Molly Goldberg
Mis tacones resuenan contra el suelo de mármol de aquel pasillo, una mujer alta, esbelta y de una gran sonrisa de revista, me señala el camino para la oficina de la señora Williams, había pedido ella directamente que fuese para hablar de un pedido hace dos días, la mujer me abre la puerta educadamente y se lo agradezco, cuando finalmente entro una mujer efusiva me rodea, deja un beso en ambas mejillas.
—¡Molly! Bienvenida, te esperaba...—me suelta y me inspecciona de pies a cabeza, haciendo una pausa breve—...siempre tan puntual.
Le sonrío amablemente y educada.
—Gracias, Greta. —siempre insistía que le llamara por su primer nombre, me lleva del brazo para sentarme en una silla frente a su escritorio de cristal. Le agradezco, y cruzo una pierna, lanzo una mirada a mi tacón de aguja de doce centímetros, al levant
Alexandra Goldberg —Pensé que nunca me traerías a mi nieta, Alexandra. —se queja mi madre cuando levanta en brazos a mi hija, ella se cuelga en su cadera, deja su mejilla en su hombro. Mi madre se había vuelto loca de la felicidad cuando le conté que sería abuela, cuando escuché a mi padre decir que "¿Y de quién? ¿De su amante en turno?" había enfurecido, había llegado a odiar a mi padre por aquellas palabras tan lastimosas, ¿Qué acaso no me conoce?, mi padre nunca me perdonaría que modelara en ropa interior, ese es su odio, que su única hija no tome las riendas de los negocios de la familia. ¿Por qué no simplemente arreglar las cosas? —Tu padre quiere hablar contigo, está en el despacho esperando. —presiono mis labios, tenía tantas cosas en mi cabeza como para ahora sumar los problemas con mi padre. Cruzo las escaleras y el pasillo que me llevaría al despacho, toco la puerta y escucho del otro lado de que pase. Al entrar,
Sebastian Goldberg He dicho esas palabras en voz alta, siento un escalofrío recorrerme de pies a cabeza, no escucho nada del otro lado de la línea, me separo de mi móvil y veo que aún no ha cortado, arqueo una ceja, luego regreso el móvil a mi oreja. —Así sin palabras me he quedado cuando me he enterado de lo tuyo. —suelto de manera fría esas palabras. —Veo que no perdiste el tiempo para amarrar a mi hermano, así qué no me cabe duda de que esa fue tu intención. —Sebastian…—escucho como susurra mi nombre, pero la detengo. —Nada de Sebastian, no sé por qué creí que, al regresarte a Londres, harías tu vida, cambiarías tu forma de hacer las cosas, dejarías atrás las mentiras, por cierto, ¿Ya sabe Henry que mataste a nuestro hijo? ¿Qué vivimos juntos durante seis meses y que antes de ser pareja tú y yo, fuimos mejores amigos?&
Molly Goldberg —¿Y? —pregunto más preocupada. Su mirada se pierde en algún punto, luego niega cuando sale de sus propios pensamientos. —Nada, es solo que me ha llegado la noticia. —bajo la mirada sus manos que están siendo apretujadas con fuerza, pongo mi mano encima de su agarre, él desvía su mirada hacia a mí, sus ojos azules, están cristalinos y puedo ver el camino que ha dejado sus lágrimas. —Sé cómo te sientes. —¿Qué más te dijo Henry? —me tenso, arrugo mi ceño, luego desvío la mirada. —¿Molly? Regreso la mirada hacia él, luego intento mostrarme tranquila. —Lo que te dije, que no era su intención dejarme plantada…entre otras cosas más que no recuerdo, sinceramente no me importa ya, Sebastian. —Sabes que eso es mentira.
Henry Goldberg —No te va a doler…—dice la enfermera a Evelyn, ella abraza su muñeco de felpa con su brazo libre, y cierra los ojos, su rostro se arruga al sentir el piquete, está a punto de llorar, pero la distraigo mostrándole mi reloj, finalmente extraen sangre para nuevos estudios. —Listo, ¿Quieres una paleta? —Ev, se gira a la enfermera y exclama un “Sí” efusivo. —¿Te dolió? —le pregunto mientras acaricio su fleco de su frente. —Un poquito—toma la paleta que la enfermera le ofrece. —Ya se le ha bajado la fiebre y ha dejado de sangrar. Ahora, iré a informarle al doctor que ya tengo el resto de las muestras e iré al laboratorio, pueden esperar aquí, en un momento más llega el doctor Lowell. —me sonríe amablemente, le doy las gracias y desaparece del consultorio. Veo a Ev, entretenida con su paleta, estamos finalmente co
Henry Goldberg —Si no comes, no vas a crecer. —le digo a Ev, quien duda en probar bocado. —No tengo hambre. —anuncia, —Quiero dormir. Suelto un suspiro de cansancio, no había podido conseguir que probara bocado en la comida, y ahora en la cena, solo había probado un poco de sus hot cakes favoritos. Recuerdo que bailaba de un lado a otro cuando escuchaba que sería de cena, pero ahora, no le veo ánimo. —Vas a comer solo un poco más, luego a la bañera, ¿No quieres estrenar el nuevo barco de plástico que te compré? —ella niega con su mirada en su plato. —Hey, —ella levanta su mirada, puedo ver cansancio en su rostro. —Bueno, toma tu chocolate y te llevo a la cama a descansar. —ella sonríe a medias, alcanza su vaso y toma el resto de su chocolate, se limpia su boca con la servilleta y se baja de la silla. &
Molly Goldberg —Iré a dejar a Noah a su cama, ¿Podrías darme un poco de tu tiempo para charlar? —levanto la mirada hacia la puerta, Sebastian tiene su cabeza asomada. Estoy en el despacho que compartimos, tenía mi espacio y él el suyo. Me llevo un mechón detrás de mi oreja, asiento mostrando una media sonrisa. Se retira dejándome extrañada. Ha pasado una semana desde que Henry y yo nos vimos en la estatua de la libertad. Dejo mi lápiz de dibujo y miro lo que he creado. Son un gran ramo de uvas rojas colgando de un techo de madera, me debato en si seguir en lo que llega Sebastian o detenerme. —Bueno…—me dejo caer en el respaldo de mi silla, suelto un largo suspiro y me acomodo mi cabello. Ya llevaba meses pensando en si cortarme mi melena, mis dedos acarician el cabello rubio, me muerdo el labio y niego. Mi mente intenta tortur
Sebastian Goldberg Vuelvo a mirar hacia la puerta, esperando poder mirarla entrar, pero ya lleva veinte minutos de retraso y no aparece. Ajusto mi corbata, nervioso. Me provoca ansiedad, pero tenía que buscar respuestas, y luego…finalmente seguiría con mi vida. O lo que sea que tuviese en este momento. —Tranquilo. —escucho a mi oído susurrar. Me tenso, con un movimiento lento, giro mi rostro hacia ella, ella sonríe a medias, usa una peluca negra, alcanza a poner su bolso en la silla a su lado, deja sus codos en la mesa y deja recargada su barbilla en sus manos. —Te ves ansioso. —No, no tengo por qué. —ella tuerce sus labios, se retira sus lentes de sol y finalmente puedo ver sus ojos. —¿Y la niña? —ella desvía su mirada hacia el florero en el centro. —Tu hermano está cuidando de su hija, —regresa su mirada hacia a mí. —Po
Henry Goldberg Estoy sentado en el sillón de la sala, Evelyn se había quedado dormida en el sillón más grande, mis ojos se quedan mirando aquella carita pálida, luego miro la mesa de centro, el rompecabezas está aún incompleto. Me paso ambas manos por el rostro para masajear toda la tensión que llevo conmigo. Escucho la puerta abrirse, retiro mis manos de mi rostro y veo a Alexandra llegar, luce algo inquieta, cierra la puerta y murmura algo entre dientes, aún no se da cuenta de que estoy ahí, observando. —Me lleva…—gruñe. —Piensa, Alexandra, piensa detenidamente... —¿Qué vas a pensar? —ella da un brinco en su lugar, tira su bolsa en el mueble del recibidor. —Asuntos míos. ¿Qué haces ahí? ¿Me estás vigilando? —suelto una carcajada sarcástica, pero recuerdo a Ev, dormida en el sofá grande.