Llegué a pensar que terminaría triste y deprimida en mi habitación, pero ahora me doy cuenta de todo lo contrario. Se siente como si un ángel se hubiera cruzado en mi camino, o al menos así lo siento yo. Llevo minutos, o tal vez horas, conversando con el hombre que conocí en el bar, Henry, que ahora sé su nombre porque se presentó después de haberse disculpado por lo anterior.
Se ve que es un buen hombre, y a pesar de que al principio noté algo de tristeza en su voz, en este momento ya no hay ni una pizca de ello. Es como si hubiese borrado esa emoción de todo su ser, porque ahora se está riendo de mis malos chistes.
—Es en serio, en ese preciso día llovió y me mojé toda —. Corrijo, no es chiste, se llama mala suerte.
―¿Entonces llegaste tarde a tu sesión de fotos? —pregunta con una ligera risa.
—Sí, y lo peor de todo es que llegué empapada y sin cambio de vestuario. —Continúa riendo. —Hey, no te rías, a cualquiera le puede pasar.
Niega con la cabeza mientras hace un movimiento con sus manos de que ya no dirá nada, pero su sonrisa sigue apareciendo. No sé cómo es que pude terminar contándole cosas de mí, incluso le dije que fui modelo en algún momento de mi vida. Sin embargo, es tan fácil hablar con él, la conversación fluyó sola, y cuando me di cuenta de que estaba hablando de más, ya no había retorno, y tampoco quería detenerme.
Qué extraño.
―De todas maneras, el modelaje pasará a un último plano para mí, de ahora en adelante ―murmuro. Lo suelto antes de detenerlo. Eso es a lo que me refiero, mis palabras salen por sí solas.
― ¿Dejarás de modelar? ―indaga, dejo de ver mi vaso de cristal que ahora está vacío y lo miro a él. Su mirada está puesta sobre mí, una de sus cejas está alzada, con una expresión de duda, me imagino. ―No deberías dejar de hacer lo que te gusta por errores o decisiones equivocadas que has tomado en el pasado, dejas de ser tú misma cuando abandones lo que amas, y yo veo en ti que amas ser modelo.
Abro los ojos asombrados. ¿Tan fácil soy de leer o es que él logra descifrar a las personas muy pronto? Por Dios, he sido muy obvia con este hombre. No solamente es simpático, también es muy inteligente y parece que es alguien que tiene muy bien plantados los pies en la tierra, incluso puedo imaginar que tiene su futuro seguro o si no es que ya lo tiene.
―No es algo que pueda elegir ahora, en realidad no tengo más opciones ―encogí los hombros.
No puedo contarle de mi nueva situación, aunque en unos meses sea visible para los demás, pueda que a él ya no lo vuelva a ver. Por supuesto, es un extraño agradable, pero que pasará al olvido después de que nos despidamos.
―Si lo deseas, yo te podría ayudar ―dice. Desconcertada, lo miro. ―Digo, no soy dueño de una compañía de modelaje, lo mío son los hoteles, pero tengo un amigo que tiene una, es de lencería, no sé si eso te sirva.
Nunca he modelado para una compañía de lencería, solo de maquillajes y perfumes, admito que ya he salido en paños menores, así que no es difícil para mí salir solo con un corpiño y bragas. Pero ese no es el problema, lo que pasa es que dentro de tres meses o tal vez menos tiempo, ya no voy a poder tomarme fotografías y menos con el vientre descubierto.
―Gracias, pero…
―Señor ―nos interrumpe el hombre que nos sirvió las bebidas. Agradezco que haya llegado esa interrupción, si no hubiese contado más detalles de mi vida. ―Ya pasan de las dos de la mañana.
Es cierto. Olvide que cerraron el bar después de las doce, a Henry no le importó y siguió conversando conmigo, incluso le dijo a la mayoría de sus empleados que se podían ir, solo el hombre de la barra y un mesero, se quedaron. El tiempo pasó muy rápido y ninguno de los dos nos dimos cuenta, si el hombre de la barra no nos lo dice, nosotros seguiríamos charlando sin ningún problema.
―Creo que nos está echando ―dice con una expresión divertida Henry mientras ladea su cabeza en dirección al hombre mayor.
―Señor, solo digo…
―Está bien, Flip, estamos de acuerdo que deben regresar a casa. No quiero que después me apoden el jefe tirano.
―Eso jamás pasará, señor.
―Bien ―asiente aún con una sonrisa en sus labios. ― ¿La acompaño a su habitación, señorita? ―Me tiende su mano en cuanto llega a mi lado, actúa como si me estuviera viendo por primera vez. ―Solo la guiaré hasta allí, si lo desea.
―Me encantaría, caballero ―le sigo el juego y coloco mi mano sobre la suya para dejar que me ayude a levantarme del taburete.
Ambos reímos mientras salimos del bar. Caminamos hacia la planta de las habitaciones, Henry camina a mi lado, con sus manos en los bolsillos de su pantalón y viendo hacia enfrente. No sé por qué de repente me siento tímida, y las palabras ya no salen como antes, puede ser por los nervios, ¿pero por qué estoy nerviosa?
―Aquí es ―digo, deteniéndome enfrente de la puerta de mi habitación.
Comienzo a buscar la tarjeta en mi bolso, mientras la saco escucho su voz detrás de mí:
― ¿Te gustaría venir conmigo a mi suite? ―Me detengo cuando lo oigo. ¿Me está ofreciendo que estemos solos en su dormitorio? No quiero malinterpretar lo que dijo. ―Para continuar con lo que dejamos en el bar, seguir conversando, a eso me refiero. Me gustaría ayudarte, en verdad.
Mi mente ya estaba imaginando otras cosas. Qué mal pensada soy.
―Ah… ―artículo solamente mientras me giro. Mejor pongo otra expresión y digo algo más, si no va a creer que soy una pervertida. ―Ya es tarde, ¿no? ―le recuerdo. ―Mañana debo salir temprano.
Olvide que debo ir al apartamento de Paul y sacar mis cosas antes de que él me eche. No estoy dispuesta a pasar por otra situación vergonzosa; aparte de eso, mi estancia aquí finaliza mañana temprano, y tampoco quiero ser echada de ningún otro sitio. Ya tuve suficiente de pasar por escenas vergonzosas, al menos por ahora las puedo evitar.
―Entiendo, ―asiente, apretando los labios, pero al final de eso sale una pequeña sonrisa. ―Entonces te dejo para que descanses.
No digo nada, yo también asiento y me dirijo hacia la puerta para introducir la tarjeta y abro mi puerta. Cruzo el umbral, me detengo antes de cerrar y lo miro.
―Gracias por esta noche ―le digo con sinceridad. ―La pasé muy bien. Buenas noches, Henry.
―Buenas noches para ti también, Leila ―contesta con una bella sonrisa. Y luego se va.
En lugar de entrar, me quedo mirando su figura. Es tan alto y su espalda es algo ancha de arriba, no me di cuenta de que lleva puesto un traje; su saco azul oscuro está abierto y su cabello castaño es un poco desordenado, como si hubiera pasado los dedos varias veces. En pocas palabras, Henry es un hombre muy guapo, tanto que cualquier mujer se puede enamorar con solo mirarlo, excepto yo.
Si no estuviera enamorada y dolida por alguien que acaba de echarme de su vida, tal vez hoy me hubiese enamorado a primera vista de este hombre caballeroso.
LEILA Escucho un ruido. Me muevo, aún somnolienta. Esto me hace recordar mi ubicación. Me levanto de un salto y noto que el teléfono de la habitación está sonando. Entonces, eso era lo que generaba tanto ruido. ― ¿Hola? ―Alzo el auricular para responder. Una mujer me habla al otro lado, informándome sobre mi breve estadía en el hotel. No era necesario que me recordaran que debía desocupar la habitación en menos de una hora. ¿Qué? Me levanto por completo de la cama y me siento en el borde, me froto los ojos para quitarme el sueño. Miro el reloj digital que está en la mesita de noche y verifico la hora. Efectivamente, solo me quedan unos minutos para salir de aquí. ¿Cómo es que pude quedarme dormida? Aparto las sábanas con unos manotazos y vuelvo a colocar el teléfono en su lugar. Corro hacia el armario y saco mi maleta junto con toda mi ropa y otras pertenencias que había traído conmigo. Qué vergüenza parecerá si me echan a la calle. Inmediatamente, me pongo a trabajar en mi equip
HENRY—No voy a dejarle mi herencia a ese inútil —expreso mi abuelo con alteración. —Te consigues un hijo a la de ya, o pierdes mi fortuna. —Suelta esa amenaza que ha usado durante meses.Más bien lleva un largo tiempo haciéndolo. ¿Qué va a pasar si le cuento lo de Kendra? Que me dejó y ya no quiere saber nada de mí. Pueda que en algo le agrade la noticia, pero se enterará también que ya está más lejos de tener un bisnieto por parte mía.—Abuelo, tú no te vas a morir.—Tú qué sabes —lanza un ademán en el aire, como de costumbre. —Nadie tiene la vida asegurada, y no me vengas con esa estúpida frase: tú duraras mucho y nos enterraras a todos —hizo un intento de imitar.—Solo digo que —suspiro. —Todavía no es tu turno, te faltan varios años.—No eres Dios para saber eso, así que no me lances tus sermones, jovencito, solo yo puedo llamarte la atención a ti, no tú a mí. ¿De cuándo acá los patos le disparan a las escopetas? —añade con desdén. —Déjate de palabrerías y mejor ve a hacer un her
Tres meses después.LEILAMis pies ya no aguantan más y mi cabeza da vueltas con un mareo violento. Dejo caer las cosas que sostengo, sin prestar atención al sonido de las botellas de plástico y al líquido derramándose.El mareo me invade y mi vista se nubla mientras mi oído se agudiza.¿Qué me está pasando? ¿Por qué me siento mareada?Hace aproximadamente dos horas desayuné y me tomé mi tiempo de descanso. De repente, esta sensación desagradable se apodera de mí. No entiendo por qué. He asistido a todas mis revisiones prenatales cada cuatro semanas, y según la doctora, todo está bien con mi embarazo.Como puedo, busco algo a tientas para apoyarme. Encuentro la firme y fría cerámica, que parece ser el lavamanos del baño, y me aferró al borde como si fuera un salvavidas. Sin embargo, el mareo regresa con una corriente más intensa, y todo se vuelve oscuro en cuestión de segundos.*****HENRYDebería volver a Los Ángeles. Pero no puedo decirle no al abuelo; él no puede venir a este tipo
LEILA Un sonido extraño se escucha a lo lejos; no logro reconocer qué es. Cada vez es más claro, como si se acercara hasta mí, hasta el punto de volverse molesto. Comienzo a mover los ojos; una pesadez se posa sobre mis párpados y me cuesta abrirlos por completo. Después de un buen rato, consigo medio abrirlos, y una luz intensa me hace cerrarlos de nuevo.Suelto un pequeño jadeo de dolor mientras toco mi frente. Siento algo enredado en ella, ¿un pañuelo o un vendaje? No sé, solo percibo una tela suave.—¿Ella se encuentra bien? ¿No habrá complicaciones? —Logro reconocer un poco esa voz.—La paciente estará bien, solo debe reposar por un par de semanas, no hacer esfuerzos y mucho menos trabajar. —Alguien le responde, pero no la reconozco. —Solo hay un pequeño problema…Me obligo a abrir los ojos de nuevo. Mis párpados caen, y los mantengo así hasta que se acostumbran a la luz. Mientras tanto, me concentro en esa conversación.—¿Cuál es? —por fin, la voz es clara, y compruebo que es N
LEILAEstoy a punto de quedarme dormida cuando percibo el sonido de la puerta de la habitación donde aún sigo hospitalizada. Levanto la cabeza y observo a una enfermera que entra acompañada por un hombre.¿Quién será y qué hace aquí?El hombre es alto y viste un pantalón oscuro y una camisa blanca de botones, con las mangas remangadas. Detallo su apariencia mientras conversa con la enfermera junto a la puerta, dejándome ver solamente su espalda ancha. Cuando finalmente se gira, puedo ver su rostro.La confusión me invade, ya que su rostro me resulta familiar, aunque no puedo recordar de dónde. Puede ser debido al golpe en la cabeza que afectó algunos de mis recuerdos. Sin embargo, no olvidaría fácilmente a alguien como él, aunque lo haya visto solo una vez en mi vida.Es atractivo, con ojos verdes profundos, una barbilla firme y una barba corta y bien cuidada. Su peinado corto hacia atrás y su altura sobresalen. Su físico, marcado a través de la tela de la camisa, es impresionante.Se
LEILAMe desperté esa mañana en la habitación del hospital, sintiéndome aliviada de que finalmente me hubieran dado de alta. Mi embarazo está progresando normalmente y no hubo ninguna complicación por la caída, aunque no fue fuerte, fue más el golpe que me di en la cabeza, incluso la doctora me dijo que puedo tener falta de recuerdos cortos, no es como olvide mi nombre o mi vida, solamente no recordaré sucesos que vivir en los últimos meses, no todos, pueden ser solo ciertas partes.Por un instante, estuve emocionada por regresar a casa, pero recordé que ya no estoy con Paul, esa es una de las partes que mi mente olvidó un poco, de repente vienen imágenes a mi mente, de un restaurante, luego él y yo, discutiendo algo y después me vine a la mente lo de mi embarazo y que estuve apunto de contárselo.Lentamente, mis recuerdos actuales llegan, pero lo hacen en fragmentos, y se me complica armarlos.Ahora lo que me preocupa son las indicaciones que me han dado. Tengo que tomar reposo duran
LEILAA medida que pasan los minutos, mi mente vuelve a divagar sobre ese hombre misterioso y la empresa que pagó mi deuda. Decido investigar por mi cuenta, aunque sea un poco, solo para tratar de conseguir una pista. Cuando Nelly se va a su habitación, me dirijo a la mía y saco mi teléfono celular del bolso para empezar a buscar información sobre la compañía en Internet. Encuentro su página web y navego por ella, leyendo sobre sus servicios y proyectos.De repente, una foto en la sección de “equipo” llama mi atención. Es él, el hombre que pagó mi cuenta del hospital. Su nombre es Henry Koeman y es el director general de la empresa LuxeResorts Group. Ni siquiera conocía el nombre de la compañía del hotel donde trabajo. La imagen coincide perfectamente con el hombre que vi en mi habitación.Mi corazón se acelera y siento una extraña mezcla de emociones. ¿Por qué un director tan importante de esa empresa me ayudó de esa manera? ¿Qué relación tenemos? Mis recuerdos siguen fragmentados y
LEILA—Eso suena genial, gracias por la invitación —respondo con una sonrisa agradecida.Audrey asiente con entusiasmo y se dirige hacia la puerta.—Perfecto, entonces vamos a buscar algo delicioso para comer. Conozco un lugar no muy lejos de aquí que tiene unos sándwiches increíbles —dice mientras abre la puerta.Salimos juntas del apartamento y caminamos hacia el pequeño estacionamiento que tiene el edificio. El aire fresco y el sol de la mañana hacen que todo sea más agradable. Mientras nos dirigimos a su auto, Audrey y yo conversamos sobre varios temas, entre ellos menciona la empresa de su prometido, de la cual me contó Nelly.—Así que, ¿qué te trajo a esta ciudad? —pregunta Audrey con curiosidad. —Nel me dijo que eras modelo, antes de tu embarazo.Eso me hace recordar mi vida pasada, la que no hace mucho tiempo dejé atrás.—Perdón, ¿fui indiscreta? —Creo que percibió algo de mi melancolía o tal vez mi expresión lo dijo todo.Subimos a su auto, que a mi parecer es bastante sencil