Sebastian
“Tú tienes la culpa.” Despierto exaltado, mis manos están a mis costados agarrando con fuerza la sábana negra.
—Mierda. —susurro, mi cuerpo tiembla, mi respiración es agitada, trago saliva cuando siento mi garganta seca, cierro los ojos y me dejo caer sobre la cama. El amargo sabor de la culpa sigue atormentándome. El rostro de Alexandra me persigue en mis pesadillas. Lanzo mi brazo por encima de mi rostro, sin darme cuenta, me quedo dormido.
La alarma suena.
Pero ya estoy de pie, frente a mi ventana, con una taza de café, mi chándal a la cintura, sin camisa, descalzo y mi cabello revuelto. Doy un largo sorbo a mi café matutino, cierro los ojos al sentir como se desliza por mi garganta, abro los ojos y fijo mi mirada en el central Park. –El cielo está aclarándose- pienso por un momen
Molly Acomodo las carpetas en el estante que está en el rincón de mi nueva oficina, suelto un suspiro y me quedo mirando alrededor. Sonrío como una tonta. —Buenos días…señorita Marshall. —escucho a mi espalda, cuando me vuelvo, es Henry, mostrando su cabeza por la puerta. —Buenos días…señor Goldberg…—me muerdo el labio, inevitable no poder hacerlo. —Hoy, luce radiante…—arrugo mi ceño, luego levanto mis cejas. — ¿Ya llegó Sebastian? —Asiente— ¿Ya miró a Helen? —él sonríe más. Entra cerrando la puerta detrás de él, se acerca, me da un beso fugaz, luego deja uno en mi frente. Lo rodeo y lo huelo. “Menta” —Te extrañé…—susurra, me separo de él. —Y yo…—me separo un poco y aliso mi blusa. — ¿Ya viste mi oficina? —Henry revisa el lu
Molly Las puertas del elevador se cierran, todo sucede en cámara lenta, sus manos alcanzan mi cintura y me ponen contra la pared del elevador, mi abrigo y mi bolso caen a mis pies, sus labios atrapan los míos con desesperación, correspondo a su reacción, sintiendo humedecerme en segundos, sus manos se van a mi cuello, luego se deslizan por mis pechos, acaricia por encima de mi blusa, las protuberancias erectas- mis pezones- sus labios se separan de los míos, para hacer un recorrido a mi cuello, cierro los ojos y gimo cuando comienza a chupar y a dejar besos por mi cuello, escucho la campana de que hemos llegado, nos separamos, ambos jadeamos, aprieto mis muslos, y me llevo mis dedos a mis labios. —No es justo. —le digo jadeante. —Lo sé. —sonríe, se acomoda su erección, levanta mi abrigo y mi bolsa, me acomodo mi blusa. —B
Henry Estoy sentado en la terraza del departamento de Sebastian, doy un sorbo a mi copa de licor, mi móvil suena, lo busco en el interior de mi bolsillo, cuando veo la pantalla es de un anuncio que no reconozco. Deslizo el botón para contestar. —Goldberg. —contesto. —Henry, soy Ian. —me sorprende que sea Ian. —Ian, ¿Cómo estás? —escucho un suspiro. —No tan bien, he salido de la casa de Molly, —me levanto de un movimiento. — ¿Qué ha pasado? —entro al departamento, Sebastian viene bajando de su habitación. —Su madre nos invitó a mi tío y a mí con una intención, pero su madre ha escuchado que tú y ella eran novios, mi tío intentó meterse, pero lo evité, pero me preocupa Molly, su madre parecía lista para irse sobre ella… <
Molly — ¿Y dónde vas a dormir? —pregunta Henry cortando nuestro agarre. —Voy a ir a un hotel.—le digo algo incómoda, lo esquivo y me acerco al auto, dónde he dejado mi maleta, escucho que viene Henry detrás de mí. — ¿Qué? ¿Está loca? no voy a permitir que mi novia se vaya a un hotel y mucho menos a esta hora. —Por el momento, —abro la puerta de atrás de mi auto y lanzo la maleta, al cerrarla, me vuelvo hacia Henry, tiene sus manos en su cintura. —Mañana veré si me mudo por mientras a la casa que me ha dado tu abuelo, en lo que se vende y encuentro un departamento cerca de la empresa. —Es mejor irnos directamente a la casa de mi abuelo, no vas a pisar un hotel. — ¿Qué tiene de malo? Tú estuviste viviendo en uno desde que llegaste a la ciudad.
Henry Suspiro. Abro lentamente mis ojos cuando me separo de los labios de Molly. ¡Dios! ¿Cómo puede latir tan rápido mi corazón con solo besarla? Mi piel se eriza de pies a cabeza. Me pierdo por un momento en sus ojos verdosos y dilatados. Ella se muerde el labio, al soltarlo sonríe. — ¿Qué piensas? —pregunta muy curiosa al levantar la mano para acariciar mi mejilla. Paso mis dedos por su cabello que cae por un lado de su frente. —Nada, solo te miro, me gusta mirarte… Molly sonríe ampliamente. —A mí también…—deja un beso fugaz contra mis labios, luego se remueve y se sienta en la orilla de la cama, intenta tirar de la sábana para cubrir su desnudez. — ¿Por qué insistes en cubrir tu cuerpo? —ella balbucea algo que no alcanzo
Molly Ha pasado varios días y Helen sigue en la prueba de mes sin ningún error, Sebastian ha insistido en buscar otros candidatos, pero sé que ella hace un excelente trabajo, solo es cuestión de que Sebastian abra sus ojos y miré a otra dirección después de todo lo que ha pasado. Sonrío como tonta, ¿Cuándo me iba a imaginar que podría hacer el trabajo de cupido? ¡Luego con Sebastian! Bueno, desde que sé su secreto, desde que conozco esa parte que siempre que aguardaba celosamente, me hace querer encontrarle a alguien para que olvide a esa mujer que le ha roto el corazón, quizás Helen podría curar esas profundas heridas. — ¿En qué tanto piensas? —me exalto al escuchar la voz de Sebastian. —Nada, nada—digo rápido arreglando los documentos en mi escritorio, ¿En qué momento ha entrado? Veo como sigilosamente se acerca
Henry Le entrego una copa de champagne a Molly, ella está plácidamente recostada en una tumbona frente al océano, ella me sonríe, da un sorbo y aprueba su sabor. —Sabe deliciosa. —Casi gime, me quedo como bobo observando cuando da un segundo trago, —Definitivamente será mi bebida favorita. —levanta su sobrero, baja sus lentes de sol y me mira detenidamente, como si fuese sido pillado. Sonrío, creo que dudo por un momento que es lo que iba a hacer, me siento a su lado, dejo la botella en el hielo. — ¿Todo bien? —asiento, lentamente. Me retiro la camiseta y me dejo los pantalones cortos, me recuesto a su lado. —Dios, esto nos va a relajar después de una larga semana de tensión y estrés. Escucho un suspiro, siento como tira de mi cabeza para que me recuesto en sus muslos, me acomodo vertical, sus dedos acarician el vello de mi pe
Molly Las puertas automáticas de emergencias, se abren ante nosotros, Henry tiene mi mano aprisionada a la suya, está angustiado, caminamos por el largo pasillo. Nos acercamos a una estación dónde se encuentra un grupo de enfermeros. —Buenas noches, soy Henry Goldberg, me han…—un tipo con bata blanca y de barba rojiza, se acerca a nosotros. —Soy el doctor de su hermano. —Henry muestra ansiedad. —Soy Henry, dígame, ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está mi hermano? ¿Qué es lo que ha pasado? —pregunta desesperado. El doctor suaviza su rostro para tranquilizarnos. —Un auto se ha estrellado contra el de su hermano al no respetar la luz roja, el auto quedó casi desecho y el otro conductor también ha sobrevivido con lesiones leves, pero lo peor le ha tocado…—me llevo una ma