Capítulo 30

El amor, es un sentimiento efímero, como el tiempo, distorsionado según sea quien lo perciba, es como la parábola del gato y el ratón, para el ser humano un gato es tan solo un gato, para el ratón, el gato es un monstruo, Arlina era amada por tres hombres, sin embargo, solo aceptaba el amor de uno solo de ellos…para ellas, los otros dos eran como ese gato y ella, era el ratón.

La singularidad del tiempo es curiosa, y es que, el tiempo, es efímero, en un instante, se marchita, Alexandre O´Neill observaba el panorama de aquellas montañas boscosas, los montes Pirineos eran bastante grandes, bastante bastos, los humanos comunes no tenían ni idea de quien o que se ocultaba dentro de aquella hermosa espesura verde e imponente, sin embargo, el sí lo sabía, y por ello se encontraba allí.

Bajando del lujoso vehículo que había conducido hasta allí,

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