—¿Daniel? ¿Qué haces con mi papá? —preguntó Yuri sonriendo una vez llegaron a la mesa reservada para ellos.
En respuesta, el dueño del café rio y dijo:
—Le hacía compañía a este buen caballero… pues llegaron tarde.
Una mueca de nervios apareció en los rostros de Dalia y Yuri, pero no en el de Rosa, quien se limitó a hacer una pose sensual y con una voz coqueta dijo:
—Bueno guapo, una belleza como esta no se hace en cinco minutos —y le lanzó un beso a Daniel.
El grupo rio por la broma y cuando la carcajada se detuvo, Yuri miró a su padre. Socorro se levantó de la silla y se irguió frente a Yuri. Por un momento su padre le pareció más alto e imponente a como lo recordaba, incluso en ese momento tenía una expresión que iba con lo que para muchos les indicaba su físico: q
Yuri y Socorro se quedaron a solas. Por un largo momento ninguno dijo nada, de seguro porque Socorro estaba esperando a estar seguro que las muchachas ya se habían alejado lo suficiente como para no escuchar lo que estaba por decirle a su hijo.El silencio de Socorro ponía a Yuri nervioso, de hecho, Yuri nunca en su vida había estado tan asustado. Él mejor que nadie sabía que no había sido un hijo fácil de criar, pero siempre que tenía un mal comportamiento, su padre más que regañarlo trataba de ser comprensivo y guiarlo por el mejor camino, aconsejándole como ser una mejor persona.El solo pensamiento de ver enojado a Socorro de verdad aterraba a Yuri.—Son un par de muchachas agradables —dijo Socorro al fin dándole la espalda a su hijo, todavía mirando el camino por el que las dos muchachas se habían ido. Ver a Socorro así de tranquilo pese a ya
Yuri iba camino al dormitorio, pensando en todo lo que su padre le había dicho. Él tenía razón, debía terminar a Dalia, no se merecía sufrir cuando el él que era ahora desapareciera, mientras más rápido terminara con esa mentira mejor… ¿pero cómo lo haría? Hasta antes de conocer a Dalia él nunca se había planteado estar en una situación de tener novia, ¡mucho menos terminarla! Qué problema…—¿Yuri? —dijo una voz que sacó al muchacho de sus pensamientos.Yuri se apuró a levantar la cabeza y frente a él, recargada bajo un farol, estaba Dalia.—Dalia… —comenzó Yuri— ¿Qué-qué haces aquí? ¿Dó-dónde está Rosa?La muchacha miró a Yuri a la cara, luego bajó la mirada y dijo:—Rosa
Dalia se apuró a sacar su cara de entre sus manos y ver a su derecha. Ahí se encontró con una mujer. Era morena y de largo y lacio cabello castaño, tenía unos ojos dorados y su delgado cuerpo estaba enfundado en un largo pero simple vestido blanco. Pese a que sonreía, había algo en ella que la ponía nerviosa… como el hecho de que nunca se había percatado de cuándo se le había acercado.—No-no es nada —dijo Dalia apurándose a limpiarse las lagrimas.—Oh vamos —dijo la mujer un poco burlona y comenzando a acercarse a Dalia—, me la paso todo el tiempo enterrada entre papeleo sin oportunidad de cumplir funciones docentes y ahora que al fin tengo una, ¿me la vas a negar?Esa declaración confundió a Dalia.—¿A qué se refiere? ¿Quién es usted?La mujer rio ante la pregunta.&
Yuri caminaba con la cabeza gacha, mientras varias lágrimas rodaban por sus mejillas. Se sentía miserable, el peor ser humano del planeta, ¿cómo había podido hacerle eso a alguien que le quería? ¿A alguien que él quería? Sabía que lo había hecho por una buena razón, ahorrarle a Dalia sentir la desaparición de la persona que él era ahora, pero aún así…En ese momento algo ocurrió que sacó a Yuri de sus cavilaciones: se escuchó un grito, un grito cuyo timbre de voz era el de…—¡Dalia! —gritó con el corazón latiéndole a mil por hora.Sin perder un segundo dio media vuelta sobre sus pasos y comenzó a correr en dirección a dónde había dejado a Dalia. Con el corazón en un puño, no dejaba de preguntarse qué le habría podido pasar p
En cuanto abrió los ojos, Yuri se reincorporó, pero de inmediato lo lamentó, pues su abdomen le dolió horrores. Abrió los ojos y se encontró con el torso desnudo, solo con su bra y el abdomen envuelto en vendas. Miró en dónde se encontraba: una habitación de madera pulida con muebles muy finos como la cama en la que estaba. No necesitaba ver los cuadros en la pared con fotos del dueño para saber en dónde estaba, pues ya había estado ahí cuando se cambió para su cita con Dalia. Era la habitación de Daniel en Sweet Valerian.—Con cuidado —dijo alguien a su lado—, te golpearon muy duro. Por suerte el café de Daniel estaba cerca, hubiera sido muy problemático llevarte a la clínica o mínimo a tu dormitorio.Yuri giró la cabeza y a su lado se encontró con su padre. En ese momento por su cabeza pasaron las palabra
Dalia comenzó a recuperar la consciencia. Le dolía el cuerpo y conforme fue siendo más consciente de su alrededor se dio cuenta de la razón del dolor: estaba acostada en un duro suelo de piedra. De inmediato abrió los ojos y se reincorporó, mirando hacia todos lados para ver en donde se encontraba.Aunque ya era de día y por lo tanto podía ver a la perfección, le costó reconocer el lugar en el que estaba, no porque el lugar fueran ruinas que daban la impresión de estar así desde hacía años, sino porque el lugar no se parecía en nada a algo que hubiera visto alguna vez en su vida, lo más con lo que podía relacionarlo, era como una versión miniatura de la catedral de San Patricio en la ciudad de Nueva York a la que había ido alguna vez en compañía de sus padres… pero a diferencia de esa catedral que estaba ricamente adornada c
—Patrick y yo hicimos buena amistad rápidamente y comencé a ayudarle con sus investigaciones con este lugar, pero yo triunfé donde él falló. Tal vez a razón de que yo estaba rodeado por magia dada mi maldición, pude acceder a algunos secretos de este lugar que rebosa de magia y aprender… algunos trucos, como el que me ha permitido que tú y yo ahora estemos hablando.Dalia se sorprendió por esas palabras.—¿Eres inmortal? —preguntó. José María rio con burla y dijo:—Yo no diría eso. Digamos que encontré una forma de… alentar mi tiempo. Por tal razón aunque han pasado cien años, apenas me veo como si estuviera en mis veintes. Pero para lograr este milagro, tuve que hacer varios preparativos, comenzando porque acepté casarme con Patrick… y tener su descendencia.José María rio
Justo en ese momento, Daniel había terminado de contar una historia que sí bien algo diferente en su narración, contenía la misma información que José María le estaba dando a Dalia.Yuri reflexionó todo lo que había dicho el chef, apretó los puños sobre las cobijas y mirando furioso a su padre dijo:—No puedo creer que te hayas prestado para este juego enfermo. No sólo le diste cuerda a las maquinaciones de ese loco, ¡también pusiste en riesgo una vida inocente!Socorro torció la boca y miró para otro lado. Luego dijo:—Si bien sabía lo que podía pasar, al final del día deseaba tener hijos al lado de la mujer que amaba. Tenía la esperanza de que mi descendencia fuera una niña… pero te imaginarás mi terror cuando vi que eras un niño. Aún así, te amé como no ti