Román miró el reloj mientras sostenía el celular en su mano. Sus dedos temblaban ligeramente, no por nerviosismo, sino por la excitación que siempre le provocaba hablar con Claribel. Su voz era un veneno dulce que lo envolvía y lo hacía olvidar todo, incluso las consecuencias. Miró el número y esperó mientras el sonido del timbre llenaba el silencio de su apartamento.Hola, mi amor —respondió Román al otro lado de la línea, con un tono casi susurrante, como si estuviera contándole un secreto. —Hola, Román. Necesito verte. No puedo esperar más, te espero en mi departamento. Ella rio suavemente, ese tipo de risa que siempre le hacía sentir que estaba jugando con fuego y que lo tenía a sus pies. —Siempre tan impaciente. Está bien, dime a qué hora. —Ahora mismo.Román tragó saliva, ya anticipando lo que vendría. —Perfecto. Voy para allá, amor. —Y con esa última palabra, la línea se cortó, dejándolo con el corazón, latiendo, desbocado.Román llegó al departamento en menos de medi
Marcus tenía ya unos meses haciendo una investigación a Claribel, lo que tenía en claro era, divorciarse de ella, solo necesitaba pruebas para poder hacerlo. En su oficina, la persona que tenía enfrente le entregó lo que había pedido, saliendo con un cheque en la mano como pago de sus servicios.Mientras Marcus sostenía el sobre amarillo en sus manos, un aire de tensión llenó la habitación. Sus dedos lo giraban mientras su mente procesaba mil posibilidades. Eliezer, sentado a su lado con el ceño fruncido, lo instaba con un gesto a abrirlo de una vez.—Vamos, Marcus. Sea lo que sea, es mejor enfrentarlo ahora.Marcus asintió lentamente. Con cuidado rompió el sello y sacó el contenido. Lo que encontró dentro lo dejó helado: varias fotografías que hablaban por sí solas. Claribel, su esposa, estaba en ellas en actitudes demasiado cercanas con su mánager y supuesto amigo. Había miradas que no podían interpretarse de otra forma, caricias capturadas en los momentos exactos.No solo era su ma
Mientras en el departamento de Marcus se llevaba una batalla campal entre él y Claribel en la empresa de Avy era otra historia.Avy pasó la última hora revisando los últimos bocetos de su nueva colección de joyas. La luz cálida de la lámpara de su escritorio resaltaba el destello de las pequeñas piedras que había seleccionado meticulosamente.La inspiración para esta colección había surgido de su pasión por lo orgánico, por los elementos naturales que parecían contar historias en sus formas. Mientras deslizaba sus dedos por un diseño inacabado, escuchó la voz de Dan desde la puerta de su oficina.—¿Crees que todo estará listo para el desfile? —preguntó él, entrando con una taza de café en la mano.—Eso espero. Todavía me falta pulir algunos detalles, pero todo lo importante ya está en marcha. —Avy suspiró y apartó el lápiz —Estoy nerviosa, Dan. Quiero que todo sea perfecto.Dan sonrió y dejó la taza sobre el escritorio.—Siempre lo logras, Avy. Tus diseños hablan por sí solos. El desf
Avy se detuvo en medio del salón, cruzando los brazos como si intentara protegerse de la vulnerabilidad que sentía al tenerlo allí.—¿Quieres algo de beber?—preguntó, rompiendo el silencio.—No, gracias —respondió Marcus con un tono bajo, casi íntimo. Dio un paso hacia ella, sin quitarle la mirada de encima —Lo único que quiero ahora es hablar contigo, sin interrupciones.Avy sintió que su corazón se aceleraba. Sabía que esta conversación era inevitable, pero enfrentarlo después de todo lo que había sucedido le parecía aterrador. Lo invitó a sentarse y, tras unos segundos de vacilación, se unió a él en el sillón.—Claribel ya no es un problema —comenzó Marcus, directo, pero calmado —Hoy le pedí el divorcio.Avy lo miró, sorprendida. Aunque había imaginado este momento en sus fantasías más audaces, no esperaba que ocurriera tan pronto. La seriedad en el rostro de Marcus dejaba claro que no estaba bromeando.—¿Hablas en serio? —preguntó ella, su voz, apenas un susurro.—Completamente. H
Después, mientras yacían juntos en la cama, el silencio los envolvió. No era incómodo, sino más bien reconfortante, como si ambos entendieran que lo que acababa de suceder era solo el comienzo de algo más grande.Marcus giró hacia ella, apoyando la cabeza en su mano para observarla.—Te amo, Avy —dijo con una sonrisa suave.Avy lo miró, sintiendo que su corazón se aceleraba de nuevo.—Yo también te amo —respondió, dejando que las palabras fluyeran sin reservas.Se quedaron allí, abrazados, dejando que la noche los envolviera mientras imaginaban juntos el futuro que querían construir.El sol comenzaba a filtrarse tímidamente por las cortinas del departamento de Avy, llenando la habitación con una luz cálida y tenue. Avy abrió los ojos lentamente, sintiendo el calor del cuerpo de Marcus junto a ella. Durante unos segundos, pensó que seguía soñando, que todo lo que había ocurrido la noche anterior había sido producto de su imaginación. Pero entonces, al girarse ligeramente y verlo allí,
Claribel estaba sumida en el silencio, pero en su mente, el ruido era ensordecedor. A pesar de que Román se había negado a ayudarla, su determinación no había flaqueado. Si tenía que hacerlo sola, lo haría. La idea de perder a Marcus y todo lo que él representaba para su vida era inaceptable. Era hora de actuar.Sentada frente a su escritorio, con papeles y un block de notas esparcidos por todas partes, Claribel analizaba cada detalle. La lámpara de mesa iluminaba su rostro, enmarcando su expresión fría y calculadora.—Avy no tiene idea de con quién se ha metido, —murmuró mientras garabateaba una lista de nombres y posibles estrategias.Su teléfono vibró, interrumpiendo sus pensamientos. Al mirar la pantalla, reconoció el nombre de Susana, una amiga que siempre ha estado muy cercana a Claribel y una de las modelos de la agencia de Dan y Avy. Una sonrisa se formó en sus labios. Quizá Susana sería la pieza clave en su plan.Contestó con un tono amable y controlado.—Hola, Susana. Qué gu
La mañana siguiente, Avy se despertó con una sensación de vacío, como si una sombra la hubiera seguido desde el instante en que vio esa amenaza. Decidió que no podía ignorarlo, que debía enfrentar a Marcus y dejarle claro lo que estaba ocurriendo. Ya no podía seguir viviendo con esa incertidumbre.Mientras tanto, Claribel había comenzado a poner en marcha la siguiente fase de su plan. La satisfacción inicial de ver el miedo reflejado en los ojos de Avy no había sido suficiente. Necesitaba más, necesitaba que Avy se desmoronara, que sintiera la presión de la situación y se alejara por completo de Marcus. En su mente, había una obsesión: no solo quería que Avy desapareciera, sino que quería que Marcus regresara a ella, a su lado, donde siempre había estado.Pasaron días en los que Claribel ideó nuevas estrategias. El investigador que había contratado le había dado información útil sobre la rutina de Avy. Sabía cuándo salía de su departamento, cuándo iba a trabajar y qué lugares frecuent
Marcus llevaba días sintiendo un nudo en el estómago, una sensación que no lograba quitarse de encima. Avy, su Avy, estaba actuando de manera extraña últimamente. Salía más de lo habitual, y aunque siempre era honesta con él, mencionando que se encontraba con David, había algo que no terminaba de convencerlo. Su mente no podía evitar llenarse de dudas. ¿Y si David era más que un amigo? ¿Y si lo perdía a ella, su amor secreto, por alguien más? Una tarde, incapaz de soportar más la incertidumbre, decidió hablar con ella. Por lo que decidió buscarla en su departamento.Cuando Marcus llegó, abrió con la llave que Avy le había dado. Avy estaba allí, sentada en el sofá de la sala. Tenía esa mirada serena que tanto amaba, pero también había algo de sorpresa en su rostro cuando lo vio acercarse con un gesto serio. Después de escuchar lo que Avy le contó sobre el anónimo debajo de la puerta y sus sospechas, Marcus la veía a los ojos. —Avy, a pesar de lo que me has contado, también hay alg