Los días se sucedían con monotonía, mientras Muriel permanecía en coma. Sin embargo, sus signos vitales estaban lo suficientemente estables como para que los médicos aprobaran un traslado, con todos los recaudos posibles, algo de lo que el joven Esquivel se ocupó en persona. Cuando por fin Sabrina y Joaquín entraron a la habitación de la clínica, el hombre frente a ellos era un Santiago muy cambiado. Seguía siendo imponente y apuesto, pero la barba de algunos días y el agotamiento en sus ojos verdes lo hacían lucir demacrado. Fue obvio para ambos que ese hombre tenía por Muriel mucho más que un interés profesional, y aunque Sabrina sintió una punzada de celos, le preocupaba mucho más cómo podría tomarlo su sobrino.Para sorpresa de la joven, Joaquín parecía verlo todo con bastante naturalidad. Sin duda era un muchacho más perspicaz de lo que se esperaba. Se limitó a saludar a Santiago con un cálido apretón de manos, sin dejar de mirarlo con fijeza y luego abrazó a su madre, hablán
Los médicos la revisaron y las enfermeras no se cansaban de repetir que era un milagro, luego de varios días en coma, parecía repuesta y su cerebro no había sufrido daños.Por fin, la dejaron tranquila y permitieron que su hermana y su hijo entraran a verla.-Sólo un momento, no es conveniente que se esfuerce demasiado…-Por supuesto, no se preocupe, doctor…Muriel recordaba vagamente el asalto, y cómo poco a poco había perdido la conciencia, absorbida por las sombras de la muerte.Una sola idea la había hecho aferrarse a la vida, con uñas y dientes: no dejar solo a su hijo, con un padre en prisión. Cuando abrió los ojos y vio a Santiago frente a ella, demacrado y cansado, y a su familia detrás, supo que tenía que cambiar algo en su vida.Joaquín le hablaba con entusiasmo:-Nunca perdí la esperanza, mamá. Sabía que eras fuerte y sobrevivirías… Quisimos ir a verte antes, pero papá… Bueno, ya sabes cómo es él. No pudimos… pero Santi te cuidó hasta que concretaron el traslado… Estuvo mu
La joven embarazada entró al hospital con resolución. Si Santiago se había ido, significaba que "la vejestorio" zorra había despertado y su plan había fallado.No importaba. Aún estaría en observación y siempre hay alguien que puede ser comprado, por la suma correcta.Una medicación equivocada, y todo habría terminado.Estaba dispuesta a cualquier cosa para conservar a su esposo esquivo a su lado, y no le importaba que él la odiara. Ella no necesitaba estorbos que la importunaran.A su abuelo, le parecía una tontería. ¿Qué importaba si el joven Esquivel tenía amantes? Ellos sólo lo necesitaban por su dinero, su poder, sus influencias.Pero claro, el patriarca Hesse hablaba por experiencia propia, siempre tuvo amantes. Sin embargo, era Camila quien durante esa semana había soportado los rumores crecientes cuando su marido permanecía en vigilia junto a la cama de una madre soltera de cuarenta años, mientras ella, hermosa y radiante, cargaba con "su bebé".No. No sería la burla de todo e
Pasaron semanas que parecieron eternas para Santiago. Semanas sin ver a Muriel a diario, soportando a su esposa embarazada dentro de su casa, aún sabiendo que la familia Hesse había hecho algo en su contra, pero sin pruebas.Semanas en las que su padre afortunadamente se llamó a silencio aunque le asignó una nueva asistente, funcional, pero nada del otro mundo.Semanas en las que, de tarde en tarde, manejaba su automóvil algunas horas hasta ese barrio de los suburbios donde una pequeña pastelería iba ganando fama y clientela, atendida por su dueña, una sonriente mujer de cuarenta años a la que él observaba, reprimiendo el impulso de bajar y buscarla.Se había convertido en un hombre taciturno, que aparentaba más edad ahora y dedicado a su trabajo de modo casi enfermizo.Muriel Márquez ocupaba sus horas con muchísimo trabajo. Coordinar proveedores, cocinar, vender. Joaquín la ayudaba a la salida de la escuela, aunque lo hacía casi siempre a regañadientes, para no dejarla sola. Disfrut
-Es bueno que haya venido, señor Esquivel. Aunque si le soy honesto, no creí que fuera a acudir tras mi petición. No nos separamos en los mejores términos. Aunque me han dicho que su padre está muy bien. Es usted más inteligente de lo que esperaba…Javier Vasconcelos sonreía con suficiencia, a pesar de estar con su uniforme de preso, cruzándose de brazos, sentado en una mesa austera, ante la presencia de Santiago, quien estaba enfundado en un impecable traje azul, con la mirada fría, conteniendo la rabia que ese sujeto le inspiraba, mientras dos guardias permanecían atentos, dentro de la modesta sala de visitas especiales.No hacía más de un par de horas que el abogado del ex marido de Muriel se había contactado con el joven Esquivel, manifestando que el hombre deseaba hacer un trato con él. Y, aunque Santiago lo despreciaba, algo en esa petición inesperada captó su atención lo suficiente como para estar allí, reprimiendo el asco que le tenía.Nunca se quitaría de la cabeza la extors
-¿Cómo puedo estar embarazada, doctor? Se suponía…-Lo sé. Supuso que el problema era usted y además le dijeron de la menopausia precoz. Pero sin hacerle los estudios pertinentes a su ex marido, era poco profesional atribuirle a usted la esterilidad…-Pero… Javier dejó embarazada a otra mujer, más joven…-Bueno, eso no significa mucho… ¿verdad? Habrá visto en las noticias a ese joven, Santiago Esquivel, al que su esposa lo engañó con un hijo que no era suyo…Muriel se quedó en silencio. Debió haber pedido una segunda opinión cuando la doctora le había dado su "sentencia", pero habría sido imposible con un hombre como Javier a su lado. Él jamás habría aceptado hacerse ningún análisis que pusiera en riesgo su masculinidad tan frágil. También le quedaba claro gran parte de su pasado: su hijo, Joaquín, era la viva imagen de su padre, mientras que el que tuvo después con su joven amante no tenía ningún rasgo de su padre, y supuestamente fue concebido en la misma época en que ella buscaba q
Santiago sintió que su cerebro, y todo a su alrededor, se detenía.No necesitaba hacer muchos cálculos para saber que la presencia de Joaquín indicaba que esta vez realmente sería padre.Sin embargo, Muriel le había asegurado que no podía tener hijos, así que no sólo tenía muchas preguntas que hacer, si no que sabía perfectamente que un embarazo, a la edad que ella tenía, era un riesgo.¡Y había estado en coma! Sometida a procedimientos, medicamentos… El adolescente esperó con paciencia mientras Santiago asimilaba poco a poco la novedad.Después de todo, él había pasado por algo similar.De pronto, el hombre regresó a la realidad y le preguntó:-¿Tienes tiempo para ir a tomar algo? Hay mucho que me debes contar… Y necesitaré tu ayuda y tu paciencia.Joaquín lo miró intrigado.-Claro, debes tener un montón de preguntas. Pero no entiendo para qué necesitas que tenga paciencia. -Ven, vayamos a la cafetería de la esquina. Allí te explicaré todo…Caminaron juntos, cada uno pensando en su
Era muy temprano, casi de madrugada, cuando Santiago Esquivel llegó al alejado departamento en los suburbios donde había acordado reunirse con un hombre, al que no conocía, pero Javier Vasconcelos sí.Si temía por su vida, al presentarse allí solo, lo disimulaba muy bien.Sabía que el otro ya había llegado, puesto que un auto negro y algunos sujetos sospechosos con trajes oscuros y lentes de sol lo vigilaban desde adentro.Caminó con paso firme y golpeó la puerta con los nudillos, un par de veces. Desde el interior, una voz no demasiado grave y con un marcado acento que le costó identificar, le respondió:-Pase.Al entrar, se topó frente a frente con un hombre menudo, quizá de unos cincuenta años y con rasgos asiáticos, probablemente japonés.Pronto comprendió. -Tome asiento, señor Esquivel, sé que tenemos mucho de qué hablar.-Eso me han dicho, aunque desconozco quién es usted.-Simplemente un hombre de negocios, como usted, con un problema en común: Gunther Hesse. Pero, si lo deja