Henry Goldberg
—No te va a doler…—dice la enfermera a Evelyn, ella abraza su muñeco de felpa con su brazo libre, y cierra los ojos, su rostro se arruga al sentir el piquete, está a punto de llorar, pero la distraigo mostrándole mi reloj, finalmente extraen sangre para nuevos estudios. —Listo, ¿Quieres una paleta? —Ev, se gira a la enfermera y exclama un “Sí” efusivo.
—¿Te dolió? —le pregunto mientras acaricio su fleco de su frente.
—Un poquito—toma la paleta que la enfermera le ofrece.
—Ya se le ha bajado la fiebre y ha dejado de sangrar. Ahora, iré a informarle al doctor que ya tengo el resto de las muestras e iré al laboratorio, pueden esperar aquí, en un momento más llega el doctor Lowell. —me sonríe amablemente, le doy las gracias y desaparece del consultorio. Veo a Ev, entretenida con su paleta, estamos finalmente co
Henry Goldberg —Si no comes, no vas a crecer. —le digo a Ev, quien duda en probar bocado. —No tengo hambre. —anuncia, —Quiero dormir. Suelto un suspiro de cansancio, no había podido conseguir que probara bocado en la comida, y ahora en la cena, solo había probado un poco de sus hot cakes favoritos. Recuerdo que bailaba de un lado a otro cuando escuchaba que sería de cena, pero ahora, no le veo ánimo. —Vas a comer solo un poco más, luego a la bañera, ¿No quieres estrenar el nuevo barco de plástico que te compré? —ella niega con su mirada en su plato. —Hey, —ella levanta su mirada, puedo ver cansancio en su rostro. —Bueno, toma tu chocolate y te llevo a la cama a descansar. —ella sonríe a medias, alcanza su vaso y toma el resto de su chocolate, se limpia su boca con la servilleta y se baja de la silla. &
Molly Goldberg —Iré a dejar a Noah a su cama, ¿Podrías darme un poco de tu tiempo para charlar? —levanto la mirada hacia la puerta, Sebastian tiene su cabeza asomada. Estoy en el despacho que compartimos, tenía mi espacio y él el suyo. Me llevo un mechón detrás de mi oreja, asiento mostrando una media sonrisa. Se retira dejándome extrañada. Ha pasado una semana desde que Henry y yo nos vimos en la estatua de la libertad. Dejo mi lápiz de dibujo y miro lo que he creado. Son un gran ramo de uvas rojas colgando de un techo de madera, me debato en si seguir en lo que llega Sebastian o detenerme. —Bueno…—me dejo caer en el respaldo de mi silla, suelto un largo suspiro y me acomodo mi cabello. Ya llevaba meses pensando en si cortarme mi melena, mis dedos acarician el cabello rubio, me muerdo el labio y niego. Mi mente intenta tortur
Sebastian Goldberg Vuelvo a mirar hacia la puerta, esperando poder mirarla entrar, pero ya lleva veinte minutos de retraso y no aparece. Ajusto mi corbata, nervioso. Me provoca ansiedad, pero tenía que buscar respuestas, y luego…finalmente seguiría con mi vida. O lo que sea que tuviese en este momento. —Tranquilo. —escucho a mi oído susurrar. Me tenso, con un movimiento lento, giro mi rostro hacia ella, ella sonríe a medias, usa una peluca negra, alcanza a poner su bolso en la silla a su lado, deja sus codos en la mesa y deja recargada su barbilla en sus manos. —Te ves ansioso. —No, no tengo por qué. —ella tuerce sus labios, se retira sus lentes de sol y finalmente puedo ver sus ojos. —¿Y la niña? —ella desvía su mirada hacia el florero en el centro. —Tu hermano está cuidando de su hija, —regresa su mirada hacia a mí. —Po
Henry Goldberg Estoy sentado en el sillón de la sala, Evelyn se había quedado dormida en el sillón más grande, mis ojos se quedan mirando aquella carita pálida, luego miro la mesa de centro, el rompecabezas está aún incompleto. Me paso ambas manos por el rostro para masajear toda la tensión que llevo conmigo. Escucho la puerta abrirse, retiro mis manos de mi rostro y veo a Alexandra llegar, luce algo inquieta, cierra la puerta y murmura algo entre dientes, aún no se da cuenta de que estoy ahí, observando. —Me lleva…—gruñe. —Piensa, Alexandra, piensa detenidamente... —¿Qué vas a pensar? —ella da un brinco en su lugar, tira su bolsa en el mueble del recibidor. —Asuntos míos. ¿Qué haces ahí? ¿Me estás vigilando? —suelto una carcajada sarcástica, pero recuerdo a Ev, dormida en el sofá grande.  
Molly Goldberg "Henry no va a venir, Moll." Entender aquellas palabras que me han marcado hasta el día de hoy, aún almacena el dolor y la decepción. La imagen de Henry la noche anterior a la boda, me estruja el alma, aún conservo la imagen de su rostro, la emoción del evento del día siguiente, estaba plasmado en él. Me remuevo en mi cama, quiero despertar, pero algo me lo impide. Henry camina hasta a mí, luce la misma vestimenta de esa última noche que lo vi, camina en mi dirección, su sonrisa se ensancha, su mano acaricia mi mejilla y poco a poco sin dejar nuestra mirada, su mano se va a mi nuca, mi mano descansa en su pecho, entreabro mis labios para llevar aire a mis pulmones, tira de mi con delicadeza, atrapando mis labios, nuestras lenguas hacen un baile sensual, de un movimiento y sin detener el beso, me levanta, yo apenas alcanzo a rod
Henry Goldberg Flashback. Años atrás. “—Aquí tiene las llaves. —le digo al hombre que me ha comprado el auto a través de un contacto, me vuelvo hacia la acera y camino entre la gente, sabía que tenía que hacerme cargo de mi falta, no podía ver a Molly a la cara, no podía levantar del suelo el corazón que le he destrozado, mi cobardía no era nada comparado con lo que estaba cargando en estos momentos; no podía callar todos los pensamientos que pasaban por mi mente, por más que intento recordar aquella noche en Londres, no encuentro algo que me dé una respuesta a mi pregunta, ¿Cómo mierdas he podido dormir con Alexandra? Llego al edificio, subo al elevador y al cerrarse las puertas metálicas, me vuelvo hacia la pared a mi espalda, un puño se estrella contra el reflejo, luego otro, luego otro, mi frente descansa en el frío de esa pared,
Alexandra Goldberg —¿Qué es lo que haces aquí? —pregunto soltándome del agarre de mi padre, él me lanza su mirada cargada de ira. —Sabes que es lo que hago aquí. —arruga se ceño, entrecerrando sus ojos. —No te metas en mi vida. —digo apretando mi mandíbula. —Lo haré porque eres mi hija —levanto una ceja. —¿Ahora soy tu hija? —Siempre lo has sido, solo que no apruebo lo que haces… —levanta una ceja. —y está de por medio un ser inocente, mi nieta, Ev. —Es Evelyn. —Yo le diré Ev, ¿Algún problema? —se tensa, se cruza de brazos y me mira detenidamente. —Sé qué piensas que Evelyn es hija de Sebastian, pero no lo es, lo voy a comprobar. —L
Sebastian Goldberg Estoy sentado en la terraza de la casa, mi mirada se pierde en las luces lejanas de la ciudad, hace años había dejado de fumar y ahora, estoy fumando uno a escondidas, suelto el humo, cierro los ojos y disfruto la sensación del final. —¿No vas a entrar? —escucho a Molly a mi espalda, termino el cigarro y entierro la colilla en la maceta, me vuelvo hacia a ella y asiento en silencio. —¿Qué tienes? —arruga su ceño, entonces se da cuenta. —¿Volviste a fumar? —noto sorpresa en su tono de voz, se abraza a su misma cuando siente el aire fresco, tiene aquel abrigo de lana de hilos gruesos, sus cabellos golpean con delicadeza su pálido rostro. —Entra, hace frío. —le paso una mano por su hombro y entramos, en silencio caminamos hasta que la dejo en el pie de las escaleras, ella no dice nada, es esos momentos en los que no quieres decir todo, pero no