Christian
—Señor Haggard, aquí tiene los últimos informes que me ha pedido—acepté la documentación cuando extendí mi mano hacia mi secretaria. Le agradecí con un movimiento de barbilla, miré la pantalla de mi computadora por unos segundos, perdido en mis pensamientos. — ¿Señor Haggard, se encuentra bien? —salí de mi trance y miré a mi secretaria.
—Sí, claro, —intenté despabilarme—Cuando llegue Charles, no quiero que nadie me interrumpa, no quiero ni llamadas.
—Sí, señor. ¿Necesita algo más? —negué, le di las gracias, luego ella se retiró, me dejé caer en el respaldo de mi silla, estaba esperando el momento en que tenía que enfrentar a Charles, exigirle una explicación por el acoso hacia Blake. Después
BlakeCaminé hacia al lobby al terminar mi turno en Wellington, era mi último trabajo del día, escuché mis tacones golpear el mármol negro del lugar, me ajusté mi gabardina negra, llevaba mi traje ejecutivo en azul marino de dos piezas, mi cabello rojo, suelto. Agité mi mano en despedida a la chica de recepción, solté un largo suspiro pensando concentrada en desempacar las cajas de mudanza en mi nuevo y pequeño departamento a media hora de Wellington, empujé la puerta de cristal para salir del edificio, me detuve casi en seco al ver la camioneta blindada de Christian, su guardaespaldas tenía la puerta abierta para que subiese, pero no lo hice.—Buenas noches, señorita Harper.—Buenas noches. —Se asomó Christian al ver que no subí.—Hola, hermosa—sonreí a medias, era l
Christian—Acepto—susurró Blake sin dejar de mirarme, mi corazón se agitó como un loco desenfrenado, mis labios se acercaron a los suyos, atrapándolos, había ansiaba volverlos a besar, a probar, escuché un gemido, me separé, miré a nuestro alrededor, la gente que pasaba a nuestro lado nos miraba, pero por primera vez, no me importaba, inclusive si había fotógrafos a nuestro alrededor. Regresé mi mirada hacia a ella.—Gracias, es nuestro comienzo...—ella sonrió, sus mejillas estaban coloradas, se mordió el labio, volví a besarla, la abracé a mi cuerpo, sentí como sus brazos me rodearon por mi cintura, debajo de mi americana, se sentía su cuerpo tan cálido, tan…tan…no tenía palabras. Besé su mejilla, luego la otra, ella sonrió. —Bueno, hace
Blake— ¿Qué? —dije para mí misma al ver el periódico en el puesto de revistas, iba camino a mi trabajo con George. Sentí como mi corazón se agitó cuando leí las letras en mayúsculas en la primera plana: “Corazón de HAGGARD atrapado finalmente” Christian sostiene mi rostro, pero no puedo verme del todo ya que su cuerpo alto casi me cubre la mitad de mí, es de anoche. Vaya, sí que le persiguen cuando menos uno lo piensa. No recuerdo haber visto a alguien rondándonos. Le entregué el pago al hombre del puesto para pagarle el periódico. Caminé a toda prisa hacia la oficina, cuando entré al elevador, me giré para presionar el botón, pero me detuve cuando un hombre en traje negro y elegante, iba a entrar, entonces reconocí que era de seguridad de George, me hice a un lado, entonces en
ChristianLancé otra corbata sobre la cama, regresé al interior de mi gran armario, tiré del cajón ya irritado al no encontrar una corbata perfecta.— ¿Por qué no puedo encontrar una corbata perfecta? —me quejé, la puerta se escuchó a lo lejos, detuve la búsqueda y grité más irritado. — ¡¿Qué?!—Señor Haggard, el auto está listo. —anunció mi jefe de seguridad. Cerré los ojos y solté un suspiro dramático.—Dame cinco minutos y bajo. —iba a retomar en la búsqueda de otra corbata, pero me detuve. — ¿Y Blake? —grité en dirección a la salida.—Me han informado que acaba de salir de su departamento —le agradezco la información, me miré en el espejo, ten&iacu
Blake— ¿Y a que te dedicas? —preguntó la madre de Christian, terminé de dar un sorbo a la copa de vino blanco, me limpié los labios con la servilleta de tela, luego miré hacia la señora.—Soy asistente en Wellington y...—Y en otra empresa. —terminó de decir Christian por mí, miré hacia a él, sorprendida.—Oh, ¿Y también eres asistente en esa…otra empresa? —preguntó su padre, luego hacia Christian.—También…—contesté antes que Christian, sentí su mano en mi muslo, miré de reojo discretamente, pude ver tensión en él.— ¿Y qué tal el trabajo, padre? —preguntó Keira hacia su padre, desviando su atención de mí.Pero fue interrumpida p
Christian—No lo pienso hacer, Blake. —la besé, la besé con tanto deseo, que me abrumó.Ella poco a poco terminó el beso, estaba a punto de hacer combustión ahí mismo. Me separé unos cuantos centímetros de su boca, abrí mis ojos y ella estaba abriendo los suyos, nos quedamos mirándonos fijamente.—Creo que…—puse mi dedo índice con delicadeza contra sus labios.—Lo sé. —dejé un beso en la punta de su nariz, ella me regaló una sonrisa, bajamos ambos del mini auto que tiene, lo rodeó hasta quedar a mi lado, se acomodó la gabardina y su bolso. Me puse frente a ella para despedirme. —Es hora de ir a dormir. —sus mejillas se sonrojaron, acaricié una con mi pulgar. —Me refiero que hay que ir a descansar…—ella asinti&oa
BlakeEstamos viendo una película, estaba recostada en su pecho, con un brazo descansando sobre su estómago, él tenía su brazo por encima de mí y movía sus dedos de arriba hacia abajo por mi espalda, su respiración me arrulló, cerré mis ojos por un momento, estaba tan tranquila, tan en paz, era nuevo para mí.Sentí como me movió, pero no podía despertar, realmente estaba cómoda, me puso de lado, luego escuché cuando la televisión fue apagada, la cama se movió un poco luego su mano me pasó por mi estómago, hasta formar la posición de “cucharita”, sentí cuando mi corazón se aceleró. El calor regresó cuando sus labios se posaron en la curva de mi cuello, sentí como mi piel se erizó.—Chris…—susurré cuando s
ChristianEstacioné el auto frente a la casa de mis padres, había recibido un texto de mi hermana que pedía que viniese.Bajé del auto y me encontré con mi madre regando sus rosas blancas.—Hijo, ¿Qué haces aquí? —tenía sorpresa en su mirada.—He venido a saludar y de paso a hablar con Keira unos asuntos de la junta de mañana.—Está emocionada por qué trabajará en las empresas, ya era hora, necesito que deje de estar encerrada en la casa.—Bueno, iré a buscarla. —dejé un beso en su frente y seguí mi camino. Entré y subí los escalones para buscarla en su antigua habitación, toqué y escuché su grito del otro lado de la puerta, alcancé el picaporte y entré. No vi a Keira por ningún lado de