La noche había llegado, y con ella, las memorias, memorias del piel a piel que había tenido con Jacobo Artigas, el calor subía por su cuerpo al recordar aquellos besos apasionados, aquella dureza que en el sintió, quería probarlo, saber lo que se sentiría perder la virginidad con él, pero, por alguna razón que no lograba comprender, aun cuando constantemente se encontraban a solas, el no se atrevía a dar aquel paso, y ella, quizás, era demasiado tímida para intentarlo.
Mirando el resplandor plateado de la luna, sintió un repentino mareo, un recuerdo llegaba de repente, la figura furiosa de su padre regañándola con completa ira por estar jugando con Jacobo, palabras como impuro, mala casta y demás, llegaron a ella sin entender ni recordar bien aquello, lo que significaba, ni tampoco porque su padre se había enfadado tanto por verla jugar con el apuesto moreno.
Calores sofocantes que lo asfixiaban en sus profundos sueños, sensaciones a flor de piel que lo consumían, piel tan blanca como la nieve, cremosa, divina, plasmada de la belleza pura de la luna, cabello blanco, casi como el color de la plata, ojos violeta que lo miraban inyectados de pasión desenfrenada, sus manos morenas acariciando con verdadera ansiedad, con deseo, a aquella hermosa albina que lo consumía como un abrazador fuego del que no lograba ni lograría escapar jamás, aquella intimidad, aquel botón rosado que deseaba sentir, una sensación de fuego indescriptible naciendo dentro de él, su nombre en aquellos labios sonrosados y pequeños que lo invitaba…que lo incitaban a tomarla una y otra vez para cubrir su vientre con su semilla, Arlina, solo Arlina, aquella a la que deseaba con desenfrenada pasión y que había marcado para ser por siempre suya estaba desnuda debajo de él, con s
Aquel momento en la plaza del pueblo había sido incomodo, demasiado en realidad, la tarde recién comenzaba y Arlina se sentía molesta, saludar a Jerome Artigas había sido agradable, un reencuentro completamente inesperado y casual con el hombre que la había apreciado tanto cuando aún era una niña, aquel que le había ofrecido refugio y a quien tuvo que rechazar debido a que los O´Neill tomaron a su hermano, los celos de Alejandro eran ridículos, el sabía perfectamente bien que ella jamás podría corresponder a sus sentimientos pues lo odiaba, aun así, el apuesto rubio tenía la mala costumbre de declararla como suya como si de alguna maldita propiedad se tratara, estaba harta de ello, realmente harta.Mirando hacia el techo de su alcoba, sonrió para sí misma, a pesar del desagradable momento, había visto a Jacobo aunque hubiese sido solo por un instante, d
El olor a muerte era todo cuanto se percibía en aquel sitio nauseabundo, cadáveres de animales descompuestos era todo lo que saltaba a la vista en aquel bosque de pinos oscuros, Alejandro cubría su nariz con su fino pañuelo de seda, realmente odiaba estar aquel tan asqueroso sitio, pero necesitaba aliados para lo que estaba por venir.– Entonces, podremos ser parte de los O´Neill, siempre y cuando te ayudamos a acabar al futuro alfa de los Artigas, es una apuesta arriesgada, los Artigas no son compasivos con los que son como yo, prefieren alojar a humanos antes que a su propia especie, y los O´Neill son igual, dime niño bonito ¿Por qué deberíamos arriesgarnos por una manada que promete acogernos pero que seguramente nos desechara como basura luego de que matemos al otro niño bonito? – dijo una mujer de hermosa piel morena y ojos color oro.Deseando vomitar por el nauseabundo aroma, A
Ojos de oro miraban con suma atención al joven lobo que acababa de aparecer a las afueras de la mansión O´Neill, ese era Jacobo Artigas, aquel al que debía acabar para asegurar la supervivencia de su manada de parias, era un lobo hermoso, de fino pelaje grisáceo, sin duda, un hijo de su casta legendaria, aun así, debía acabarlo.– Sera mejor que no lo intentes cachorro, no tengo nada contra ti, pero debo acabarte ahora mismo, tu sabes, en los tiempos del hombre, es difícil sobrevivir para un lobo – dijo la hermosa mujer de piel morena adoptando su forma lobezna para atacar a Jacobo.Jacobo, gruño en respuesta ante aquello, y, defendiéndose, atacaba a aquella loba misteriosa logrando herirla con facilidad en su afán de llegar hasta Arlina, lobos salían de todas direcciones comenzando a atacarlo sin piedad alguna, atacándolos a todos a la vez, la sangre comenzaba a derra
Era tan hermosa, tan suave como la había imaginado, con ojos temerosos al notar la inmensidad que estaba por introducir en la intimidad de ella, olía a pureza, a amor desmedido, estaba allí, desnuda, dispuesta para el...y el, estaba tan nervioso como adolescente que recién descubría los juegos del amor, porque de hecho, así era, nunca había visto a nadie más, nunca podría estar con nadie más, no solo por aquella marca que los unía en un voto de fidelidad eterna...la amaba, la había deseado por tanto tiempo, años y años de eterna soledad en que sentía en sus memorias el delicado aroma a flores y agua de río que ahora sentía más fuerte que nunca...allí, bajo su fuerte y poderosa complexión, estaba ella, su Arlina, aquellos salvajes hilos de plata que habían quedado esparcidos entre las finas hierbas bajo ellos, tan rebeldes como ella era...
El amanecer de un nuevo día se asomaba por las ventanas de la habitación de Jacobo, sintiendo entre sus brazos a su Arlina, no deseaba levantarse de la cama, estaba hecho, la había marcado por completo como suya, y el, por primera vez en toda su vida, se sentía completo, extasiado por todo lo ocurrido la noche anterior, mirando el hermoso rostro de Arlina, se sentía embelesado por su belleza, nunca podría dejar de mirarle, era hermosa, la mas hermosa de todas las criaturas, apretándola mas contra su pecho, había decidido no dejarla marcharse, no podía regresar con O´Neill después de la noche anterior, le pertenecía, toda ella ya era completamente suya, alma y cuerpo de habían unido, formando un solo ser, ellos no podrían estar separados, el vínculo del lobo así lo dictaba y nada lo haría mas feliz que compartirlo todo a su lado.– Buenos d&
El aroma delicado del te inundaba sus sentidos más profundos, hacia un buen tiempo que no disfrutaba tanto de una buena taza fuera de los confines en donde lo tenían forzado a permanecer, una sonrisa se dibujó en sus labios, los O´Neill debían estar demasiados decepcionados con su escape, pero era más que obvio que algún día pasaría, no sería un niño débil e indefenso por siempre, su sangre de lobo había despertado finalmente y su fuerza era mayor a la de cualquier otro alfa, después de todo, su linaje era el primero, el único sin la mancha de la sangre humana en su existencia, lobos por naturaleza e inmortales sin defecto alguno, los Levana era el único de los clanes que jamás se mezcló con los humanos, también, era el más antiguo de ellos, auténticos descendientes de la luna que existían desde que el mundo era mundo, nadie podr&ia
Besos apasionados, calores sofocantes que sentía, la agobiaban en demasía, el calor de su vientre exigiendo que aquel macho la tomara y la hiciera suya una y otra vez, su cuerpo dolía de deseo, de pasión frustrada, lo quería dentro de ella, quería que aquel sobre su cuerpo la tomara de una vez, que mordiese su cuello, no había razonamiento, no había nada más que solo el deseo de sacias sus bajos instintos, su mente estaba nublada, perdida en el calor de ese momento, deseando ser tomada con salvajismo, sexo duro y ardiente, la sangre en sus venas quemaba, al igual que su vientre deseoso ardía, mirando a los ojos de aquel macho sobre ella, pudo verlos con claridad, violeta como la lavanda limpia en los floridos campos, idénticos a los de ella, el cabello blanquecino, sedoso como la seda, rostro hermoso de masculinas facciones, su hermano gemelo, Arlen, tomándola como una mujer, haciéndola suya u