Molly Goldberg
El sentimiento que se estaba propagando por mi interior es indescriptible, mis lágrimas caen, mientras intento limpiar las de Sebastian, se ve tan vulnerable y a la vez, tan él, ríe, pero no puede evitar no llorar, sé qué son lágrimas de felicidad, unas de odio por lo que ha hecho esa mujer, ya había llorado bastante por aquel pequeño que no nació en el pasado, ahora, tiene una hija por quien luchar en el presente. Por un momento, me levanto y le digo a Helen que cancele llamadas y citas el resto del día, sabía que Sebastian no tendría cabeza en este momento, solo pensaría en cómo recuperar a su hija.
Estamos sentados en la duela oscura de la oficina de presidencia, intentando que evite fumar, su cabeza está recargada en mi hombro, mientras miramos desde aquí el cuadro gigante de su abuelo que está colgado frente a nosotros, luce sonriente, radiante, como si fuese también cómp
Molly Goldberg Mi móvil suena, lo busco en mi bolsillo secreto, al encontrarlo miro la pantalla, estoy a punto de poner los ojos en blanco, intento controlar mi voz, me levanto con ayuda de Sebastian y le hago señas que saldré para tener privacidad, deslizo el botón verde para contestar. —Dime, madre. —contesto. —¿Vas a venir hoy? Le he comprado a Noah unos detalles. —escucho emoción en su tono de voz. Intento tomar aire y soltarlo discretamente. —Oh, no recordaba que tenía que llevarlo hoy. —arrugo mi ceño. —Recuerda que me dijiste que lo harías cuando trajiste el cheque semanal. —levanto la ceja, intento hacer memoria, entonces caigo en cuenta que es verdad. —Oh, sí, lo siento. —me paso una mano por mi
Henry Goldberg —Y color rojo en la capa—uso el crayón y remarco la orilla de la capa, Ev, me mira y sonríe, noto sus ojeras más marcadas y me preocupo más, la palidez de su rostro era visible. —Pero tienes que hacerlo tú, ven, anda, trata de hacerlo. —ella me sonríe, alcanza con sus dedos pálidos, el crayón rojo y veo concentración en su pequeño rostro, presiona sus labios y muestran una pequeña y poco visible muesca en su mejilla. Estaba ansioso por saber si Evelyn y yo somos compatibles, quería darle todo de mi para que mejorara su salud por completo, desvío la mirada cuando escucho la puerta del departamento abrirse y azotarse con fuerza, Evelyn levanta su mirada hacia su madre, pero no se mueve, no veo entusiasmo, solo la mira como lanza su bolso de marca sobre el gran sofá, luego sus tacones, Alexandra nos mira en silencio sin decir nada, cuando miro a Ev, ella sigue coloreando la capa
Henry Goldberg Después de encontrar una mesa en una esquina del local, ordeno la pizza que ella ha elegido, da un sorbo a su agua, veo sus pequeñas pecas discretas por su nariz. —¿Cómo te sientes? —pregunto al verla un poco callada, un poco más pálida. —Bien, —me sonríe. Evelyn es inteligente, a su corta edad, pronunciaba bien las palabras, es muy curiosa, su sonrisa ilumina todo mi mundo. La pizza llega, le entrego una rebanada, cuando levanto la mirada, mi corazón se agita. Es Molly. —¿Papi? —me distrae Ev. —¿Sí, cariño? —digo en su dirección. —Servilleta, por favor. —le entrego una, luego busco discretamente a Molly, ella ha desaparecido, por un momento pienso que podría haber sido una alu
Molly Goldberg —Mi Evelyn…tiene leucemia. —me cubro mi boca al escuchar esas palabras, mi corazón se estremece al grado de calar en mi alma. Veo angustia en sus ojos azules, su labio inferior tiembla, sus ojeras se ven muy remarcadas. Levanto la mano y acaricio su barbilla, él abre sus ojos un poco más de lo normal, me doy cuenta de mi propio gesto sin pensar, bajo la mano y aclaro mi garganta. —Lo siento mucho, espero pueda mejorar. —susurro, él hace un movimiento de barbilla en señal de “Lo sé” o “Está bien”, entonces caigo en cuenta de algo. —¿Por eso han regresado a la ciudad? —él se tensa. —Lo siento, solo…—él me interrumpe. —Hay un oncólogo que es muy bueno, así que…—detiene sus palabras, puedo notar que me mira detenidamente. —…sí, es uno de los motivos por el cual estamos aquí. —es turno mío de tensarme. —¿Lo sabe
Henry Goldberg —Ella es esa mujer. —abro mis ojos más al escuchar esa afirmación, —La mujer que una vez amé tanto, pero que me dejó casi muerto en vida, cuando me gritó en mi cara que había matado a nuestro hijo...—escucho lo último, "había matado a nuestro hijo" ¿Qué hijo? ¿Tuvieron un hijo? el silencio se estaciona entre los cuatro, estoy frente a Sebastian, Molly a su lado, sosteniendo su brazo con ambas manos, como un soporte, Alexandra está a un espacio a mi lado, entonces poco a poco comienzo a atar cabos del pasado. Sebastian se había marchado al día siguiente porque no quería quedarse más en Londres, me había quedado con la idea de que podría ser por una mujer, esa misma noche, conocí a Alexandra, era un desastre, lloraba en un rincón del pub y definitivamente fue por un hombre, entonces... Me giro hacia ella. —¿Sebastian es el hombre que...? —ella se cubre la boca
Estoy en shock con todo lo que estoy escuchando, tengo del brazo a Sebastian cuando veo que tiene la intención de ir hacia Alexandra cuando el padre la protege con su cuerpo, el cuerpo de él, tiembla de la ira. —Están conspirando contra de mí, todos ustedes, quieren hacer que todo esto…—su padre pierde la paciencia, con brusquedad comienza a sacar los documentos del sobre manila que levantó hace unos momentos en el aire frente a nosotros y luego a frente a su hija. —Aquí están tu “Están conspirando contra mí” —dice su padre cargado de ira contenida, lo veo en su mandíbula apretada, mostrando los papeles, ella palidece aún más. —Disculpe, estoy aquí, señor Dorian. —todos nos volvemos hacia la voz ajena a todo esto. —Perfecto, a tiempo—regresamos la mirada hacia el padre de Alexandra. —¿Puedes explicarnos lo que te pedí camino hacia este lugar? —el hombre
Henry Goldberg Miro a mi hermano de espalda, murmurando algo entre ellos, eso me hace sentir algo en mi interior y no me gusta nada. —¿Sebastian? —le llamo, pero veo como su espalda se tensa, se acerca más a Molly, deja un beso en su frente, lo cual me hace sentir como un cavernícola por dentro, celos crecen, celos llegan con fuerza, pero me freno, ella y él forman un matrimonio, tienen un hijo, tengo que respetarlo. Sebastian se gira hacia a mí y se acerca, pone su mano en mi hombro. —¿Qué pasa? —pregunto preocupado, veo a Molly muy pálida e intentando limpiar sus lágrimas, —¿Por qué llora Molly? —los ojos de Sebastian se quedan en mí. Suelta un largo suspiro, su mirada es cristalizada. —Cuando desapareciste, te buscamos. Ambos—se gira hacia Molly, brevemente. —Juntos. No paramos en buscar algún indicio de tu paradero, despué
Sebastian Goldberg Me detengo cuando veo a lo lejos a Henry en cuclillas, está convulsionando, retomo mi camino, preocupado, cuando estoy a cierta distancia, Molly nota mi presencia, y me señala que me detenga, el corazón se me encoge cuando lo escucho llorar, ella acaricia su espalda para tranquilizarlo, puedo ver como su cuerpo vibra. —Tranquilo…—escucho que le dice Molly. —¡Tengo un hijo! —dice entre sollozos, me parte el alma, me siento identificado con el momento, me acerco a pesar del gesto de Molly, me siento sobre mis talones, estoy a su lado, pongo una mano en la suya que está recargada en la camioneta, él lentamente y convulsionando me mira, no puedo evitar sentir el dolor que traspasa. —Llora…—le susurro con el nudo en mi garganta, —tenemos derecho a llorar, somos humanos…—y lo hace por unos minutos, cuando se tranquiliza, me voltea a