Capítulo cuarenta

Me encontraba en mi cuarto y mi mente estaba en blanco, no podía pensar en nada. Alex le había acompañado a Celeste a la comisaría a prestar declaración, había dicho algo sobre que Celestina había tenido algo que ver en su accidente, no había prestado mucha atención al respecto, mi mente estaba pensando en otras cosas. No quería arrepentirme por lo que había tenido con Alex, pero tampoco podía alegrarme al pensar que nuestra corta relación había llegado a su fin. Sería muy ingenua si no hubiera creído que esto pasaría, solo que no había querido afrontarme a esa realidad. Quería ser fuerte y no llorar de la angustia, no ser egoísta y pensar en Hazel, al fin iba a recuperar a su madre después de tanto tiempo necesitándola, la necesitaba y había regresado, si yo no iba a ser feliz al menos él lo sería y mucho. Me senté en el suelo y apoyé mi rostro contra mis rodillas, no había conseguido detener las lágrimas, resultaba

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