LEILA Un sonido extraño se escucha a lo lejos; no logro reconocer qué es. Cada vez es más claro, como si se acercara hasta mí, hasta el punto de volverse molesto. Comienzo a mover los ojos; una pesadez se posa sobre mis párpados y me cuesta abrirlos por completo. Después de un buen rato, consigo medio abrirlos, y una luz intensa me hace cerrarlos de nuevo.Suelto un pequeño jadeo de dolor mientras toco mi frente. Siento algo enredado en ella, ¿un pañuelo o un vendaje? No sé, solo percibo una tela suave.—¿Ella se encuentra bien? ¿No habrá complicaciones? —Logro reconocer un poco esa voz.—La paciente estará bien, solo debe reposar por un par de semanas, no hacer esfuerzos y mucho menos trabajar. —Alguien le responde, pero no la reconozco. —Solo hay un pequeño problema…Me obligo a abrir los ojos de nuevo. Mis párpados caen, y los mantengo así hasta que se acostumbran a la luz. Mientras tanto, me concentro en esa conversación.—¿Cuál es? —por fin, la voz es clara, y compruebo que es N
LEILAEstoy a punto de quedarme dormida cuando percibo el sonido de la puerta de la habitación donde aún sigo hospitalizada. Levanto la cabeza y observo a una enfermera que entra acompañada por un hombre.¿Quién será y qué hace aquí?El hombre es alto y viste un pantalón oscuro y una camisa blanca de botones, con las mangas remangadas. Detallo su apariencia mientras conversa con la enfermera junto a la puerta, dejándome ver solamente su espalda ancha. Cuando finalmente se gira, puedo ver su rostro.La confusión me invade, ya que su rostro me resulta familiar, aunque no puedo recordar de dónde. Puede ser debido al golpe en la cabeza que afectó algunos de mis recuerdos. Sin embargo, no olvidaría fácilmente a alguien como él, aunque lo haya visto solo una vez en mi vida.Es atractivo, con ojos verdes profundos, una barbilla firme y una barba corta y bien cuidada. Su peinado corto hacia atrás y su altura sobresalen. Su físico, marcado a través de la tela de la camisa, es impresionante.Se
LEILAMe desperté esa mañana en la habitación del hospital, sintiéndome aliviada de que finalmente me hubieran dado de alta. Mi embarazo está progresando normalmente y no hubo ninguna complicación por la caída, aunque no fue fuerte, fue más el golpe que me di en la cabeza, incluso la doctora me dijo que puedo tener falta de recuerdos cortos, no es como olvide mi nombre o mi vida, solamente no recordaré sucesos que vivir en los últimos meses, no todos, pueden ser solo ciertas partes.Por un instante, estuve emocionada por regresar a casa, pero recordé que ya no estoy con Paul, esa es una de las partes que mi mente olvidó un poco, de repente vienen imágenes a mi mente, de un restaurante, luego él y yo, discutiendo algo y después me vine a la mente lo de mi embarazo y que estuve apunto de contárselo.Lentamente, mis recuerdos actuales llegan, pero lo hacen en fragmentos, y se me complica armarlos.Ahora lo que me preocupa son las indicaciones que me han dado. Tengo que tomar reposo duran
LEILAA medida que pasan los minutos, mi mente vuelve a divagar sobre ese hombre misterioso y la empresa que pagó mi deuda. Decido investigar por mi cuenta, aunque sea un poco, solo para tratar de conseguir una pista. Cuando Nelly se va a su habitación, me dirijo a la mía y saco mi teléfono celular del bolso para empezar a buscar información sobre la compañía en Internet. Encuentro su página web y navego por ella, leyendo sobre sus servicios y proyectos.De repente, una foto en la sección de “equipo” llama mi atención. Es él, el hombre que pagó mi cuenta del hospital. Su nombre es Henry Koeman y es el director general de la empresa LuxeResorts Group. Ni siquiera conocía el nombre de la compañía del hotel donde trabajo. La imagen coincide perfectamente con el hombre que vi en mi habitación.Mi corazón se acelera y siento una extraña mezcla de emociones. ¿Por qué un director tan importante de esa empresa me ayudó de esa manera? ¿Qué relación tenemos? Mis recuerdos siguen fragmentados y
LEILA—Eso suena genial, gracias por la invitación —respondo con una sonrisa agradecida.Audrey asiente con entusiasmo y se dirige hacia la puerta.—Perfecto, entonces vamos a buscar algo delicioso para comer. Conozco un lugar no muy lejos de aquí que tiene unos sándwiches increíbles —dice mientras abre la puerta.Salimos juntas del apartamento y caminamos hacia el pequeño estacionamiento que tiene el edificio. El aire fresco y el sol de la mañana hacen que todo sea más agradable. Mientras nos dirigimos a su auto, Audrey y yo conversamos sobre varios temas, entre ellos menciona la empresa de su prometido, de la cual me contó Nelly.—Así que, ¿qué te trajo a esta ciudad? —pregunta Audrey con curiosidad. —Nel me dijo que eras modelo, antes de tu embarazo.Eso me hace recordar mi vida pasada, la que no hace mucho tiempo dejé atrás.—Perdón, ¿fui indiscreta? —Creo que percibió algo de mi melancolía o tal vez mi expresión lo dijo todo.Subimos a su auto, que a mi parecer es bastante sencil
LEILASalimos del café y nos dirigimos de regreso al auto. El sol sigue brillando y el aire fresco llena mis pulmones, dándome una nueva perspectiva sobre todo lo que ha ocurrido.—Audrey, en serio, gracias por todo. Ha sido un día fantástico y lo necesitaba más de lo que creía —le digo sinceramente mientras nos acercamos al coche.Ella sonríe, una sonrisa que parece irradiar una luz cálida y reconfortante.—De nada, me alegra haberte hecho sentir bien. Y recuerda, estoy aquí para lo que necesites —responde, abriendo la puerta de su auto.De vuelta en el vehículo, continuamos nuestra conversación, esta vez sobre cosas más ligeras. Hablamos de nuestros días y cosas que hacemos en nuestro tiempo libre. Me sorprende lo fácil que es hablar con Audrey, como si nos conociéramos de toda la vida.—Y dime, ¿cuáles son tus planes para el resto del día? —me pregunta mientras conduce.—Creo que descansar un poco. No quiero agotarme demasiado, especialmente ahora. —Miro por la ventana, disfrutand
HENRYCuando vengo de visita a Manhattan, suelo verme con Daniel en uno de los restaurantes de mis hoteles. Como le dije que estaba en la ciudad, se molestó un poco porque no le avisé con antelación, aun así, aceptó mi invitación a cenar. Ahora estoy esperándolo en el bar del restaurante, nuestro lugar habitual. No será una cena, serán unos tragos y una charla tranquila para ponernos al día.—Hasta que te dejas ver, mal amigo —saluda Daniel al llegar.—También me da gusto verte —le respondo, y nos saludamos de mano y abrazo como siempre que nos vemos.—Finalmente podré tener un respiro para mí —suspira Daniel mientras se deja caer en la silla alta junto a la mía.—¿Qué pasa? ¿Mucho trabajo? —inquiero.—Algo así, también están los preparativos de la boda. Apenas he tenido tiempo para llegar a casa y dormir, bueno, aunque algunas veces no se consigue mucho la segunda opción. Ya sabes, con Audrey teniéndola en mi apartamento, es imposible que duerma mis horas —guiña un ojo después de son
LEILAMe despierto sin ganas de enfrentar otro día, la tristeza y la frustración pesan sobre mí. Mi barriga crece cada día más y las oportunidades de empleo se esfuman en la misma proporción. ¿Quién querría contratar a una mujer en mi condición? Con un suspiro, me esfuerzo por salir de la cama, pero el desaliento me mantiene anclada. De repente, unos golpecitos en la puerta rompen mi letargo.—¡Leila! —la voz de Nelly, mi prima, resuena con más energía de la que siempre tiene —. ¡Levántate! Necesitas darte una ducha. Tengo una buena noticia para ti.Con un suspiro pesado, me obligo a ponerme de pie y arrastro mis pies hasta el baño. El agua caliente cae sobre mí como una cascada, llevándose consigo algo de mi cansancio. Me quedo allí bajo el chorro, intentando encontrar algo de esperanza en medio del vapor. El agua golpea mi piel y, por un momento, cerro los ojos, dejando que el sonido del agua silencie mis pensamientos.Finalmente, salgo del baño y me dirijo a la cocina. Nelly está a