Molly Goldberg
—Iré a dejar a Noah a su cama, ¿Podrías darme un poco de tu tiempo para charlar? —levanto la mirada hacia la puerta, Sebastian tiene su cabeza asomada.
Estoy en el despacho que compartimos, tenía mi espacio y él el suyo. Me llevo un mechón detrás de mi oreja, asiento mostrando una media sonrisa. Se retira dejándome extrañada.
Ha pasado una semana desde que Henry y yo nos vimos en la estatua de la libertad. Dejo mi lápiz de dibujo y miro lo que he creado. Son un gran ramo de uvas rojas colgando de un techo de madera, me debato en si seguir en lo que llega Sebastian o detenerme.
—Bueno…—me dejo caer en el respaldo de mi silla, suelto un largo suspiro y me acomodo mi cabello. Ya llevaba meses pensando en si cortarme mi melena, mis dedos acarician el cabello rubio, me muerdo el labio y niego. Mi mente intenta tortur
Sebastian Goldberg Vuelvo a mirar hacia la puerta, esperando poder mirarla entrar, pero ya lleva veinte minutos de retraso y no aparece. Ajusto mi corbata, nervioso. Me provoca ansiedad, pero tenía que buscar respuestas, y luego…finalmente seguiría con mi vida. O lo que sea que tuviese en este momento. —Tranquilo. —escucho a mi oído susurrar. Me tenso, con un movimiento lento, giro mi rostro hacia ella, ella sonríe a medias, usa una peluca negra, alcanza a poner su bolso en la silla a su lado, deja sus codos en la mesa y deja recargada su barbilla en sus manos. —Te ves ansioso. —No, no tengo por qué. —ella tuerce sus labios, se retira sus lentes de sol y finalmente puedo ver sus ojos. —¿Y la niña? —ella desvía su mirada hacia el florero en el centro. —Tu hermano está cuidando de su hija, —regresa su mirada hacia a mí. —Po
Henry Goldberg Estoy sentado en el sillón de la sala, Evelyn se había quedado dormida en el sillón más grande, mis ojos se quedan mirando aquella carita pálida, luego miro la mesa de centro, el rompecabezas está aún incompleto. Me paso ambas manos por el rostro para masajear toda la tensión que llevo conmigo. Escucho la puerta abrirse, retiro mis manos de mi rostro y veo a Alexandra llegar, luce algo inquieta, cierra la puerta y murmura algo entre dientes, aún no se da cuenta de que estoy ahí, observando. —Me lleva…—gruñe. —Piensa, Alexandra, piensa detenidamente... —¿Qué vas a pensar? —ella da un brinco en su lugar, tira su bolsa en el mueble del recibidor. —Asuntos míos. ¿Qué haces ahí? ¿Me estás vigilando? —suelto una carcajada sarcástica, pero recuerdo a Ev, dormida en el sofá grande.  
Molly Goldberg "Henry no va a venir, Moll." Entender aquellas palabras que me han marcado hasta el día de hoy, aún almacena el dolor y la decepción. La imagen de Henry la noche anterior a la boda, me estruja el alma, aún conservo la imagen de su rostro, la emoción del evento del día siguiente, estaba plasmado en él. Me remuevo en mi cama, quiero despertar, pero algo me lo impide. Henry camina hasta a mí, luce la misma vestimenta de esa última noche que lo vi, camina en mi dirección, su sonrisa se ensancha, su mano acaricia mi mejilla y poco a poco sin dejar nuestra mirada, su mano se va a mi nuca, mi mano descansa en su pecho, entreabro mis labios para llevar aire a mis pulmones, tira de mi con delicadeza, atrapando mis labios, nuestras lenguas hacen un baile sensual, de un movimiento y sin detener el beso, me levanta, yo apenas alcanzo a rod
Henry Goldberg Flashback. Años atrás. “—Aquí tiene las llaves. —le digo al hombre que me ha comprado el auto a través de un contacto, me vuelvo hacia la acera y camino entre la gente, sabía que tenía que hacerme cargo de mi falta, no podía ver a Molly a la cara, no podía levantar del suelo el corazón que le he destrozado, mi cobardía no era nada comparado con lo que estaba cargando en estos momentos; no podía callar todos los pensamientos que pasaban por mi mente, por más que intento recordar aquella noche en Londres, no encuentro algo que me dé una respuesta a mi pregunta, ¿Cómo mierdas he podido dormir con Alexandra? Llego al edificio, subo al elevador y al cerrarse las puertas metálicas, me vuelvo hacia la pared a mi espalda, un puño se estrella contra el reflejo, luego otro, luego otro, mi frente descansa en el frío de esa pared,
Alexandra Goldberg —¿Qué es lo que haces aquí? —pregunto soltándome del agarre de mi padre, él me lanza su mirada cargada de ira. —Sabes que es lo que hago aquí. —arruga se ceño, entrecerrando sus ojos. —No te metas en mi vida. —digo apretando mi mandíbula. —Lo haré porque eres mi hija —levanto una ceja. —¿Ahora soy tu hija? —Siempre lo has sido, solo que no apruebo lo que haces… —levanta una ceja. —y está de por medio un ser inocente, mi nieta, Ev. —Es Evelyn. —Yo le diré Ev, ¿Algún problema? —se tensa, se cruza de brazos y me mira detenidamente. —Sé qué piensas que Evelyn es hija de Sebastian, pero no lo es, lo voy a comprobar. —L
Sebastian Goldberg Estoy sentado en la terraza de la casa, mi mirada se pierde en las luces lejanas de la ciudad, hace años había dejado de fumar y ahora, estoy fumando uno a escondidas, suelto el humo, cierro los ojos y disfruto la sensación del final. —¿No vas a entrar? —escucho a Molly a mi espalda, termino el cigarro y entierro la colilla en la maceta, me vuelvo hacia a ella y asiento en silencio. —¿Qué tienes? —arruga su ceño, entonces se da cuenta. —¿Volviste a fumar? —noto sorpresa en su tono de voz, se abraza a su misma cuando siente el aire fresco, tiene aquel abrigo de lana de hilos gruesos, sus cabellos golpean con delicadeza su pálido rostro. —Entra, hace frío. —le paso una mano por su hombro y entramos, en silencio caminamos hasta que la dejo en el pie de las escaleras, ella no dice nada, es esos momentos en los que no quieres decir todo, pero no
Molly Goldberg El sentimiento que se estaba propagando por mi interior es indescriptible, mis lágrimas caen, mientras intento limpiar las de Sebastian, se ve tan vulnerable y a la vez, tan él, ríe, pero no puede evitar no llorar, sé qué son lágrimas de felicidad, unas de odio por lo que ha hecho esa mujer, ya había llorado bastante por aquel pequeño que no nació en el pasado, ahora, tiene una hija por quien luchar en el presente. Por un momento, me levanto y le digo a Helen que cancele llamadas y citas el resto del día, sabía que Sebastian no tendría cabeza en este momento, solo pensaría en cómo recuperar a su hija. Estamos sentados en la duela oscura de la oficina de presidencia, intentando que evite fumar, su cabeza está recargada en mi hombro, mientras miramos desde aquí el cuadro gigante de su abuelo que está colgado frente a nosotros, luce sonriente, radiante, como si fuese también cómp
Molly Goldberg Mi móvil suena, lo busco en mi bolsillo secreto, al encontrarlo miro la pantalla, estoy a punto de poner los ojos en blanco, intento controlar mi voz, me levanto con ayuda de Sebastian y le hago señas que saldré para tener privacidad, deslizo el botón verde para contestar. —Dime, madre. —contesto. —¿Vas a venir hoy? Le he comprado a Noah unos detalles. —escucho emoción en su tono de voz. Intento tomar aire y soltarlo discretamente. —Oh, no recordaba que tenía que llevarlo hoy. —arrugo mi ceño. —Recuerda que me dijiste que lo harías cuando trajiste el cheque semanal. —levanto la ceja, intento hacer memoria, entonces caigo en cuenta que es verdad. —Oh, sí, lo siento. —me paso una mano por mi