Molly Goldberg
Me paso una mano por la frente para retirar el fleco que se ha pegado con un poco de sudor de mi piel, miro de reojo hacia Noah, que se encuentra dormido en la parte de atrás en la silla que le ha comprado Henry en New York, no imaginé que la traería con nosotros.
— ¿Falta mucho? —pregunto ya algo incomoda de estar tanto tiempo sentada, Henry no mira en mi dirección, tiene la vista fija en el camino de tierra, usa esos lentes de piloto, le hacen ver…jodidamente sexy, niego para mí misma, ¿Qué te pasa? Bueno, sabes qué es lo que te pasa, más de cuatro años en abstinencia…me pongo ambas palmas en mis mejillas, están que arden el solo recordar.
— ¿Pensando en cosas sucias, señora? —miro hacia Henry quien parece divertirle mi reacción, le lanzo una mirada cargada de irritación.
—No pienso en nada, solo quiero l
Henry Goldberg Sirven la cena, he sacado uno de los vinos más famosos de mi abuelo, una gran cosecha de 1879, era uno de los mejores vinos que había en los viñedos. Un recuerdo me sacude, la imagen de Molly eligiendo el vino para nuestra boda. Mi corazón se estruje con fuerza que me sacude con dolor. — ¿Henry? —la voz de Sylvana me saca de ese recuerdo. — ¿Sí? —pregunto con la copa de vino en mi mano. —Estás pálido. —susurra por lo bajo mientras Edmund habla con Molly de algo. —Estoy bien, gracias. —doy un sorbo a la copa, pero me detengo, dejando que el vino humedezca mis labios, por encima de la orilla de la copa, veo a Molly, luce hermosa, luce tranquila, no podía olvidar la pequeña escena de celos que había hecho hace rato, el rostro de alivio cuando escuchó a Edmund decir que es esposo de
Molly Marshall Estoy cansada, cansada de seguir obligando a callar mis sentimientos por Henry, me había hecho una promesa delante de aquel espejo, mientras me veía vestida de novia, el maquillaje corrido por mi rostro y el cabello revuelto, me había hecho tantas preguntas del motivo por el cual me había abandonado, me obligué a no volver a abrirle las puertas de mi corazón a Henry Goldberg, me prometí en odiarlo con toda el alma, pero en algún momento… lo perdoné. Henry espera a que diga algo, bajo la mirada a mi mano que descansa en su pecho, aprisionando con la suya. —Estoy cansada, me iré…—retiro la mano de su pecho y luego lo esquivo, comienzo a caminar por el jardín en dirección al interior de la casa. —Me acabo de abrir ante ti, acabo de decirte lo que tengo dentro de mí, pero tú solo huyes…—me detengo, pero no me giro y no me
Henry Goldberg Ella tiembla al escuchar mis palabras, mi corazón late frenéticamente, me mira conmocionada, sus labios se entreabren para tomar aire, atrapo su labio inferior, lo mordisqueo suavemente, luego lo suelto, su mirada lo dice todo, entonces, acomodo mi miembro en su entrada, poco a poco entro en ella, ella gruñe algo entre dientes, entonces me detengo — ¿Estás bien? —ella asiente, mueve sus caderas, el movimiento me vuelve loco, me empiezo a mover junto con ella, me doy cuenta que está muy estrecha, muerdo mi labio cuando finalmente puedo entrar más, gruño entre dientes mientras me muevo más, los gemidos de ella, me hacen querer explotar, pero no quiero, ella lanza su cabeza hacia atrás cuando acelero, escucho nuestras respiraciones, nuestros gemidos, jadeos, puedo sentir el sudor de ambos cuerpos; somos uno solo al fin, estoy a punto de venirme, me niego a hacerlo, Molly mueve sus caderas en círculo
Henry Goldberg —Es impresionante—dijo Molly desde el caballo, mirábamos los viñedos desde una loma. —Sí, parece una postal—el tono de impresión de Edmundo, me emocionó. —El vino…exquisito. —dijo Sylvana, Edmund la mira y le sonríe. Luego desvía su atención hacia a mí. — ¿Dónde hay que firmar? —finalmente Edmund se decidió. —Venir solo era un plus, ya habíamos decidido ser distribuidores de tus vinos, Goldberg. Felicidades. Nuestras tiendas en todo el mundo, amará tu vino. —le agradezco a ambos por confiar en nosotros. Después de una cabalgada hasta el atardecer, de hacer un picnic en la loma con la belleza del paisaje, regresamos a la casona, teníamos que regresar y hacer maleta ya que teníamos que estar en la pista el domingo al mediodía. &n
Molly Marshall Dejo recargada la cabeza en el asiento, miro a Noah abrazado a su muñeco favorito, acaricio su frente y luego retirando el cabello, veo sus ojos azules, y de la nada, me regala una sonrisa, siento una opresión en el pecho el solo recordar las últimas palabras que le dije a Henry. “Te irás al infierno por mentirosa.” Cierro los ojos por unos breves momentos, después de estar con él, los sentimientos habían creado un tornado de emociones. Me llevo mi mano a mi pecho, mi corazón se agita. Miro a Noah quien estira su pequeño cuello para mirar por la ventana. — ¿Cómo le fue en su viaje exprés, señora? —pregunta Harry –mi persona de seguridad— estando al volante. —Bien gracias. ¿Todo bien en la casa? —él se encuentra conmigo en el retrovisor. —Sí. Todo
Molly Marshall Mi madre se retira, dejando las palabras en el aire, pero no tengo tiempo para indagar a más profundidad, tecleo un mensaje a Sebastian preguntado el estado de Henry, pero no me contesta, en lo que sucede, termino mis pendientes, sentía algo en el centro de mi pecho, algo que no podía describir. Le mando un mensaje de texto a mi madre para decirle que el lugar de la cena ha cambiado, que la espero en mi casa, inmediatamente recibo la respuesta. “Estaré en veinte minutos”. Intento llamar a Sebastian, pero me manda a buzón directamente. Harry me mira por el retrovisor. —Se repondrá el señor Goldberg. —comenta. —Eso espero. Si es terco en otras cosas, debería de serlo en estos momentos y aferrarse. —Estará en mis oraciones. —Gracias, Harry
Molly Marshall Sebastian se pasa ambas manos por su rostro, está preocupado, lo estoy también, lo que nos había dicho el doctor, nos puso más tensos de lo que ya estábamos. —El miércoles es la reunión con el abogado…—comienza a decirme Sebastian en mi dirección. —No puedo faltar… —No lo hagas, puedes ir y regresar… —Pero Henry…—le interrumpo. —Nosotros nos quedaremos con él. —arquea una ceja, mira hacia a el pasillo, mi madre camina lentamente de un lado a otro con Noah en los brazos, luego mira hacia a mí. — ¿Tú mamá también? —asiento. —Sé qué estas desconfiado, lo sé créeme. —Lo siento, pero no puedo evitarlo…—se disculpa. La miro, luego suelt
Molly Marshall Las lágrimas caen por mis mejillas, intento controlarme, no puedo dejar desbaratarme, tengo que ser fuerte, de alguna manera, no me imaginaba vivir sin él, las palabras que dije antes de verlo por última vez, me hacían sentir miserable, ¿Por qué simplemente no dije otra cosa antes de marcharme de los viñedos? Hubiera bastado solo decir “Me marcho, cuídate” y ya…pero no, tenía demasiado que pensar, evitando dejar mis verdaderos sentimientos salir a la superficie, mi orgullo, mi ira, mi decepción y el coraje que cargo, me hicieron decir esas palabras. —Eres terco, y es aquí cuando tienes que ser más, aferrarte a nosotros…—susurro cuando acaricio sus nudillos con mi dedo índice. Así me quedo a su lado varios minutos más, en silencio, veo su perfil, cada detalle de su rostro, había ocasiones cuando estábamos juntos en el pasado, lo veía dormido por la mañana, n