Max no sabía cómo había llegado a este punto. Todo había ocurrido tan rápido que su mente de apenas cuatro años no podía procesarlo. Su madre, Avy, le había gritado que corriera mientras el estruendo de los disparos llenaba el aire como un rugido salvaje. Él obedeció, más, por el tono de desesperación en su voz que por comprender lo que estaba sucediendo. Se escondió entre unas cajas apiladas en una esquina oscura del almacén, cubriéndose los oídos con fuerza para bloquear el eco ensordecedor de las balas.
Pero no pudo evitar escuchar los gritos.Con los ojos llenos de lágrimas, Max se abrazaba las rodillas, deseando que todo acabara pronto, deseando que su madre estuviera bien. El sudor frío le empapaba la frente, y cada ruido hacía que se encogiera aún más. No sabía qué hacer, no sabía si salir corriendo o quedarse ahí. Lo único que sabía era que su mamá le había dicho que corriera, y él siempre hacía lo que su mamá le pedía.De repente, entre los disparLa ambulancia llegó con una rapidez inquietante. Los paramédicos saltaron del vehículo, con sus rostros serios, comenzando a trabajar de inmediato. Marcus, en un instante de desesperación, se aferró a la mano de Avy mientras la colocaban sobre la camilla.-¡No la dejen! ¡Por favor! -gritó él, sintiendo el miedo de apoderarse de cada centímetro de su ser. La miraba, su respiración entrecortada, sin poder asimilar lo que acababa de ocurrir.-Tenemos que irnos, señor -dijo uno de los paramédicos con firmeza, indicándole que debía apartarse para que pudieran trabajar rápidamente.El rostro de Avy era una máscara de dolor y miedo. La vida se escapaba de ella lentamente, y Marcus lo sabía. No podía perderla, no podía imaginar un mundo en el que Avy no estuviera allí con él. Con la angustia a flor de piel, corrió junto a la ambulancia, a su lado, aferrándose a la promesa que le había hecho. No podía permitir que su historia juntos terminara así, no podía dejar qu
La familia llegó al hospital con el rostro lleno de preocupación, cada uno con la tensión reflejada en sus rostros. Eliezer fue el primero en llegar, con su cara seria y sombría, seguido de los padres de Avy, quienes no podían esconder su angustia. Cuando vieron a Marcus en el pasillo, el dolor en sus ojos era evidente. Todos sabían lo que había sucedido, pero escuchar las palabras de Marcus les confirmaba la pesadilla de la que aún no podían despertar.-¿Cómo está? -preguntó Eliezer, con la voz quebrada, acercándose rápidamente a su amigo, preguntando por la salud de su hermana.Marcus, con la mirada perdida, negó con la cabeza, sin palabras al principio. No sabía si debía decir algo que los tranquilizara, o si debía enfrentarse a la dura realidad de lo que había ocurrido.-Están en cuidados intensivos -dijo, al fin, con una voz quebrada-. Los médicos están haciendo todo lo posible. Fue muy grave, pero están luchando.-¿Están luchando? -pregunta Alfon
El hospital olía a desinfectante y quietud. El sol de la tarde se filtraba tímidamente a través de las ventanas altas, proyectando sombras alargadas en las paredes blancas. Tarkovski llegó con paso firme, pero en su rostro había una mezcla de preocupación y determinación. No era común verlo así; siempre proyectaba una imagen imponente, casi imperturbable, pero aquel día algo en su expresión delataba la profundidad de sus emociones.Al llegar a la sala donde Eliezer y Marcus lo esperaban, les dedicó una mirada grave, asintiendo apenas. Alfonso y Manuel, los padres de ambos, se unieron a la conversación, formando un pequeño círculo cargado de tensión. Tarkovski los observó un momento en silencio, como si necesitara reunir las palabras correctas antes de hablar. Finalmente, respiró hondo y rompió el mutismo.-¿Cómo está, Avy? -preguntó, su voz grave y directa, pero teñida de una sutil preocupación.Eliezer fue el primero en responder, con los ojos enrojecidos
Los días pasaron, y con cada uno de ellos, la salud de Avy mejoraba poco a poco. El peligro inminente que había acechado su vida y la del bebé parecía irse disipando, aunque las secuelas emocionales del secuestro seguían presentes en cada conversación, en cada mirada. Avy despertó varias veces durante esos días, siempre en medio de un sueño agitado, pero nunca completamente consciente. Marcus nunca dejó de estar a su lado. Cada vez que despertaba, él estaba allí, hablándole, acariciándole el cabello, dándole palabras de aliento, aunque sabía que su propia fuerza no era suficiente para calmar su miedo.El tercer día, cuando los médicos le dieron permiso a la familia para entrar nuevamente, la mirada de Avy ya no era la misma. Aunque su cuerpo aún estaba débil, sus ojos reflejaban la luz que Marcus había estado esperando ver. Había algo en esos ojos que le decía que ella estaba lista para luchar, que aunque la herida fuera profunda, ella no se rendiría.-Avy... -dijo
El coche avanzaba lentamente por las tranquilas calles del vecindario mientras Avy y Marcus permanecían en silencio. La salida del hospital había sido un alivio, pero también traía consigo un cúmulo de emociones difíciles de digerir. Avy miraba por la ventana, sintiendo cómo una ligera brisa acariciaba su rostro a través del cristal entreabierto. Aunque intentaba calmar su mente, los latidos acelerados de su corazón parecían recordarle que algo grande estaba por suceder.-¿Estás bien? -preguntó Marcus, rompiendo el silencio mientras giraba hacia la última esquina antes de llegar a casa.Avy lo miró de reojo y asintió con una leve sonrisa.-Creo que sí... aunque no sé cómo voy a manejar todo esto. Es... demasiado.Marcus alargó una mano y la colocó sobre la de ella, que descansaba nerviosa sobre su regazo.-No tienes que manejarlo sola. Estoy aquí contigo, siempre. Y ellos también lo estarán.El coche finalmente se detuvo frente a
Mientras hablan de un futuro juntos. Max se quedó dormido en el regazo de Avy, aferrándose a su osito.Mientras lo observaba dormir, Avy sintió una paz que no había experimentado en mucho tiempo. La ternura la invadió al verlo tan pequeño y vulnerable. Se inclinó para besarle la frente, susurrando:-Dulces sueños, mi pequeño.Marcus había bajado a despedir a la familia y amigos. Poco después entró en la habitación, cargando una maleta que habían dejado en el auto. Se detuvo un momento para contemplar la escena. Avy estaba recostada junto a Max, con una expresión de tranquilidad que no había visto en semanas.-Es como si siempre hubieras sido su mamá -comentó en voz baja mientras dejaba la maleta en el suelo.Avy levantó la vista hacia él, sus ojos brillando con lágrimas.-Es extraño, ¿sabes? Nunca planeé esto. Pero ahora no puedo imaginar mi vida sin él. Es como si siempre hubiera estado destinado a ser mío y ahora con nuestro hijo se
Los días transcurrían con calma en la vida de Avy tras los eventos turbulentos que habían marcado su historia reciente. La tranquilidad se había convertido en su refugio, algo que valoraba cada vez más. Cada mañana despertaba con el sonido suave de Max jugando en su habitación, y cada noche lo acurrucaba en la cama, asegurándose de que sus pesadillas se quedaran atrás. Aunque su vida estaba lejos de ser perfecta, por primera vez en mucho tiempo, comenzaba a estabilizarse.Era lunes por la mañana. La luz del sol se filtraba tímidamente entre las cortinas de su habitación. Avy se puso de pie, dejando que el frío del suelo le recordara que ese día era especial. Respiró hondo, observando el elegante vestido azul claro que había colgado cuidadosamente la noche anterior. Lo acarició con la yema de los dedos, sintiendo la suavidad de la tela. Su regreso al trabajo, después de semanas de ausencia, significaba mucho más que retomar una rutina. Era su manera de demostrar que había so
Avy entra a la oficina de Dan con una sonrisa tímida en el rostro. La puerta se cierra tras ella, y el delicado sonido de una campanilla anuncia su llegada. Desde el fondo del taller, una voz familiar la llama.-¡Avy! ¡Pensé que no vendrías hoy! -Dan aparece entre un cúmulo de telas, sujetando una aguja en una mano y un carrete de hilo en la otra. Su rostro se ilumina al verla.-Hola, Dan. -Avy se acerca, dejando su abrigo en el perchero junto a la entrada-. Perdón por no avisarte antes, ha sido una semana... intensa.Dan frunció el ceño, dejando lo que estaba haciendo para acercarse.-¿Intensa? ¿Está todo bien? ¿Marcus? ¿Max?Avy asiente rápidamente, riendo por la preocupación de su amigo.-Todo está bien, Dan. En realidad, quería contarte algo...-¡Espera! -Dan levanta una mano, interrumpiéndola-. No me digas que cancelaste tu boda otra vez, porque te juro qué.-¡No, no, no! -Avy se ríe, sacudiendo la cabeza-.