Sos mi esposa

Por Gonzalo

-Eli..

-Salí de mi habitación.

-Sabés que ni vos ni yo queremos eso.

Me acerqué, no iba a irme.

-Te amo.

Le dije.

-No, Gonzalo, no te equivoques.

-Eli, cielo…

La besé, desesperado, mordiéndole los labios, gimiendo roncamente.

Verla desnuda me deslumbró como la primera vez.

La soñé tanto que al verla no podía ni quería dominar mi excitación.

Cada noche que no la tenía, estaba muerto en vida por ella.

Necesitaba acariciarla, sentir su piel.

No sé en qué momento terminé desnudo, fundiendo su piel con la mía.

La besé como siempre, como antes, bebí de ella hasta la última gota de pasión.

La sentí obnubilada en mis brazos.

Tomé de mi cajón del lado donde solía dormir yo, un preservativo espero que no estén vencidos, eso lo pensé después, en ese momento no podía pensar en nada más que enterrarme en ella.

Era puro fuego.

¡Cómo la extrañé! Mucho más de lo que creía.

Era perfecta nuestra unión, llena de pasión y de deseo.

Penetrarla a ella era besarle el alma, era tocar el cielo con
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