Después, mientras yacían juntos en la cama, el silencio los envolvió. No era incómodo, sino más bien reconfortante, como si ambos entendieran que lo que acababa de suceder era solo el comienzo de algo más grande.Marcus giró hacia ella, apoyando la cabeza en su mano para observarla.—Te amo, Avy —dijo con una sonrisa suave.Avy lo miró, sintiendo que su corazón se aceleraba de nuevo.—Yo también te amo —respondió, dejando que las palabras fluyeran sin reservas.Se quedaron allí, abrazados, dejando que la noche los envolviera mientras imaginaban juntos el futuro que querían construir.El sol comenzaba a filtrarse tímidamente por las cortinas del departamento de Avy, llenando la habitación con una luz cálida y tenue. Avy abrió los ojos lentamente, sintiendo el calor del cuerpo de Marcus junto a ella. Durante unos segundos, pensó que seguía soñando, que todo lo que había ocurrido la noche anterior había sido producto de su imaginación. Pero entonces, al girarse ligeramente y verlo allí,
Claribel estaba sumida en el silencio, pero en su mente, el ruido era ensordecedor. A pesar de que Román se había negado a ayudarla, su determinación no había flaqueado. Si tenía que hacerlo sola, lo haría. La idea de perder a Marcus y todo lo que él representaba para su vida era inaceptable. Era hora de actuar.Sentada frente a su escritorio, con papeles y un block de notas esparcidos por todas partes, Claribel analizaba cada detalle. La lámpara de mesa iluminaba su rostro, enmarcando su expresión fría y calculadora.—Avy no tiene idea de con quién se ha metido, —murmuró mientras garabateaba una lista de nombres y posibles estrategias.Su teléfono vibró, interrumpiendo sus pensamientos. Al mirar la pantalla, reconoció el nombre de Susana, una amiga que siempre ha estado muy cercana a Claribel y una de las modelos de la agencia de Dan y Avy. Una sonrisa se formó en sus labios. Quizá Susana sería la pieza clave en su plan.Contestó con un tono amable y controlado.—Hola, Susana. Qué gu
La mañana siguiente, Avy se despertó con una sensación de vacío, como si una sombra la hubiera seguido desde el instante en que vio esa amenaza. Decidió que no podía ignorarlo, que debía enfrentar a Marcus y dejarle claro lo que estaba ocurriendo. Ya no podía seguir viviendo con esa incertidumbre.Mientras tanto, Claribel había comenzado a poner en marcha la siguiente fase de su plan. La satisfacción inicial de ver el miedo reflejado en los ojos de Avy no había sido suficiente. Necesitaba más, necesitaba que Avy se desmoronara, que sintiera la presión de la situación y se alejara por completo de Marcus. En su mente, había una obsesión: no solo quería que Avy desapareciera, sino que quería que Marcus regresara a ella, a su lado, donde siempre había estado.Pasaron días en los que Claribel ideó nuevas estrategias. El investigador que había contratado le había dado información útil sobre la rutina de Avy. Sabía cuándo salía de su departamento, cuándo iba a trabajar y qué lugares frecuent
Marcus llevaba días sintiendo un nudo en el estómago, una sensación que no lograba quitarse de encima. Avy, su Avy, estaba actuando de manera extraña últimamente. Salía más de lo habitual, y aunque siempre era honesta con él, mencionando que se encontraba con David, había algo que no terminaba de convencerlo. Su mente no podía evitar llenarse de dudas. ¿Y si David era más que un amigo? ¿Y si lo perdía a ella, su amor secreto, por alguien más? Una tarde, incapaz de soportar más la incertidumbre, decidió hablar con ella. Por lo que decidió buscarla en su departamento.Cuando Marcus llegó, abrió con la llave que Avy le había dado. Avy estaba allí, sentada en el sofá de la sala. Tenía esa mirada serena que tanto amaba, pero también había algo de sorpresa en su rostro cuando lo vio acercarse con un gesto serio. Después de escuchar lo que Avy le contó sobre el anónimo debajo de la puerta y sus sospechas, Marcus la veía a los ojos. —Avy, a pesar de lo que me has contado, también hay alg
En su departamento, Claribel estaba en penumbra, con las cortinas cerradas y una atmósfera cargada que reflejaba su estado de ánimo. Sentada en uno de los sillones del lujoso salón, sostenía una copa de vino tinto en la mano, mientras su mirada se perdía en las sombras. Los últimos días habían sido un torbellino de emociones, pero había una que dominaba sobre todas: la rabia.Marcus le había pedido el divorcio. Las palabras aún resonaban en su mente como un eco insoportable. No podía aceptar que, después de todo lo que había construido, él estuviera dispuesto a tirarlo todo por la borda. Y peor aún, por alguien como Avy. Una mujer que no era más que un obstáculo, una intrusa en la vida que Claribel había planeado a la perfección.—Esto no va a quedar así —murmuró para sí misma, apretando con fuerza el tallo de la copa.El sonido de pasos la sacó de sus pensamientos. Román, su manager y, en cierto modo, su confidente, entró al salón con expresión cautelosa. Había recibido el mensaje de
El departamento de Claribel irradiaba el lujo que siempre había anhelado. Cada rincón era un reflejo de su ambición, de lo que había construido a costa de los demás. Los candelabros colgaban como testigos silenciosos de sus triunfos, y los ventanales permitían que la fría luz de la luna se filtrara, dándole un aura casi mística. Desde su sillón de cuero, Claribel observaba las llamas de la chimenea con una copa de vino en la mano. Sus labios esbozaban una sonrisa apenas perceptible mientras tamborileaba los dedos en el reposabrazos.Sabía que el juego estaba llegando a su clímax, y estaba lista para mover las últimas piezas. Avy era un problema. No, más que eso: era una amenaza para todo lo que había planeado durante años. Marcus, el hombre que creía tener bajo su control, estaba comenzando a mostrar grietas. Sus dudas eran tanto una advertencia como una oportunidad.La voz del hombre vestido de negro, que esperaba pacientemente cerca de la puerta, la sacó de sus pensamientos.—Todo e
—Esperen aquí abajo, quiero descansar —dijo con un tono amable pero firme.—Está bien, señorita Avy. Estaremos atentos —respondió uno de los guardaespaldas, sin quitarle la mirada mientras ella entraba al elevador.Los dos hombres intercambiaron miradas, acostumbrados a cumplir órdenes, aunque su instinto les dijera lo contrario. Decidieron relajarse un poco y aprovechar el tiempo para tomar un refrigerio en la pequeña cafetería del complejo. Conversaban de manera despreocupada cuando un rugido de motor irrumpió en la tranquilidad del lugar. Un auto negro salió disparado del estacionamiento subterráneo, dejando un chirrido de neumáticos que resonó como un grito de alerta.—¿Qué diablos fue eso? —preguntó uno de los guardaespaldas, dejando caer su taza de café.—Algo no está bien. Vamos arriba —ordenó el otro, ya encaminándose hacia las escaleras.El ascensor les pareció una pérdida de tiempo; cada segundo contaba. Subieron corriendo los cuatro pisos hasta el departamento de Avy. Al ll
El secuestro de Avy era solo el principio. Ahora, Claribel había ganado una ventaja crucial. El resto del juego era cuestión de tiempo.Lo que Claribel no sabía, sin embargo, era que el secuestro de Avy marcaría el inicio de una cadena de eventos que cambiarían la vida de todos, y que ni siquiera ella, con todo su control, podría prever.La familia Wong estaba sumida en la desesperación. El secuestro de Avy había dejado una profunda herida en el corazón de todos, especialmente en Eliezer, su hermano mayor. Aunque el contacto con la policía no había traído resultados inmediatos, Eliezer no estaba dispuesto a quedarse de brazos cruzados. La incertidumbre y el miedo lo consumían mientras pensaba en cada momento que había compartido con su hermana. No podía permitir que algo le pasara.Después de días de angustia, Eliezer recordó a un viejo amigo, alguien que había conocido en su juventud. Un amigo que había sido parte de un círculo oscuro, involucrado en negocios turbios, un hombre cuyo