—¿Carolina? —escuchó a lo lejos la voz de su padre, ella abrió sus ojos, miró a Daniel quien estaba terminando en ella, sus dedos estaban incrustados en sus caderas, pensó que dejaría marcas para después.
—Dios—susurró Daniel finalmente al terminar.
—¡Voy! ¡No entres! —gritó Carolina.
Héctor arrugó su ceño, miró a las personas de seguridad, ¿Estaba pasando algo?
—¿Qué pasa ahí adentro? —le preguntó a uno de los hombres vestidos de negro.
—Está el señor García y su esposa, —este pasó saliva con dificultad, —…ocupados.
Héctor entendió.
—Oh, bueno, —se acercó a la puerta. —Los espero en
cinco minutos en el recibidor.
Luego se retiró.
Daniel se quedó recostado e
Daniel se pasó ambas manos por su cabello, enloqueció al no ver a Carolina, Héctor ladró ordenes, Anna estaba en shock, el plan era de ella, por ella es quese habían llevado a su hija, se sintió casi a desvanecerse, pensando que Isaac finalmente le cumpliría la promesa de arrebatarle lo que más amaba en esta vida. En lugar de darle paso a las lágrimas, su interior se transformó en ira, necesitaba pensar con la cabeza fría para hacer su próximo movimiento. —¡Debemos buscarla! ¡Debemos buscarla! —Daniel gritó desesperado, miró al resto del personal.—¡¿Quién conocía al chófer que llevó la primera camioneta? ¡¿Quién?! —el jefe de seguridad se acercó para mostrarle la información que estaba buscando a toda prisa. Héctor se acercó a Anna, la notó muy pálida. —Vamos a encontrarla—dijo abrazándola, Anna finalmente se rompió, un llanto desgarrador llenó el lugar, Héctor sintió un escalofrío recorrerle de pies a cabeza, sintió su almarasgarse, tenía q
El mapa estaba extendido sobre la mesa de madera del jardín, alrededor estaba los de seguridad, Héctor y Daniel, intentaba descifrar en qué momentose había desviado el auto, buscarían las cámaras de seguridad, el GPS no ayudó mucho, ya que se había apagado al salir de la mansión del padre de Daniel. —Necesito todas las cámaras de esta área. —Daniel ordenó, su jefe de seguridad, luego trazó otra área posible—Y también de esta. Héctor marcó a sus contactos para ubicar la casa de su hermano Isaac, estaba decidido a buscarlo él mismo,mataría el mismo a ese
Anna tenía los ojos cerrados, intentó contar hasta cierto número para poder calmar su corazón, si Erick hubiese sido parte del plan del secuestro deCarolina, hubiese simplemente desaparecido, pero en su tono de voz notó sorpresa, imaginó que quién pudo haber planeado todo esto, era Emilio, tenía que ser él, había cambiado de bando y eso…-Anna abrió sus ojos-…para ella era traición. El celular sonó, miró la pantalla y era Erick, miró hacia la gente de seguridad que los rodeaba, regresó su mirada y deslizó el botón verde. —Esperotengas algo. —dijo de manera tajante. —He hablado con Emilio y he dado con su localización—dijo Erick a toda prisa del otro lado de la línea, —No quiero que pienses que fui p
Carolina estaba en shock al escucharlo, ¿Acaso estaba loco de remate? Jamás en su vida haría lo que le estaba pidiendo. No se entregaría ni en cuerpo, ni enalma, si no era Daniel. Entrar en pánico, fue lo último que pensó, por dentro la ira corrió por sus venas, pensó detenidamente sus pasos a partir de ese momento.Isaac la miró, estaba sorprendido con la belleza que tenía frente a él, los planes habían cambiado al momento que entró a esa habitación, su obsesión cruzó una delgada línea y, decidió que quería algo más...la quería a ella, no le importabasi era su sobrina y la hija de la mujer que más odiaba en este mundo. —¿Qué? —Carolina se llevó una mano al centro de su estómago. —Lo que has escuchado—dijo Isaac. Carolina empezó su jugada. Sonrió. —¿Y si me divorcio y te doy las tierras que ganaré? ¿Libertad? ¿Realmente me dejarás libre? —Carolina se sentó en el sillón a lado de su cama, cruzó una pierna con la otra, luegotomó air
Daniel tenía sus ojos cerrados, pidiendo llegar a tiempo por su esposa y su hijo, que estuviesen sanos y salvos, apretó el agarre de sus manos con tantafuerza, que necesitó sentir el dolor para recordarse que esto era real. No era una pesadilla. Estaba pasando lo que temió desde los anteriores atentados. —¿Daniel? —Héctor llamó a su ahijado al verlo sentado, tenso, luego miró sus manos, los nudillos estaban pálidos. Daniel abrió sus ojos y buscó a su padrino que estaba en el asiento de a lado, cruzando el pasillo. —Tranquilo, los vamosa encontrar. —Héctor apretó su mandíbula, Carolina era cabrona, era fuerte y más ahora que sería madre, sabía en su interior que lucharía por sobrevivir, no podía perderla, era
—Soy…el hijo de Armando García, —el ver la reacción de Carolina le provocó diversión. —¿No sabías que tienes un cuñado? —Carolina palideció, sintió comosu cuerpo amenazó con tirarla ahí mismo en la alfombra a lado de la cama, retrocedió, su mano buscó a tiendas la orilla de la cama e intentó no desmayarse con tremenda noticia. —¿Hijo? Armando García no tenía otro hijo aparte de Daniel—él sonrió más. —Soy el hijo mayor. Fernando García. —Hizo una breve pausa—El que está por encima de todo…—señaló el lugar—…esto. Incluso lo estuve cuandomi padre vivía. —la cara de confusión de ella, le hizo descubrir que, en sí, su padre había ocultado muy bien su existencia. Notó la palidez de Carolina. —Isaac solo es una pieza que manejo a&nb
—Señor García…—Daniel escuchó por el micrófono de su oído que lo llamaban, presionó para contestar. —¿Qué? —respondió cuándo miró porencima de la hierba. —Vienen tres autos blindados del lado norte. —Daniel arrugó su ceño, Héctor se acercó a él. —¿Crees que se estén…? —dos disparos se escucharon a lo lejos, todos se alertaron, se escuchó el grito de un hombre, como si estuviese sufriendo. —Espera, —dijo Héctor al ve
Daniel escuchó todo por el micrófono, sintió como su piel se erizó al grado de doler, su corazón se agitó por completo, antes de actuar, se escuchóla explosión, luego los disparos a lo lejos. —¡Espera! —gritó Héctor a Daniel por el micrófono, —Carolina está en la camioneta del medio de las tres—los disparos aumentaron, Daniel cerró por un momento breve sus ojos y rezó para que Anna estuviese bien, el ronroneo de las camionetas se escuchó—¡ahora! —dio la orden Héctor. Los dos equipos salieron de su escondite con armas en mano, atentosde no ser heridos,