El amanecer de un nuevo día se asomaba por las ventanas de la habitación de Jacobo, sintiendo entre sus brazos a su Arlina, no deseaba levantarse de la cama, estaba hecho, la había marcado por completo como suya, y el, por primera vez en toda su vida, se sentía completo, extasiado por todo lo ocurrido la noche anterior, mirando el hermoso rostro de Arlina, se sentía embelesado por su belleza, nunca podría dejar de mirarle, era hermosa, la mas hermosa de todas las criaturas, apretándola mas contra su pecho, había decidido no dejarla marcharse, no podía regresar con O´Neill después de la noche anterior, le pertenecía, toda ella ya era completamente suya, alma y cuerpo de habían unido, formando un solo ser, ellos no podrían estar separados, el vínculo del lobo así lo dictaba y nada lo haría mas feliz que compartirlo todo a su lado.
– Buenos d&
El aroma delicado del te inundaba sus sentidos más profundos, hacia un buen tiempo que no disfrutaba tanto de una buena taza fuera de los confines en donde lo tenían forzado a permanecer, una sonrisa se dibujó en sus labios, los O´Neill debían estar demasiados decepcionados con su escape, pero era más que obvio que algún día pasaría, no sería un niño débil e indefenso por siempre, su sangre de lobo había despertado finalmente y su fuerza era mayor a la de cualquier otro alfa, después de todo, su linaje era el primero, el único sin la mancha de la sangre humana en su existencia, lobos por naturaleza e inmortales sin defecto alguno, los Levana era el único de los clanes que jamás se mezcló con los humanos, también, era el más antiguo de ellos, auténticos descendientes de la luna que existían desde que el mundo era mundo, nadie podr&ia
Besos apasionados, calores sofocantes que sentía, la agobiaban en demasía, el calor de su vientre exigiendo que aquel macho la tomara y la hiciera suya una y otra vez, su cuerpo dolía de deseo, de pasión frustrada, lo quería dentro de ella, quería que aquel sobre su cuerpo la tomara de una vez, que mordiese su cuello, no había razonamiento, no había nada más que solo el deseo de sacias sus bajos instintos, su mente estaba nublada, perdida en el calor de ese momento, deseando ser tomada con salvajismo, sexo duro y ardiente, la sangre en sus venas quemaba, al igual que su vientre deseoso ardía, mirando a los ojos de aquel macho sobre ella, pudo verlos con claridad, violeta como la lavanda limpia en los floridos campos, idénticos a los de ella, el cabello blanquecino, sedoso como la seda, rostro hermoso de masculinas facciones, su hermano gemelo, Arlen, tomándola como una mujer, haciéndola suya u
Tienes que venir conmigo ahora…ese no es el lugar al que perteneces, tu sitio es conmigo, permanentemente a mi lado, eres mía Arlina, lo has sido desde el momento en que juntos, abrimos los ojos por primera vez al mundo, me perteneces y pase lo que pase, te tendré a mi lado. De golpe, se había despertado de ese nuevo sueño, de esa nueva pesadilla, cada noche lo soñaba, a su hermano gemelo siendo ya un hombre adulto, haciéndole el amor, susurrando cosas a su oído, era una pesadilla interminable tras otra que parecían no tener fin, el incesto era algo repugnante, nunca podría hacer cosas tales y depravadas como esas que sus sueños vividos y morbosos se empeñaban en mostrarle, levantándose de la cama, pudo observar a Jacobo dormir, su amado piel canela parecía estar sumergido en un sueño profundo, besando su frente, se dirigió luego al
La noche había llegado, la luna de sangre se hallaba cada vez más cercana, Jacobo meditaba sintiendo a Arlina entre sus brazos, había estado actuando de manera extraña, aunque, sabiendo bien lo que estaba ocurriendo con ella y Arlen, entendía un poco de aquello, el cuerpo de su amada respondía al llamado de su gemelo, sus instintos dormidos respondían a aquel que era su supuesto destinado, pero, cierto era, que la ultima palabra aun no estaba dicha, y el, no permitiría que nadie le arrebatara a la mujer que amaba tanto.Dejándola dormida, Jacobo dirigió sus pasos hasta el estudio de su padre, había algo de lo que tenían que hablar, y su progenitor, siendo un libro antiguo como era, quizás tendría una respuesta para todo aquello que lo estaba aquejando, tocando la puerta de roble de aquel espacioso recinto, entro.– Ya te esperaba hijo, ven, siéntate, tenemos m
Las turbinas del avión la aturdían en extremo, estaban por aterrizar, lo había dicho solo hacia unos momentos atrás, aquel horrendo malestar no había abandonado su cuerpo desde que salieron de Arties, era como si le hubieran arrancado las extremidades de su cuerpo, Arlina estaba convencida de que aquel dolor no le permitiría caminar, sentía sus piernas entumecidas, adoloridas en exceso, no entendí que era lo que le estaba ocurriendo y de que manera Arlen tenia que ver con ello, había dormido solo unas cuentas horas y la pesadilla había empeorado mucho más, Arlen la había prácticamente violado en sus sueños y eso, la tenía sumamente perturbada.Jacobo observaba a la hermosa albina, lucia mucho peor de lo que estaba antes de salir de Arties, sin embargo, y según palabras de su padre, alejarla de Arlen era necesario, esperaba que aquello vampiros de los cuales su padre
Silencio, era todo lo que se dejaba sentir en medio de aquella peculiar reunión, habían llegado al pueblo de Sibiu, que se hallaba pegado a los montes de los Cárpatos, era un lugar demasiado similar a Arties, con aquel aire rustico y pintoresco y habitantes tan curiosos y supersticiosos como los había en su hogar, influenciados por las leyendas tan reales como el aire que se contaban allí, se habían hospedado en una vieja casona a las afueras del pueblo, que, según en palabras de la vampiresa que los había recibido en el aeropuerto de Brasov, una vez hacia años, perteneció a uno de los vampiros que se encontraban allí, un tal Ferka, sin duda, era bastante conveniente, pasar desapercibidos en el sitio era justo lo que necesitaban y aquella misión resultaría imposible con Arlina a su lado, la belleza única y sin igual de la loba albina no pasaba desapercibida en ningún lugar al que
Sudores fríos, respiraciones entrecortadas, una palidez mortal, hermoso rostro demacrado y permanentemente marcado por el sufrimiento, Jacobo sostenía la delicada mano de la mujer a la que amaba, mirarla sufrir era una horrida agonía propia, eran compañeros, un vínculo más allá del pobre entendimiento humano los uniría para siempre, el dolor de su hembra era suyo, no importaba que fuese una loba de sangre pura, no importaba que estuviese prometida a otro, no importaba que su legado incestuoso la forzara a pertenecer a su gemelo, él la amaba, la había amado siempre, desde aquel primer momento en que la vio por vez primera cuando solo eran unos niños, no podía dejarla así, sufriendo por causas que ni siquiera eran su culpa, Arlen la estaba torturando, enloqueciendo sus sentidos, confundiendo su alma y retorciendo su corazón, y el, completamente frustrado, deseaba entrar en medio de sus su
Una sonrisa retorcida se dibujo en su rostro, un fuego infernal y abrazador se reflejo en sus ojos violáceos, acababa de ocurrir, lo habían separado una vez mas de su hermana gemela, esta vez, arrebatándole lo único que tenia para seguir teniendo un cierto control sobre ella, sus sueños, aquellos donde la tomaba una y otra vez, donde, sin descanso, la hacía suya, el único lugar donde nadie podría interponerse, no tenia idea de donde se encontraban Arlina y el heredero Artigas, tan solo sabia que era un lugar demasiado lejano, y, al parecer, no habían ido a donde sea que fuese que estaban por mera casualidad, había alguien más, alguien poderoso, pudo sentir aquella abrumadora presencia de naturaleza similar a la suya y al mismo tiempo muy distinta, durante algunos breves instantes antes de ser violentamente expulsado de la mente de su gemela, sea quien sea que los estuviese ayudando, no era un cualquiera, er