—Soy…el hijo de Armando García, —el ver la reacción de Carolina le provocó diversión. —¿No sabías que tienes un cuñado? —Carolina palideció, sintió como su cuerpo amenazó con tirarla ahí mismo en la alfombra a lado de la cama, retrocedió, su mano buscó a tiendas la orilla de la cama e intentó no desmayarse con tremenda noticia.
—¿Hijo? Armando García no tenía otro hijo aparte de Daniel—él sonrió más.
—Soy el hijo mayor. Fernando García. —Hizo una breve pausa—El que está por encima de todo…—señaló el lugar—…esto. Incluso lo estuve cuando mi padre vivía. —la cara de confusión de ella, le hizo descubrir que, en sí, su padre había ocultado muy bien su existencia. Notó la palidez de Carolina. —Isaac solo es una pieza que manejo a &nb
—Señor García…—Daniel escuchó por el micrófono de su oído que lo llamaban, presionó para contestar. —¿Qué? —respondió cuándo miró porencima de la hierba. —Vienen tres autos blindados del lado norte. —Daniel arrugó su ceño, Héctor se acercó a él. —¿Crees que se estén…? —dos disparos se escucharon a lo lejos, todos se alertaron, se escuchó el grito de un hombre, como si estuviese sufriendo. —Espera, —dijo Héctor al ve
Daniel escuchó todo por el micrófono, sintió como su piel se erizó al grado de doler, su corazón se agitó por completo, antes de actuar, se escuchóla explosión, luego los disparos a lo lejos. —¡Espera! —gritó Héctor a Daniel por el micrófono, —Carolina está en la camioneta del medio de las tres—los disparos aumentaron, Daniel cerró por un momento breve sus ojos y rezó para que Anna estuviese bien, el ronroneo de las camionetas se escuchó—¡ahora! —dio la orden Héctor. Los dos equipos salieron de su escondite con armas en mano, atentosde no ser heridos,
—¿Pagarás el trabajo? —preguntó Heriberto, la mano derecha de Fernando, estaba este de pie con la mirada en los documentos que se encontraban en lasuperficie del escritorio. Fernando tomó aire de manera discreta y luego lo soltó lentamente, cerró los ojos y al abrirlos, levantó la mirada a Heriberto. —El pago era de Emilio, pero Isaac lo mató. Así qué no se debe dinero a nadie. ¿Has visto que se les pague a los muertos? —Se hizo un silencio incómodo en el lugar—¿Otra cosa más? —preguntó Fernando ya irritado, Heriberto negó rápidamentebajando la mirada.
Isaac se fue con un poco del pago de Emilio, pero estaba advertido por segunda ocasión acerca de sus amenazadas en contra de Fernando. Este, lo toleraba yaque, en parte, manejaba la parte de la policía de la ciudad, si él quería, podría sacarlo, pero no tenía un hombre con experiencia como él para sustituirse. —Cree que soy pendejo—murmuró Fernando al sentarse en su sillón de cuero del despacho, encendió un habano y comenzó a fumarlo, cerró los ojos para disfrutarlo. Tocaron a la puerta y entonces estalló él. —¡¿Y ahora qué mierdas quieren?!—se abrió la puerta y apareció una mujer hermosa, ya mayor, tenía el pelo negro, ojos marrones, la piel bronceada. —¿Quién el cabrón que te ha hecho enojar, Fer? — preg
Días después… Daniel estaba en posición de feto recostado en la cama de aquella habitación, la habitación que compartirían al llegar, abrazaba confuerza una prenda de Carolina, tenía su olor, sus dedos apretaban la tela. El dolor que tenía en su interior, era indescriptible, no lo había sentido por su padre, -menos con el odio que cargaba por el intento de violación de Carolina- y no recordaba haberlo sentido cuando murió su madre en aquella emboscada cuando solo era un niño de diez años. Aspiró de nuevo, con ello, llegaron los recuerdosen el que aparecía Carolina, su forma de arrugar su nariz al estar enojada, su sonrisa, su silueta bajo las sábanas de seda. Sus dedos apretaron con más fuerza la te
La mujer caminó con la bandeja del desayuno hacia la nueva habitación de Carolina. Había pasado una semana exactamente desde esa noche que conocióa Fernando García. Por más que intentaba escapar, le era imposible. Uno de los hombres que custodiaba la habitación del ala este de la mansión, introdujo el código para que la puerta se pudiera abrir. –Sí, Fernando lo que más le apasionaba era la tecnología- la puerta se abrió y ella entró, se detuvo la mujer y escuchó que la puerta se cerró a su espalda. —Buenos días, señora García—Carolinano dijo nada, siguió mirando por la gran ventana desde el sillón del rincón, tenía los pies arriba y los rodeaba con sus brazos, tenía la mirada perdida en la vista, podía ver el amanecer
—Tanta gente muriendo de hambre, eres una malagradecida. —dijo Fernando apretando sus dientes, luego tronó sus dedos, —Así que mi reina, se me va a bañar,se pone ropa bonita y se baja a desayunar conmigo. ¡Es una puta orden! ¡O yo mismo te bajo! ¡Tú decides a la chingada! —Natalia vio las intenciones de Carolina de abalanzarse sobre él, esta se levantó y se cruzó frente a ella. —¿Qué le parece si miramos lo que está en el armario? Hay mucha ropa de su talla, muchos colores, quizás arreglándose un poco, levantamos ese ánimo—Natalia miró a Carolina,quien esquivó el cuerpo de ella para mirar a Fernando, este sin decir nada, se volvió para la salida y desapareció, dejando a las dos mujeres en la ha
Carolina palideció, por un momento breve pudo notar en la mirada de Fernando una pizca de la personalidad de Armando, su difunto padre. —Como todoun García, todo un negociador… ¿No? —Fernando sonrió a medias, pero esta sonrisa no era del todo sincera, le molestó su comentario cargado de sarcasmo, imaginó que se refería a su padre y a su hermano. Bueno, medio hermano. —Lo sabes de primera mano… ¿No? —Fernando comentó irritado, Carolina no dijo nada por un momento. —Así es. Lo sabes todo así que está de más decirte que mi matrimoniocon Daniel fue un negocio. —No te equivocas. Carolina intentó controlarse, sus manos temblaron más, miró la carpeta, sus ojos se desviaron para mirar con f