Molly Marshall
Mi madre se retira, dejando las palabras en el aire, pero no tengo tiempo para indagar a más profundidad, tecleo un mensaje a Sebastian preguntado el estado de Henry, pero no me contesta, en lo que sucede, termino mis pendientes, sentía algo en el centro de mi pecho, algo que no podía describir. Le mando un mensaje de texto a mi madre para decirle que el lugar de la cena ha cambiado, que la espero en mi casa, inmediatamente recibo la respuesta. “Estaré en veinte minutos”.
Intento llamar a Sebastian, pero me manda a buzón directamente. Harry me mira por el retrovisor.
—Se repondrá el señor Goldberg. —comenta.
—Eso espero. Si es terco en otras cosas, debería de serlo en estos momentos y aferrarse.
—Estará en mis oraciones.
—Gracias, Harry
Molly Marshall Sebastian se pasa ambas manos por su rostro, está preocupado, lo estoy también, lo que nos había dicho el doctor, nos puso más tensos de lo que ya estábamos. —El miércoles es la reunión con el abogado…—comienza a decirme Sebastian en mi dirección. —No puedo faltar… —No lo hagas, puedes ir y regresar… —Pero Henry…—le interrumpo. —Nosotros nos quedaremos con él. —arquea una ceja, mira hacia a el pasillo, mi madre camina lentamente de un lado a otro con Noah en los brazos, luego mira hacia a mí. — ¿Tú mamá también? —asiento. —Sé qué estas desconfiado, lo sé créeme. —Lo siento, pero no puedo evitarlo…—se disculpa. La miro, luego suelt
Molly Marshall Las lágrimas caen por mis mejillas, intento controlarme, no puedo dejar desbaratarme, tengo que ser fuerte, de alguna manera, no me imaginaba vivir sin él, las palabras que dije antes de verlo por última vez, me hacían sentir miserable, ¿Por qué simplemente no dije otra cosa antes de marcharme de los viñedos? Hubiera bastado solo decir “Me marcho, cuídate” y ya…pero no, tenía demasiado que pensar, evitando dejar mis verdaderos sentimientos salir a la superficie, mi orgullo, mi ira, mi decepción y el coraje que cargo, me hicieron decir esas palabras. —Eres terco, y es aquí cuando tienes que ser más, aferrarte a nosotros…—susurro cuando acaricio sus nudillos con mi dedo índice. Así me quedo a su lado varios minutos más, en silencio, veo su perfil, cada detalle de su rostro, había ocasiones cuando estábamos juntos en el pasado, lo veía dormido por la mañana, n
Molly Marshall Después de un rato con Henry, necesito ir al baño, —tomé demasiado café—, camino por el pasillo que me llevará a los servicios, busco mi móvil y recuerdo que lo silencié, entro, me recargo en el lavamanos mientras reviso, me doy cuenta que tengo más de diez llamadas perdidas de Helen, muchos mensajes de ella, entonces me alerto, pienso que ha pasado algo en la empresa, los mensajes no los alcanzo a leer, marco directamente a Helen. Un tono, dos, tres, y contesta. —Molly, por fin… —es la voz de Helen, suena preocupada. —Sí, soy yo, dime ¿Qué pasa? Tengo muchas…—me interrumpe. —Es el señor Dorian, ha estado buscando al señor Sebastian y a usted, me acaban de informar que… —Hola, Molly—siento un escalofrío recorrerme de pies a cabeza, cuando me
Molly Marshall Escucho mi respiración agitada, inestable, mi corazón late a un velocidad desorbitante, lo escucho dentro de mi cabeza a todo volumen, no me deja pensar con claridad, luego es como si hubiesen puesto mute el momento, el ruido del disparo me deja sorda, abro los ojos con miedo, miedo de estar herida, miedo de morir de esta manera, veo a Sebastian sobre Alexandra, ella grita histérica algo, él mira cargado de pánico hacia a mí, grita algo en mi dirección, pero no escucho, su vena resalta en su cuello y frente, su rostro está rojo, rojo de ira, entran las personas de seguridad, al verme tirada, Sebastian obliga a que detengan a Alexandra para acercarse a mí y que no se escape, él se desliza por el suelo hasta llegar a mí, puedo ver casi histeria contenida, mira mi costado, le sigo la mirada, él sigue diciendo algo, pero no escucho, sigo escuchando mi respiración. — ¡Molly!
Henry Goldberg “—No puedo permitir que tu hermano se case con nadie que no sea aprobado por mí, nadie entrará a esta familia sin mi consentimiento. —cruzo la pierna encima de la otra y di un sorbo a mi bebida. Estamos en el despacho, mi abuelo camina de un lado a otro. — ¿Cómo sabes que se quiere casar? —dudaba que la información fuese la correcta. —Peter, el de la joyería, le dijo a uno de mi equipo de seguridad que Sebastian había mandado a hacer una pieza única, él mismo la diseñó parece ser, si un hombre aparece en una joyería, para mi dice mucho. —Sebastian tiene derecho de casarse con quien quiera, abuelo. —él niega. —No voy a permitirlo, ¡Acaba de terminar la facultad! Lo que le sigue a eso, es regresar a empezar a trabajar en empresas Goldberg.
Seis meses después... —Molly, faltan dos arreglos en la mesa del jardín. —la madre de Molly usaba un mandil de flores coloridas, a excepción de ese mandil, debajo portaba un conjunto de dos piezas, chaqueta y pantalón en color rosa, su cabello rubio lo tenía sostenido por un moño que le había dado Evelyn al ver que no dejaba de tocarse el cabello. —Aquí tienes. —dijo Molly, nota a Evelyn que mira la revolución de gente en aquella cocina, Noah a su lado, degustaba un cupcake de zanahoria, Molly estaba presionada, había regresado apenas del trabajo para hornear y ayudar con la fiesta de cumpleaños, festejarían a Noah y a la dulce Evelyn, quien ya estaba libre de la leucemia, también quien por primera vez… festejaría su cumpleaños. —Traje las bebidas, ¿Qué hace falta? —Sebastian deja unas bolsas encima de la isla de granito, Molly protesta al
(Aquí comienza el pasado de Sebastian Goldberg) Sebastian Goldberg "Años atrás..." Mi lengua recorre lentamente el abdomen de aquella hermosa mujer hasta llegar a su centro, escucho sus gemidos, nuestras respiraciones alteradas, su elixir está derramándose, de repente cierra sus piernas, aprisionando mi cabeza, mis manos van a ellas con las palmas abiertas para poder abrirlas, ella levanta su rostro y se disculpa mientras jadea, luciendo a punto de tener un orgasmo. —Lo siento...yo...—lanza su cabeza hacia atrás.—Voy...voy a.…—salgo de ahí, me pongo de pie de un movimiento, ella me busca con la mirada al levantar su rostro, trozo el empaque plateado con mis dientes sin dejar de mirarla desnuda en medio de su cama, es jodidamente sexy.—Estaba a punto de venirme...—anuncia apenada. &
Sebastian Goldberg "Años atrás" Acaricio mi mentón mientras veo como la maestra de finanzas camina por el pódium, el pizarrón blanco está rayado con números y gráficas a su espalda. — ¿Qué tanto piensas? —pregunta Steve, mi compañero y mejor amigo. —En nada—contesto sin mirarlo. —Está prohibido tirarse a los docentes de la facultad. —giro mi rostro lentamente hacia Steve, él sonríe con una ceja en lo alto. —Aunque esté prohibido, no pensaba en algo como eso. — ¿Entonces por qué miras hacia la maestra? —me irrito. — ¿No hay que prestar atención? ¿O qué? —Steve borra su tonta sonrisa de su boca, mira hacia enfrente, cuando giro mi rostro para seguir prestando atención, todos nos miran. — ¿Es