risa inundó el ambiente y yo no hice más que darme por vencida.
Debo admitir que el cumplido de Austin me hizo sentir bien. Quiero decir, el hecho de que un chico apuesto te recuerde que eres hermosa es algo que le gustaría oír a cualquier chica.—Tu te ves apuesto. — Comenté con sinceridad. Austin se acercó a mí y yo me erguí más de lo normal. Austin colocó sus manos sobre mis hombros y me mostró una sonrisa suave.—¿Estás lista?—Sí. — Escuché que la puerta se abrió. Gretel ya se encontraba con mi abrigo en mano y la puerta abierta.—Será mejor que nos apresuremos, antes de que más gente llegue a ese lugar. — Le devolví la mirada a Austin y él con educación me indicó que caminara primero.Al llegar a Gretel tomé mi abrigo y salí a la calle. Casi una hora más tarde nos encontrábamos en el lugar. Por suerte, había algo de sol y no había gente. De hecho, para nuestra sorpresa, la iglesia estaba cerrada. Gretel nos guió hasta la parte trasera donde había un hermoso paisaje de jardinería. Un árbol frondoso se encontraba justo detrás de una banca de m