Una semana después de la conversación en el baño, y tras confirmar las sospechas con un test de embarazo casero, Lia y Evan decidieron visitar al ginecólogo para confirmar el posible embarazo. El ambiente en la sala de espera era tenso, con ambos nerviosos por lo que pudieran descubrir. Finalmente, llamaron a Lia y Evan para ingresar al consultorio.— Buenas tardes, soy el Rodríguez ¿En qué puedo ayudarlos hoy? —saludó el ginecólogo al entrar.Lia miró a Evan, quien le dio una suave sonrisa antes de hablar.— Buenas tardes, doctor. Mi esposa, Lia, cree que podría estar embarazada y queríamos confirmarlo.El doctor asintió y le indicó a Lia que se recostara en la camilla mientras se preparaba para realizar una ecografía. Evan tomó la mano de Lia en un gesto de apoyo mientras esperaban ansiosamente.— Bien, vamos a hacer una ecografía para ver si hay un pequeño latido por aquí —dijo el doctor mientras aplicaba el gel en el abdomen de Lia y comenzaba a mover el transductor.Ambos observa
Dos años antesLía había estado siguiendo al pie de la letra las indicaciones del médico desde que diagnosticaron su embarazo como un embarazo de riesgo. Había pasado ya casi un mes desde entonces, y su vida se había convertido en una rutina de reposo constante. Aunque al principio le costó adaptarse, pronto entendió que era lo mejor para asegurarse de que su embarazo no tuviera complicaciones.La habitación se había convertido en su mundo, y las visitas médicas regulares eran su único escape. El médico le había explicado la importancia de evitar el estrés y el esfuerzo físico excesivo, y ella había tomado esas palabras al pie de la letra. Su esposo, Evan, había estado a su lado durante todo este tiempo, apoyándola en cada paso del camino.Sin embargo, ese día en particular, Lía estaba harta de estar en cama. Las películas, los libros y las series ya no eran suficientes para mantenerla entretenida. Mientras Evan trabajaba desde casa en la sala de al lado, Lía decidió tomar una pequeñ
Lía estaba destrozada tras la noticia de su embarazo perdido. No podía dejar de llorar. La incredulidad se mezclaba con su desesperación, haciendo que cada sollozo la rasgara más por dentro. No era capaz de creer lo que estaba sucediendo, y decidida a aferrarse a cualquier esperanza, intentaba negociar con el médico.— Doctor, por favor — balbuceaba entre lágrimas —¿podría estar equivocado? Tal vez si esperamos un poco, el corazón de mi bebé volverá a latir. Por favor, debe haber algo que podamos hacer.— La voz temblorosa de Lía delataba que estaba al borde de un ataque de ansiedad. Evan entró justo para entender lo que sucedía al escuchar a su esposa luego observó a la enfermera que negó confirmando lo que acababa de escuchar.— ¿Esto es real, Evan? — murmuró con desesperación, mientras las lágrimas seguían su curso por sus mejillas. La realidad parecía un sueño del que necesitaba despertar.Por suerte, Evan entró en la habitación, su presencia fue un bálsamo momentáneo para su dolo
Aunque estaban de vuelta en casa, el corazón de Lía aún danzaba en un vaivén de emociones. Se sintió desbordada, incapaz de ordenar sus pensamientos. Pese a la alegría evidente de Evan, ella no podía evitar cuestionarse cómo había sucedido. No había olvidado tomar ningún anticonceptivo; su rigurosa rutina lo impedía. Finalmente, se rindió ante la idea de que, a veces, estas cosas simplemente fallan.Evan, ajeno a la tormenta interna de Lía, se había quedado fuera con Ian, disfrutando del aire fresco del jardín. En el interior, Claire, la anfitriona de la casa en la que se estaban quedando, percibió la turbación en el rostro de Lía y se aproximó con delicadeza.–¿Todo está bien, Lía? –preguntó Claire con una voz suave y preocupada.Lía suspiró, dejando caer las barreras que contenían sus palabras. –Estoy embarazada, Claire –murmuró.La respuesta de Claire fue un abrazo caluroso, un gesto de afecto que trajo lágrimas a los ojos de Lía. –¡Oh, Lía! No estés triste. Un hijo es siempre un
Las palabras de Evan cayeron sobre Ian como un balde de agua fría, y en ese momento, el joven comprendió el motivo detrás del comportamiento de su madre. Imaginó el dolor que debía de sentir al haber perdido a su primer hijo, y esa tristeza comenzó a reflejarse en él también, al darse cuenta de que había tenido un hermano del que recién se estaba enterando.La ira volvió a apoderarse de Ian, pero esta vez estaba acompañada de indignación.—¿Por qué me lo dicen hasta ahora? ¿Por qué permitieron que insistiera tanto en el tema? —su voz estaba llena de dolor e indignación, especialmente hacia su padre—. Dime, padre, ¿por qué me dejaste ser tan cruel con mamá?Las palabras de Ian dejaron a Evan en shock. La crudeza con la que su hijo las pronunciaba lo llenó de vergüenza, ya que conocía la razón detrás de su propio actuar retorcido y egoísta. Evan deseaba que Lia intentara nuevamente tener un hijo, deseaba egoístamente que su esposa pasara por esa tortura una vez más, porque, a pesar de q
Bajo la penumbra de la noche, Ian no podía dejar de sentirse mal por lo ocurrido con la esposa de su padre a la que consideraba también como su madre.Deambuló por el lujoso jardín de la mansión Mars hasta llegar a la piscina. Sus pies descalzos rozaron suavemente el agua mientras sus ojos se perdían en el cielo estrellado y en la luna que le proporcionaba una débil iluminación. No pudo evitar que las lágrimas se deslizaran por sus mejillas mientras reflexionaba sobre las consecuencias de sus acciones, pensando en el dolor que había causado a Lía, su madre, y cómo su bienintencionado acto había revivido dolorosos recuerdos en ella.Aunque había actuado con la esperanza de traer felicidad a su familia, ahora se encontraba ahogado en la tristeza, prometiéndose a sí mismo encontrar una manera de disculparse con Lia Podía escuchar el sonido de unos pasos amortiguados sobre la hierba que le sacaron de sus pensamientos. Ian giró la cabeza y, aunque el jardín estaba escasamente iluminado,
Lía ingresó a la cocina, su estómago atado en nudos por la tensión de lo que podría decirle a su hijo, Ian, tras el conflicto del día anterior. Sin embargo, cuando sus ojos se encontraron, Ian sonrió y la saludó amablemente.—Buenos días, mamá. —dijo él con suavidad—, deberías comer algo nutritivo, es importante para ti y para el bebé.Algo en su sonrisa calmó a Lía, permitiéndole bajar las defensas y sentarse frente a él. Su mirada recorrió brevemente su rostro antes de responder.—Buenos días, Ian. —respondió ella, su voz suave y apaciguadora, aunque los vestigios de su ansiedad todavía eran palpables—, creo que tienes razón. Es importante cuidarnos a ambos.Aunque ambos se sentían confundidos, lograron mantener la charla tranquila y amistosa. Eso les ayudó a que, después, pudieran pedirse perdón y hablar de lo que sentían con más facilidad.—Ian, yo... —empezó a hablar Lía—, lamento cómo actué ayer. Fui dura y te grité. No fue justo para ti, y me siento terrible como madre al haber
La luz del sol besaba delicadamente las orillas de la isla, y la brisa marina susurraba promesas de aventura mientras Ian y Alessandra, se unieron al animado grupo de jóvenes exploradores en el punto de encuentro de la excursión. La isla de Santorini, con sus casas blancas y tejados azules, creaba un telón de fondo tan pintoresco que parecía extraído de una postal.Los líderes de la excursión, una pareja apasionada por la historia y la cultura de la isla, comenzaron compartiendo anécdotas fascinantes sobre el lugar, encendiendo aún más la chispa de interés en los ojos de los jóvenes. A medida que el grupo comenzó a moverse, cada individuo armado con cámaras y mapas, los chismes amigables y las introducciones ligeras se mezclaban con el sonido de los pasos en las adoquinadas calles.Ian y Alessandra, paseaban por las estrechas calles, deteniéndose ocasionalmente para capturar momentos con sus cámaras o simplemente para admirar la serenidad que el paisaje ofrecía. Sin embargo, era impos