Molly Goldberg
Cierro con fuerza la puerta de presidencia, tomo aire y lo suelto lentamente. Tenía que tranquilizarme antes de entrar de nuevo a mi oficina, Arvel espera. Camino hasta la oficina y antes de abrir, suelto un suspiro, pongo una sonrisa al entrar.
—Disculpa por eso—le digo a Arvel, está de pie a lado de mi escritorio mirando el paisaje a lo lejos, se gira y sonríe.
—No tienes por qué dar una disculpa, ¿Entonces? ¿Cenamos? —mi mano se queda en el respaldo de la silla dónde estaba él sentado anteriormente.
—Claro. Solo dime la hora y el lugar. —él se sorprende a mi respuesta.
—Me parece perfecto, —busca en el interior de su americana, teclea algo en su móvil, al terminar levanta su rostro en mi dirección. —Listo.
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Henry Goldberg — ¿Qué haces aquí, Goldberg?—dice Molly al verme en el reflejo del espejo, luce hermosa en ese conjunto negro y rojo, y la guinda del pastel sería sus labios color carmín, sus ojos verdosos se fijan en mí, cargados de ira, pero no me importa, escucharé a mi corazón. —Cuido lo que amo. —ella reacciona con sorpresa, se cruza de brazos y se gira, dejando su trasero en la orilla del lavamanos, insisto, luce hermosa. —Ojalá te ahogues con esas palabras—suelto una risa, sí que está encabronada. —Yo te lo dejé claro, no creo en las intenciones de ese abogado, mientras insistas en querer salir con él—hago comillas en el aire—Te voy a cuidar, quieras o no. —Creo que es demasiado tarde para eso, ¿No crees? —paso saliva con dureza. —Desde hace mucho y hasta hoy,
Molly Goldberg —El señor Goldberg ha llamado para avisar que llegará tarde. —Helen me informa, no muestro ningún gesto y solo le doy las gracias. Ella se retira, dejándome revisando datos de ventas, detengo lo que estoy haciendo, me quedo pensando el motivo por el cual llegará tarde, luego me regaño mentalmente remarcándome que no debe de importarme, retomo lo que estoy haciendo, cuando finalmente encuentro concentrarme, suena mi móvil, a tiendas sin despejar la mirada del documento, contesto. — ¿Sí? —contesto. —Buenos días, Molly, soy Arvel White—detengo lo que hago. —Oh, hola Arvel, ¿Cómo estás?—sonrío al recordar lo de anoche en el restaurante. —Quiero pedirte millones de disculpas sillegué a hacerte sentir incómoda...no recuerdo bien nuestra cena, solo tengo momentos borro
Molly Goldberg Había pasado los días de la semana, Sebastian y Evelyn ya estaban dados de alta, pero tenían que ir constantemente a revisiones, le había contado a Sebas lo que había descubierto de parte del abogado, él dijo que se haría cargo, sé qué protegería con su vida la de su hija, me pidió no decir nada… Es viernes y estoy en la habitación haciendo una maleta para Noah, en un par de horas Henry vendría por él y se irían a los viñedos Goldberg. — ¿Segura que no está la gorra que le regaló Sebastian? —pregunto a Nancy quien está buscando en el interior del armario. —No está, iré a revisar si lo ha dejado en otra habitación—Nancy sale, dejándome a solas con Noah, quien juega en el centro de la cama con su muñeco favorito. — ¿Te vas a portar bien? —él levanta su pequeño rostro y nomás sonríe, sus hoyuelos apare
Henry Goldberg —Siempre estoy lista…Goldberg. —dice ella en un tono desafiante, sonrío más a ello. —Perfecto.—ella sigue mostrando ese gesto, esa máscara de frialdad entre los dos, veo a Joey cerca de la cabina, hace un discreto gesto de querer hablar, estoy a punto de disculparme con Molly, pero ella mira por la ventanilla, aprovecho en levantarme e ir a la cabina.—Dime. —El señor White ha estado insistiendo en comunicarse con la señora…—se refiere a Molly. Siento mi estómago hacerse un gran nudo de irritación. —Bloquea todo contacto con el abogado. Tengo entendido que Molly y Sebastian ya no tienen asuntos con lo del divorcio,así que no la quiero cerca de ella ni de mi hijo. —Sí, señor Goldberg. —le anuncio al piloto que podemos irnos inmediatamente, comien
Molly Goldberg Me paso una mano por la frente para retirar el fleco que se ha pegado con un poco de sudor de mi piel, miro de reojo hacia Noah, que se encuentra dormido en la parte de atrás en la silla que le ha comprado Henry en New York, no imaginé que la traería con nosotros. — ¿Falta mucho? —pregunto ya algo incomoda de estar tanto tiempo sentada, Henry no mira en mi dirección, tiene la vista fija en el camino de tierra, usa esos lentes de piloto, le hacen ver…jodidamente sexy, niego para mí misma, ¿Qué te pasa? Bueno, sabes qué es lo que te pasa, más de cuatro años en abstinencia…me pongo ambas palmas en mis mejillas, están que arden el solo recordar. — ¿Pensando en cosas sucias, señora? —miro hacia Henry quien parece divertirle mi reacción, le lanzo una mirada cargada de irritación. —No pienso en nada, solo quiero l
Henry Goldberg Sirven la cena, he sacado uno de los vinos más famosos de mi abuelo, una gran cosecha de 1879, era uno de los mejores vinos que había en los viñedos. Un recuerdo me sacude, la imagen de Molly eligiendo el vino para nuestra boda. Mi corazón se estruje con fuerza que me sacude con dolor. — ¿Henry? —la voz de Sylvana me saca de ese recuerdo. — ¿Sí? —pregunto con la copa de vino en mi mano. —Estás pálido. —susurra por lo bajo mientras Edmund habla con Molly de algo. —Estoy bien, gracias. —doy un sorbo a la copa, pero me detengo, dejando que el vino humedezca mis labios, por encima de la orilla de la copa, veo a Molly, luce hermosa, luce tranquila, no podía olvidar la pequeña escena de celos que había hecho hace rato, el rostro de alivio cuando escuchó a Edmund decir que es esposo de
Molly Marshall Estoy cansada, cansada de seguir obligando a callar mis sentimientos por Henry, me había hecho una promesa delante de aquel espejo, mientras me veía vestida de novia, el maquillaje corrido por mi rostro y el cabello revuelto, me había hecho tantas preguntas del motivo por el cual me había abandonado, me obligué a no volver a abrirle las puertas de mi corazón a Henry Goldberg, me prometí en odiarlo con toda el alma, pero en algún momento… lo perdoné. Henry espera a que diga algo, bajo la mirada a mi mano que descansa en su pecho, aprisionando con la suya. —Estoy cansada, me iré…—retiro la mano de su pecho y luego lo esquivo, comienzo a caminar por el jardín en dirección al interior de la casa. —Me acabo de abrir ante ti, acabo de decirte lo que tengo dentro de mí, pero tú solo huyes…—me detengo, pero no me giro y no me
Henry Goldberg Ella tiembla al escuchar mis palabras, mi corazón late frenéticamente, me mira conmocionada, sus labios se entreabren para tomar aire, atrapo su labio inferior, lo mordisqueo suavemente, luego lo suelto, su mirada lo dice todo, entonces, acomodo mi miembro en su entrada, poco a poco entro en ella, ella gruñe algo entre dientes, entonces me detengo — ¿Estás bien? —ella asiente, mueve sus caderas, el movimiento me vuelve loco, me empiezo a mover junto con ella, me doy cuenta que está muy estrecha, muerdo mi labio cuando finalmente puedo entrar más, gruño entre dientes mientras me muevo más, los gemidos de ella, me hacen querer explotar, pero no quiero, ella lanza su cabeza hacia atrás cuando acelero, escucho nuestras respiraciones, nuestros gemidos, jadeos, puedo sentir el sudor de ambos cuerpos; somos uno solo al fin, estoy a punto de venirme, me niego a hacerlo, Molly mueve sus caderas en círculo