JESÚS— ¿Qué es lo que piensas Mon Amour? —pregunté al tenerla tan callada y pensativa.—Tengo miedo de Pierre, si fue capaz de llegar a estos extremos no quiero imaginar…—Basta Mon Amour, ese borracho y jugador no volverá a molestarnos te lo juro —dije para intentar tranquilizarla, pero yo era el más preocupado por la situación del francés, si el desgraciado seguía vivo se había escondido muy bien, tenía a media España tras su pista y mis hombres en Francia aun no me habían dado detalles de verlo por allá. Esperaba que el escorpión hubiera sido lo suficientemente venenoso para matarle de un aguijón, Nicolle no debía preocuparse por eso, mi mujer necesitaba estar calmada, había estado bastante intranquila, mi mujer tenía pesadillas y aunque trataba de ser fuerte podía presentir su miedo. “Maldito Lemoine, espero que estés muerto, y si no lo estas desearas estarlo”.Había adelantado y completado algunos negocios para estar completamente a merced de Nicolle, su embarazo avanzaba s
ELENA.Por mi embarazo la pasaba la mayor parte del día en la gran residencia, en compañía de los sirvientes, en estos meses no había tenido muchas ideas respecto a mis nuevos diseños de joyería, todos mis esfuerzos se habían ido a diseñar un juego de collares, cuyo diseño ero lo suficientemente personal para que no dejara que nadie ni siquiera Antonio lo viera hasta que no estuviera listo. Pero siempre era bueno recibir la visita de mi mejor amigo. —Aquí llevas a mi querido sobrino —dijo un feliz Andrés, sonreí al ver como él se arrodillaba para besar mi barriga — ¿Cómo estás ahí querido sobrino?, ¿Tu madre es cómoda?— ¡Andrés! —reclamé divertida.— ¿Qué? No estoy diciendo nada malo, mi querida Elena. —rodé los ojos al ver su expresión llena de inocencia fingida. —Desde que estas con la Belmonte eres más juguetón. Empezaré a tener celos de que me robe a mi mejor amigo.—Eres una manipuladora de primera Elena, sabes que nunca dejaré de ser tu amigo. —dijo burlón. Ambos nos sentam
Me levanté del lecho y me cubrí con la camisa de Antonio. Me senté frente a mi tocador, mi boca estaba roja y mi cabello hecho un nido. Peiné mi cabello y lo perfumé echando unas cuantas gotas de mi perfume, miraba a Antonio por el reflejo del espejo y tenía una ligera expresión distante y pensativa. Volteé a mirarle, algo le molestaba y quería saber que era. — ¿Qué sucede Antoni? Es por la visita de Andrés ¿cierto? —Creo ya sabía cuál era el motivo de su expresión —No me vengas de nuevo con ideas erradas sobre mi amistad con Andrés.—No es nada de eso Elena —levanté una ceja, no le creía, ¿Por qué mas estaría de ese modo?— ¿Y entonces por qué…?—Siento celos de la complicidad que comparten, quiero que tengas conmigo la misma confianza que tienes con Andrés, quiero me digas cuando te sientas afligida, que la primera persona a la que debas decirle que algo te afecta sea a mí. —sonreí.—Que tierno saliste Antonio Ferrer. Te has vuelto bastante codicioso, quieres todo de mí, pero no t
— ¡Duele mucho! —logré acomodarme pero las punzadas comenzaron a llegar. —Respira mi amor. Por favor respira, mandare a buscar a un doctor —de celoso y colérico, mi Antonio pasó a estar alterado y preocupado. —perdóname. Perdón por exponerlos de esta manera por una estúpida discusión.Besó mi frente y salió del dormitorio, escuchaba desde aquí los gritos de mi esposo a los sirvientes. Rápidamente dos sirvientas vinieron al dormitorio a atenderme. —Respire mi señora, el señor fue por ayuda. —dijo una de las muchachas, ayudándome acomodar sobre la cama. — ¡Aaaaahhhh! —grité al sentir la primera contracción. Abrí mis piernas y las doncellas me quitaron el incómodo vestido dejándome en camisón, Antonio tardó un poco en volver pero trajo consigo a un doctor, el cual tomó el control de la situación, pidiendo toalla limpias, agua y alcohol. El dormitorio comenzó hacer un infierno por el calor que sentía.Aun no estaba lista para pujar, pero las contracciones era cada vez más corridas y e
Mi nariz picaba, una pequeña luz me molestaba en los ojos. Desperté y noté de inmediato que me encontraba en nuestro dormitorio. No había nadie, intenté levantarme pero el dolor entre mis piernas lo hizo difícil, mi garganta estaba seca a mi lado en la mesita de noche había una jarra de agua, me serví un poco para quitar la sensación rasposa. En la otra mesita cerca del ventanal, estaba una bandeja de desayuno.— ¿Jesús? ¿Mon coeur? —mi gran panza ya no estaba, recordé todo el parto, después de escuchar el llanto de mi Esteban solo… me dormí, no pude me mantener consiente. ¿Dónde estaba mi esposo? ¿En dónde estaban mis hijos?Escuché un ruido y vi como la puerta del dormitorio era abierta por mi esposo.—Mon Amour. —se acercó con rapidez al lecho. Al verlo de cerca podía notar en su rostro lo cansado y ojeroso que estaba. Acaricié su mejilla y él cerró los ojos ante mi tacto.— ¿Qué sucedió Mon coeur? ¿Dónde están mis hijos? ¿Cuánto tiempo estuve…?—Tranquila, tranquila Mon Amour. So
IVANMe mantuve oculto entre las sombras, no debían verme. Esos hombres eran peligrosos.—¡Encuentren a esa zorra! —se escuchó por todo lo alto y lo que hice fue alejarme lo más rápido de ahí. Corrí a mi choza como alma que lleva el diablo. Golpee la puerta varias veces.—¡Ubaldo soy Ivan, abre la puerta! —la puerta de madera se abrió y entré apresurado. — ¿cómo sigue ella?Miré a la pequeña moribunda en la cama, estaba muy herida y había rapones en su bello rostro. — ¡Mis hijos! Mis hijos. No, Jesús. —murmuraba removiéndose entre las sábanas, como un pobre animalito herido.—Ivan, esta mujer no parece que vaya a pasar la noche. —dijo con resignación el viejo. —No, ella va a vivir. —Muchacho imbécil, escuchaste por un instante y piensa en lo que dices. Allá afuera hay hombres buscándola, la quieren muerta. ¡Harás que nos maten a ambos! —me reprochó con furia. —No dejaré que le hagan daño a esta pobre muchacha, no podemos dejarla morir. —me acerqué a la cama, la muchacha se veía
—¿Segura que no recuerda nada señora Nicolle? — pregunto el señor Ubaldo. Yo misma me presionaba a recordar, buscar entre mis memorias perdidas. Buscaba y buscaba, la cabeza comenzó a dolerme y vinieron unas punzadas pero había algo, unos ojos azules tan bellos pero no podía ver el rostro del hombre al cual le pertenecía. —Hay un hombre pero su rostro luce distorsionado, no logro verlo con claridad pero.... —los recuerdo aflojaron. “—No se te ocurra alejarte ahora Nicolle. Tú tienes dudas de mi afecto y no te culpo, pero pienso demostrártelo, haré lo que sea por verte feliz todos los días, repetiré sin cesar "te amo". Para probar que tan unido estoy a ti. ¿Qué te gusta más? ¿"Mon Ange" o "Mon Amour"?”— ¡Mon Amour!—exclamé sobresaltando al señor Ubaldo. —Mon Amour, así era como él me decía. ¡Lo recuerdo, dios me acordé! Mi esposo siempre me decía Mon Amour.— ¿Mon Amour?—Significa “mi amor” en francés, entonces si me ama y si mi esposo me ama, yo debo… —la puerta de la casa s
NICOLLELos días pasaron y poco a poco había recordado algunos fragmentos de mi pasado, tenía una hermana mayor, unos padres. Ivan se había comportado muy bien conmigo, mi cuerpo ya estaba casi sanado, mis cosquillas ya no dolían, los rapones y moretones iban desapareciendo.—Déjame ayudarte con eso Ivan —dije al verle extender la ropa húmeda.—No, Nicolle vuelve acostarte.—Ya estoy casi recuperada, quiero ser útil. Tú me alimentas y consigues ropa para mí, por favor déjame ayudar aunque sea con eso. —el sonrió.—Está bien, iré a terminar el almuerzo. Ubaldo no debe tardar en llegar y ese viejo es más fastidioso cuando tiene hambre —reí y el entró a la casa, mientras yo me acerqué a la cesta de ropa húmeda y limpia. En la cuerda habían unas sábanas que se lavaron ayer ya estaban secas. Recogía las sábanas de la cuerda de tender para tener espacio, de verdad quería recordar todo mi pasado y por más que lo hacía nada venía a mi memoria, solo el bello rostro de aquel hombre que se sup