Vicenzo.Conduje hasta casa, tratando de concentrarme en la carretera y no en la mano de Ellie Stewart jugando con mis pantalones y el inicio de mi cinturón.Busqué las llaves del apartamento en el bolsillo de mi traje y entramos lo más rápido que nos fue posible.-No sabes todo lo que quiero hacer contigo hoy...-mordió el lóbulo de mi oreja-Y si no me has permitido tener sexo contigo en el auto, será mejor que me dejes hacértelo en la bañera.Me mordí el labio traviesamente, mientras la dirigí a la habitación antes mencionada.Fue en ese jodido momento que caí en cuenta acerca que no podía tener sexo con ella en ese estado, porque a pesar que ella deseaba que la tocara, ella por dentro no se encontraba bien y estaba claro que no iba a disfrutarlo. Solo quiero que ella se sienta bien y la única forma de hacerlo es teniendo un momento íntimo en el que podamos hablar de lo que ha sucedido.-Ellie, déjame verte y conocerte. Déjame aspirar a poseerte y a tenerte para mí -entrelacé nuestra
Ellie.No he estado tan feliz en demasiado tiempo, ya ni siquiera recuerdo la última vez que sonreí genuinamente.Quise comenzar el día con el pie derecho.Me desperté muy temprano por la mañana, me vestí lo más pronto posible y cuando fue hora de irnos, nos dirigimos a la oficina para dar inicio a nuestra jornada laboral.Vicenzo entró a su despacho y yo, por mí parte, me quedé en el lugar de Valentina debido a que necesitaba proponerle algo.—Valentina, corazón, Vicenzo me ha dicho que le gustaría darme un escritorio o una oficina para que pueda trabajar cómodamente, sin embargo, si soy honesta quiera trabajar cerca de ti, colocando la mesa acá enfrente. No sé lo que pienses sobre ello, y si mi petición te molesta —fui educada ya que mi intención no era incomodarla en ningún sentido.—¡Por supuesto que no me molesta! Necesito admitir que me he llevado muy bien contigo y que no me hará nada mal contar con la compañía de alguien más mientras estoy en el trabajo —me sonrió escribiendo
Vicenzo.Dejé de escribir en mi computadora portátil en cuanto el sonido de la puerta de la oficina abriéndose me distrajo. Levanté la mirada y me encontré con la mirada altiva de mi hermana, Alessandra Coppola.—Buenas noches, Vicenzo...—arrastró las palabras poniendo su bolso de cuero sobre el sofá y sentándose frente a mí. Busqué una botella de vino para servirle un poco lo más pronto posible.—Buenas noches Alessandra...—voy a ser honesto, no me agrada en lo absoluto que ella esté acá debido a que nuestra relación de hermanos es la peor de todas seguramente—¿Puedo saber qué te trae por aquí? Casi nunca nos vemos y el que vengas a visitarme a mi oficina me resulta extraño en varios sentidos.—Tengo algo que decirte, y es importante, tanto que tuve que venir hasta tu oficina para ser capaz de hablar contigo —farfulló con molestia. Ay, Alessandra eres la única mujer que puede sacarme de mis casillas cuando le dá la gana.Enarcó una ceja y soltó un suspiro.Cuando ella hace aquello, s
Ellie.—¿Acaso crees que voy a entrar a una tienda sexual? —Le susurré en el oído, muerta de la vergüenza. No estaba lista para pasar por algo como eso, no importa que haya aprobado entrar en este mundo del BDSM.—Básicamente es una Sex Shop —me interrumpió con una sonrisa de lado.—Es lo mismo, pero, en inglés —le di un golpe en el hombro y lo abracé, intentando ocultar mi rostro sonrojado en su pecho—No tengo cara para entrar a un lugar como este, no me quiero ni imaginar el tipo de cosas que encontraremos allí dentro...—Ellie Stewart no te hagas la inocente. No eres ninguna santa si te atreviste a aceptar ser mi sumisa —me guiñó el ojo—No hallarás más que artículos que puedan ayudarme a darte placer, eso es todo.—Cierra la boca, hoy ha sido un día lleno de emociones —suspiré. Realmente he tenido que entender varias cosas en pocas horas y aunque estoy entusiasmada por conocer todo lo que este hombre tiene para ofrecerme, también me asusta un poco —Nunca en toda mi vida he visitado
Vicenzo.Sé que Ellie no está del todo bien y de igual manera, sé que hay algo que me está ocultando y no la voy a obligar a que me cuente sobre ello, al menos no hoy. Llegamos a casa muy tarde así que no hicimos más que dormir lo más pronto posible.El domingo por la mañana, me levanté muy temprano para poder iniciar mi día leyendo un libro tal como solía acostumbrar, y después de varias horas, me dirigí al dormitorio.—Iré a darme una ducha por si me necesitas —me avisó Ellie y asentí, tomando asiento en la cama y comenzando a navegar en mi teléfono en lo que ella volvía.Después de lo que pareció una eternidad, Ellie terminó de darse un baño y lo supe porque el sonido de la ducha se detuvo. El sonido del tocador abriéndose, el cual habíamos adquirido muy recientemente, causó que regresara a ver, encontrándome con una de las mejores vistas.Ella estaba medio desnuda.Por supuesto, no era como si ya no la hubiera visto en ropa interior o incluso desnuda, no obstante, el conjunto de l
Ellie.Ahora de actuar, Ellie Stewart.—Vitoria, es un placer volver a verla —abracé a la madre de Vicenzo, y fue entonces que me di cuenta que también se encontraba el señor Fabrizio—Oh, señor Frabrizio es un gusto de igual manera. Disculpen si tardamos en abrir la puerta, puesto que estaba tomando una ducha y Vicenzo se concentra demasiado cuando lee.—Conozco a mi hijo así que no me toma por sorpresa que se olvide del mundo mientras lee —rodó los ojos.Tomamos asiento en la sala, y honestamente estaba pensando en todo menos en la boda. Estuvimos por horas hablando acerca del vestido, de la decoración del lugar y en como una señorita llamada Heaven Duch iba a ser contratada para que pudiéramos tener la mejor de las bodas, hasta que algo de lo que dijo cautivo mi atención por completo.—Japón es un destino agradable para celebrar una boda —Vitoria propuso y tragué saliva debido a que no deseaba en lo más mínimo ir a Japón puesto que cabía la posibilidad de encontrarme con él. Aunque
Vicenzo.—Este anillo te queda muy bonito —le dije a Ellie en cuanto entramos al restaurante del hotel Clarck, lugar en el que íbamos a reunirnos con la mujer que organizaría nuestra boda, la señorita Heaven Duch. Ya era una realidad que estábamos a punto de casarnos, a pesar que suena como una locura y vaya que lo es. Pero, la vida siempre requiere de sacrificios que valgan la pena.—Ni me lo recuerdes...—bromeó—No sé cómo te has atrevido a gastar tanto dinero en un anillo para un matrimonio falso. Oh, y por cierto, no olvides que debemos tener en cuenta todo el tiempo este asunto de la separación de bienes, porque no quiero recibir nada que no me pertenezca ¿Estás de acuerdo conmigo?Asentí, ya habíamos hablado de ello así que no me preocupe por darle una respuesta.—Digamos que se debe a que me gustas mucho —besé su mejilla y en ese instante apareció la señorita a la que estábamos esperando.Heaven era una mujer alta y atractiva, de cabello castaño más abajo de los hombros, ojos c
Ellie.El asunto de la boda estaba terminando con la poca cordura que me quedaba. Me encontraba envuelta entre vestidos de tela fina que representaban un gasto de miles de dólares, sin tomar en cuenta la temática de la boda, el costo de los asuntos legales, los invitados, las damas de honor, las que por cierto terminaron siendo la hermana de Vicenzo, Valentina y otras compañeras de la empresas. Porque sí, soy una mujer con una nueva vida que no conoce a muchas personas.Y bueno, ahora estoy frente a la puerta de mi casa para hablar con mi querida madre.—¿Te sientes lista para conversar con ella? —Heaven inquirió a mi lado. Nos encontrábamos en Londres para resolver el problema que tenía con mis papeles para el matrimonio.—Qué sea lo que Dios quiera —suspiré—Deséame suerte.Toqué el timbre de la puerta y esperamos a que mi madre nos recibiera.—Ellie Stewart, no sé qué te trae por aquí cuando hemos dejado en claro que no tenemos ningún parentesco —mi grandiosa madre nos abrió la puer