Molly Goldberg
Me observo de nuevo en el espejo, mi reflejo no es el mismo desde hace cuatro años atrás, ahora, mi mirada es distinta, es más fría, mi rostro muestra más la dureza que llevo conmigo y todo debido a él. ¿Cómo puede cambiar el dolor y la decepción en una persona? Ya no era aquella Molly, la dulce Molly ha quedado atrás, ya no era la mujer que se había enamorado, que había entregado su corazón...y lo habían hecho añicos.
Cierro los ojos y suelto un largo suspiro, mi mano se va a mi pecho, como si eso fuese a calmar el latido frenético de mi corazón.
—¿Molly? —abro los ojos y veo el reflejo en el espejo de aquel hombre que me sacó de mi propio mar de dolor y decepción. Sonrío apenas.
—¿Sí? —él arruga su ceño, intrigado por mi semblante.
—¿Estás bien? —sonrío más
Molly Goldberg “¿Cómo decirle al corazón que deje de latir tan deprisa? Me pregunto por un momento cuando mi mano se va a ese lugar. Mi respiración se vuelve inestable, los nervios me invaden por dentro, me hacen tambalear en tan importante día, miro de nuevo a la mujer que está reflejada en ese espejo, es otra. Había pasado solo tres meses desde la propuesta de matrimonio de Henry...y hoy, estamos a punto de decir "Sí" ante todo el mundo y oficialmente seremos...marido y mujer. Mi corazón se agita con ferocidad. —Respira, Molly, respira. —llevo saliva al sentir mi garganta totalmente seca. El vestido de encaje se amolda a mis caderas, más a mis pechos, el escote es discreto y elegante, dejando el descubierto ambos hombros, mi mirada se desliza hasta llegar a la cola de sirena del vestido, mis uñas perfectas aprietan
Henry Goldberg “Ajusto mi pajarita frente al espejo, observo a un Henry feliz, emocionado, a solo tres meses de relación con Molly, había decidido seguir mi vida a su lado, en matrimonio. Habíamos tenido muchas citas después de la pedida de mano, recuerdo tan bien ese día, sonrío más emocionado al ver su reacción, sus lágrimas cayendo por sus mejillas color escarlata, nos habíamos quedado a cenar, luego regresamos a mi departamento y le hice el amor hasta el amanecer, despertar a su lado es un sentimiento indescriptible, todo lo que me hacía sentir, era mágico. Sonrío como un tonto frente al espejo. Lanzo una mirada al reloj y tengo exactamente una hora para marcharme a la boda, Molly había pedido no hablar durante el día para incrementar el suspenso y el deseo de vernos, aunque había estado renuente a ello, acepté seguir su petición. Sé qué debe de estar triste porque su madre
Molly Goldberg Mis tacones resuenan contra el suelo de mármol de aquel pasillo, una mujer alta, esbelta y de una gran sonrisa de revista, me señala el camino para la oficina de la señora Williams, había pedido ella directamente que fuese para hablar de un pedido hace dos días, la mujer me abre la puerta educadamente y se lo agradezco, cuando finalmente entro una mujer efusiva me rodea, deja un beso en ambas mejillas. —¡Molly! Bienvenida, te esperaba...—me suelta y me inspecciona de pies a cabeza, haciendo una pausa breve—...siempre tan puntual. Le sonrío amablemente y educada. —Gracias, Greta. —siempre insistía que le llamara por su primer nombre, me lleva del brazo para sentarme en una silla frente a su escritorio de cristal. Le agradezco, y cruzo una pierna, lanzo una mirada a mi tacón de aguja de doce centímetros, al levant
Alexandra Goldberg —Pensé que nunca me traerías a mi nieta, Alexandra. —se queja mi madre cuando levanta en brazos a mi hija, ella se cuelga en su cadera, deja su mejilla en su hombro. Mi madre se había vuelto loca de la felicidad cuando le conté que sería abuela, cuando escuché a mi padre decir que "¿Y de quién? ¿De su amante en turno?" había enfurecido, había llegado a odiar a mi padre por aquellas palabras tan lastimosas, ¿Qué acaso no me conoce?, mi padre nunca me perdonaría que modelara en ropa interior, ese es su odio, que su única hija no tome las riendas de los negocios de la familia. ¿Por qué no simplemente arreglar las cosas? —Tu padre quiere hablar contigo, está en el despacho esperando. —presiono mis labios, tenía tantas cosas en mi cabeza como para ahora sumar los problemas con mi padre. Cruzo las escaleras y el pasillo que me llevaría al despacho, toco la puerta y escucho del otro lado de que pase. Al entrar,
Sebastian Goldberg He dicho esas palabras en voz alta, siento un escalofrío recorrerme de pies a cabeza, no escucho nada del otro lado de la línea, me separo de mi móvil y veo que aún no ha cortado, arqueo una ceja, luego regreso el móvil a mi oreja. —Así sin palabras me he quedado cuando me he enterado de lo tuyo. —suelto de manera fría esas palabras. —Veo que no perdiste el tiempo para amarrar a mi hermano, así qué no me cabe duda de que esa fue tu intención. —Sebastian…—escucho como susurra mi nombre, pero la detengo. —Nada de Sebastian, no sé por qué creí que, al regresarte a Londres, harías tu vida, cambiarías tu forma de hacer las cosas, dejarías atrás las mentiras, por cierto, ¿Ya sabe Henry que mataste a nuestro hijo? ¿Qué vivimos juntos durante seis meses y que antes de ser pareja tú y yo, fuimos mejores amigos?&
Molly Goldberg —¿Y? —pregunto más preocupada. Su mirada se pierde en algún punto, luego niega cuando sale de sus propios pensamientos. —Nada, es solo que me ha llegado la noticia. —bajo la mirada sus manos que están siendo apretujadas con fuerza, pongo mi mano encima de su agarre, él desvía su mirada hacia a mí, sus ojos azules, están cristalinos y puedo ver el camino que ha dejado sus lágrimas. —Sé cómo te sientes. —¿Qué más te dijo Henry? —me tenso, arrugo mi ceño, luego desvío la mirada. —¿Molly? Regreso la mirada hacia él, luego intento mostrarme tranquila. —Lo que te dije, que no era su intención dejarme plantada…entre otras cosas más que no recuerdo, sinceramente no me importa ya, Sebastian. —Sabes que eso es mentira.
Henry Goldberg —No te va a doler…—dice la enfermera a Evelyn, ella abraza su muñeco de felpa con su brazo libre, y cierra los ojos, su rostro se arruga al sentir el piquete, está a punto de llorar, pero la distraigo mostrándole mi reloj, finalmente extraen sangre para nuevos estudios. —Listo, ¿Quieres una paleta? —Ev, se gira a la enfermera y exclama un “Sí” efusivo. —¿Te dolió? —le pregunto mientras acaricio su fleco de su frente. —Un poquito—toma la paleta que la enfermera le ofrece. —Ya se le ha bajado la fiebre y ha dejado de sangrar. Ahora, iré a informarle al doctor que ya tengo el resto de las muestras e iré al laboratorio, pueden esperar aquí, en un momento más llega el doctor Lowell. —me sonríe amablemente, le doy las gracias y desaparece del consultorio. Veo a Ev, entretenida con su paleta, estamos finalmente co
Henry Goldberg —Si no comes, no vas a crecer. —le digo a Ev, quien duda en probar bocado. —No tengo hambre. —anuncia, —Quiero dormir. Suelto un suspiro de cansancio, no había podido conseguir que probara bocado en la comida, y ahora en la cena, solo había probado un poco de sus hot cakes favoritos. Recuerdo que bailaba de un lado a otro cuando escuchaba que sería de cena, pero ahora, no le veo ánimo. —Vas a comer solo un poco más, luego a la bañera, ¿No quieres estrenar el nuevo barco de plástico que te compré? —ella niega con su mirada en su plato. —Hey, —ella levanta su mirada, puedo ver cansancio en su rostro. —Bueno, toma tu chocolate y te llevo a la cama a descansar. —ella sonríe a medias, alcanza su vaso y toma el resto de su chocolate, se limpia su boca con la servilleta y se baja de la silla. &