Los Cárpatos, aquella extensión de montañas muy reconocida en todo el mundo, escenario de muchos mitos y leyendas, tierra legendaria y misteriosa de Rumania protagonista de los mas horridos cuentos que desde tiempos remotos atemorizaban a los seres humanos, en la actualidad, era un buen lugar para dar un paseo, planificar un largo viaje y organizar un tour a través de sus viejas leyendas, Arlina disfrutaba de la vista que se apreciaba a través del cristal en la ventana, viajaba en una demasiado oscura camioneta que guardaba un compartimiento especial para el Conde de Bourgh quien no podía recibir la luz del sol, junto a su hermana Senka y el compañero de esta, Isobel Bennet conducía, viajarían primero hasta Brasov y después de allí se internarían en medio del verdoso paraje de las montañas, estaban en busca de un personaje legendario, un hombre bíblico, el primer hijo Adam y Eva, el pri
El olor a pino de bosque inundaba cada uno de sus sentidos, la luz del sol bañaba el valle de manera solemne y maravillosa, regalando a la vista un espectáculo de belleza sin igual, le recordaba a su hogar, aquellas tierras de las que no debió haber salido nunca cuando Alejandro O´Neill le aseguro que nada malo ocurriría, había sido arrebatada de manera vil y atroz de su manada, aquella de parias, rechazados por sus castas como ella lo había sido, no tenia idea de como estaban todos ellos, era su líder, pero gracias a Arlen Levana y la maldita marca que había dejado en su cuello, no podía marcharse y regresar con ellos, odiaba aquellas estúpidas cosas, hechizos, magia antigua y todo lo demás, que deliberadamente en tiempos antiguos habían decidido que las hembras se sometieran a la voluntad de sus machos sin posibilidad de oponer resistencia, aquella marca, conjuro infame, lazo de sangre prácticamente irrompible que la condenaba a seguir cada uno de los pasos de Arlen a donde quiera q
No le agradaba demasiado tener que tolerar la presencia de tantos niños vampiro que pasarían casi desapercibidos de no ser por su extraordinaria belleza, los hijos de Nicholas Sallow eran un dolor en el trasero, uno demasiado grande, aun siendo vampiros, su mente seguía siendo la de un infante caprichoso, verlos alimentarse era poco mas que desagradable, no eran refinados a la hora de comer, masacraban de manera atroz a sus víctimas, sin embargo, parte de aquella alianza que lo ayudaría a obtener a Arlina para si mismo, era ayudar a esa mujer vampiro que usaba hábitos de monja a vigilar que los hijos del príncipe del fuego no causaran demasiado revuelo en los pueblos vecinos, al menos durante el periodo en que se tenía todo preparado para el viaje, esa noche finalmente saldrían a internarse en lo profundo de los Cárpatos, lugar donde, aseguraba el joven príncipe, el llamado Dragos Albescu, el primer hijo de
El olor a pino y bosque emanaba con libertad y se intensificaba con el aroma propio de la lluvia, los viejos y vetustos arboles daban fe de que aquellas tierras no eran visitadas por seres humanos…de ser así, todo lo único que podría apreciarse alrededor seria devastación, aquellos vastos territorios eran los dominios de un lobo hibrido de los más antiguos, su manada era mas bien salvaje, rechazaban por completo vivir en las ciudades humanas y mas aun, mezclarse con ellos, se sentían de linaje con sangre puro sin serlo, no existían mas lobos que no tuviesen humanidad en sus venas salvo su familia, los Levana, por ello, era imprescindible el aparearse con Arlina, eran los únicos que podían perpetuar el linaje de sangre pura, eran los únicos que quedaban para hacerlo…mirando a la loba de hermosa y tersa piel morena que caminaba a su lado con su vista clavada directo al frente, medito en lo que comenzaba a experimentar junto a ella, el sexo a su lado era delicioso, no tenia que conteners
Las vistas que los montes de los Cárpatos regalaban, eran un espectáculo de colores y formas sin igual, la luz dorada del sol, hacia que aquella belleza natural se sintiera mas viva que nunca, Arlina disfrutaba de aquellas vistas sintiéndose en completa calma, al menos por ese momento, no sentía que se debiera a nada ni nadie, era una sensación de libertad indescriptible, igual a la que siempre había deseado sentir, o, al menos, eso creía ella, nunca se había sentido libre, siempre había sido prisionera sin saberlo en los dos acontecimientos mas grandes de su vida, primero, con sus padres, que deliberadamente planeaban unirla a su gemelo, luego, con Alejandro, aquel que siempre se sintió con el derecho de gobernar sobre ella, que le impuso su amor como una condición para liberar a su hermano, estaba harta, realmente harta de todo aquello, de ser una mujer cautiva en un sentido o en otro, de nunca poder vivir a plenitud su vida, de siempre sentirse a la deriva a la voluntad de otros y
El sonido del agua corriendo en aquel rio de agua limpia, lo hacía relajar de cierta manera sus sentidos, aquel, era de los pocos que aún quedaban sin contaminación, lejos de la crueldad de los humanos, el padre de Halia, sin duda alguna, sabía lo que realmente tenía importa, aquel lobo viejo que se rehusaba a usar su forma de hombre, lo miraba con enojó, con recelo, era obvio que no sería bien recibido en las tierras de la manada de Halia, aunque, aquello poco le preocupaba, no tendrían más opciones que las de someterse a su voluntad. - Entonces señor Levana, ¿Nos dirá a qué razones debemos su demasiado repentina visita? - cuestiono el viejo lobo con desdén.Mirando a aquel lobo, el líder del clan Addae, sonrió, todos los que actualmente y gracias a la caída de su linaje, que gobernaban a las manadas de lobos, se sentían con un poderio que no tenían ni tendrían jamás, los únicos que nacían con el derecho a gobernar, eran los Levana, los únicos que tenían sangre pura y no tenían una
Hubo una vez, hace demasiado tiempo ya, un mundo donde solo había caos, no existía nada más, solo un caos que perduraba en la eternidad...sin embargo, en medio de aquel caótico mundo, dos entidades, sin saber de dónde, o porque, aparecieron.....Luz y Oscuridad...era el nombre que recibían esas almas extrañas que de la nada surgieron, con su llegada, el caos fue desapareciendo, dando paso a una nueva era donde comenzó a existir el orden, y, entonces, aquellas almas tomaron posición como dioses de aquel mundo, a partir de Luz y Oscuridad se creó la vida, y con ella muchos otros dioses, pero el caos, celoso de aquel mundo feliz que habían creado les observaba en la distancia, esperando una oportunidad para retomar el mundo que sentía, por derecho, le pertenecía genuinamente a él.Luz y Oscuridad convivían en armonía con todos los demás seres de la creación, hasta que un día nació la criatura que ambos dioses consideraron su creación más perfecta...el ser humano. El ser humano no solo er
El amor, a veces es un sentimiento demasiado complicado, difícil de entender, misterioso e incomprensible, y a la vez, también era simple y se encontraba dentro de las razones mas absurdas, era como ir de subida y de bajada en una montaña rusa con demasiados altibajos, nunca en un curso estable…además, también hacia que las personas o criaturas hicieran las cosas mas impensables tan solo por amor…tan solo, para compartir tan siquiera un momento con aquel o aquella que les hiciera nacer tal emoción dentro de ellos, no lo comprendía, era un absurdo, un despropósito infame en el que había caído sin remedio años atrás…justo en el mismo momento en que la vio.– Pareces muy pensativo – dijo la vampiresa ataviada en hábitos de monja logrando arrebatarlo de sus pensamientos mas profundos.– Solo pensaba en Arlina, ella, es la única razón por la que estoy haciendo todo esto, nunca he amado y se que nunca amare a nadie como la amo a ella, solo es eso – respondió Alejandro sin entender muy bien
Hay recuerdos que nunca se irán, memorias que seguirán doliendo y no las puedo llorar, nunca podré perdonarte, aún cuando si me esforcé en hacerlo, aquellos horrores siguen allí, atormentandome en mis sueños, convirtiendolos en pesadillas, este sufrimiento que nunca se va, que persiste en mi mente golpeando con fuerza, aún recuerdo tu rostro mirándome con burla mientras yo lloraba en el suelo, aún recuerdo aquellas burlas, tus infinitos aires de superioridad, siempre viéndome como un objeto, inferior a ti, gran líder, el codiciado millonario, aún recuerdo cada reproche, cada burla, cada ocasión en que solo tuve tus desprecios disfrazados de falso amor y deseo...y ahora que soy yo la que yo no puede amarte más, tu niegas todo aquello, minimizando el daño que me has hecho, negandome el derecho a odiarte, diciendo que soy incapaz de sobrevivir sin ti, te odio, y también te desprecio, desprecio tu rostro, aborrezco tu voz, no tolero tu infinita arrogancia y el narcisismo que siempre has t