CAPÍTULO 87: NO SOY UNA ASESINAAnthony nunca imaginó, ni en sus peores pesadillas, encontrar una escena como esta en la casa de Katherine. Ella está aterrada, pálida, aún más de lo habitual, como si la vida misma estuviera abandonando su cuerpo. Su respiración es errática, las lágrimas corren por sus mejillas sin control y sus manos tiemblan, pero lo peor es la amenaza que aún la rodea. Un hombre muerto yace en el pasillo, la sangre sigue esparciéndose por el suelo en un charco oscuro. En la entrada, el cuerpo degollado de una mujer decora el jardín de una forma macabra.Su corazón se encoge con furia en el pecho al pensar que, si no hubiera venido, ahora mismo Katherine estaría muerta.—¡Anthony! —exclama ella, y sin pensarlo, corre hacia él, aferrándose a sus brazos como si fueran su única salvación.Él la envuelve con fuerza, protegiéndola, sintiendo la manera en que se derrumba contra su pecho. El arma resbala de sus dedos y cae al suelo con un ruido seco, pero a ella no le impor
CAPÍTULO 88: TRAICIÓNAnthony se aparta un poco mientras marca un número en su teléfono. Su voz suena fría, sin una pizca de emoción.—Necesito que se encarguen de una limpieza de paquetería. El almacén está sucio, debe quedar como nuevo.Envía la dirección por un mensaje que borra de inmediato después de recibido. No da más explicaciones ni espera preguntas. Simplemente cuelga. Él da órdenes, no justificaciones.Mientras tanto, Katherine no puede sacudirse el temblor que la recorre. Aunque está en la mansión, aunque las puertas están aseguradas y Anthony ha desplegado a sus hombres por todo el perímetro, la sensación de que Emanuele la está observando la carcome por dentro. Lo siente en la piel, en la nuca, como si en cualquier momento fuese a aparecer de la nada, con su sonrisa perversa y sus ojos llenos de crueldad.La ansiedad la sofoca. Es un nudo en su pecho que no la deja respirar. Se abraza a sí misma, pero el frío sigue ahí, penetrante, como si la sangre le estuviera congelan
CAPÍTULO 89: LA AYUDA DE UN AMIGOKatherine llega a la comisaría con Lucy en brazos. Su herida en el brazo arde con un dolor punzante, pero lo ignora. No puede detenerse ahora. Su respiración es entrecortada, su corazón late con fuerza. No sabe si es por el miedo o por la adrenalina que todavía corre por sus venas. Lo único que tiene claro es que necesita hablar con Michael.Entra al edificio con paso acelerado y se acerca al primer oficial que encuentra. Su voz tiembla cuando pregunta por él.—Necesito ver al detective Michael Meléndez. Es urgente.El oficial la estudia por un instante, tal vez notando su nerviosismo, pero finalmente asiente y la guía hasta la oficina de Michael. Al verla entrar, el detective se pone de pie de inmediato. Su mirada se suaviza cuando nota su estado.—Katherine… ¿qué pasa? ¿Estás bien? —pregunta con el ceño fruncido.Ella apenas puede responder. Con cuidado, deja a Lucy en el sofá, asegurándose de que siga dormida. Luego se gira hacia él, sintiendo que
CAPÍTULO 90: SENTENCIA DE MUERTEAnthony se deja caer pesadamente en la silla de su despacho, incapaz de asimilar lo que acaba de ver. Sus manos tiemblan sobre el escritorio, la respiración se le entrecorta, y la furia se mezcla con una angustia que le corroe el pecho. Katherine. No puede ser. No quiere creerlo. Pero ahí está, la imagen en la pantalla le muestra una verdad que no puede negar.—¿Qué es lo que viste? —pregunta Alessandro, mirándolo con el ceño fruncido.Anthony apenas logra susurrar:—Katherine…El silencio se rompe de golpe cuando ambos teléfonos vibran al mismo tiempo. Alessandro es el primero en abrir la notificación y su expresión cambia drásticamente.—Mierd4… —murmura.Anthony se endereza de golpe y revisa su propio celular. Su estómago se hunde al ver el mismo video. No… no puede ser.La grabación se ha enviado a toda la organización. No es un mensaje privado, no es una amenaza oculta. Es una declaración pública de traición.Anthony arranca la memoria de la compu
CAPÍTULO 91: SIN RASTROKatherine va más nerviosa que nunca en el auto de Michael. Se frota las manos una y otra vez, frías como el hielo, como si las hubiera metido en un congelador. No puede controlar los temblores, ni el nudo que se forma en su estómago. Mira de reojo el espejo retrovisor; Lucy está en la parte de atrás, con la mirada perdida en la pantalla del teléfono. No se atreve a dejarla sola ni por un segundo. El miedo de que algo le pase es lo único que la mantiene en pie ahora.Michael no dice nada. No necesita hacerlo. Comprende que Katherine está asustada, que lo que sea que ocurrió fue lo suficientemente grave como para que ella recurriera a él en ese estado. Solo la observa de reojo de vez en cuando, dándole su espacio.Cuando se estaciona frente al edificio de Katherine, ella siente un nudo en la garganta. No puede respirar. Todo se ve tranquilo, normal, como si nada hubiera pasado. Pero ella sabe la verdad.Baja la mirada hacia la ventana de su apartamento. No hay ra
CAPÍTULO 92: REUNIÓN DE EMERGENCIAGiulia nunca ha estado tan preocupada como ahora. Ese video puede significar muchas cosas, pero su instinto le grita que tiene que haber una explicación. Katherine jamás traicionaría a Anthony de esa manera, de eso está segura.La ansiedad le carcome los nervios. Camina de un lado a otro, sintiendo que todo sucede demasiado rápido. El ataque a la familia, lo de los Bianchi, la sospechosa reaparición de Chiara… y ahora esto.—Nada es coincidencia —murmura para sí misma—. Todo está conectado, pero no sé cómo.El sonido de su teléfono la saca de sus pensamientos.—Giulia Salvatore, el Nonno demanda tu presencia inmediata en la casona. Ahora mismo.Traga en seco, pero no deja que los nervios se reflejen en su voz.—Voy en camino.Sale disparada de la oficina, avanzando con zancadas rápidas hacia la puerta. Apenas la roza con la mano cuando Dimitri se interpone en su camino.—¿A dónde vas? —pregunta con el ceño fruncido—. Tienes que decirme qué está pasan
CAPÍTULO 93: RASTREOAnthony lleva horas buscándola. Primero fue a la comisaría para ver si estaba ahí con el detective, pero Michael no estaba. Luego condujo hasta su casa. Encontrarla no fue difícil; ya había investigado su dirección cuando el detective comenzó a husmear donde no debía, pero Katherine tampoco está ahí.Desde su auto, observa cómo Michael llega solo, se baja del coche y entra en su casa como si nada hubiera pasado. Anthony aprieta la mandíbula. No puede acercarse a preguntarle si la ha visto; sería demasiado sospechoso.—¡Maldit4 sea! —gruñe, golpeando el volante con el puño.Está solo. Dejó a Alessandro encargándose de conseguir las grabaciones de seguridad del vecindario, la última pieza del rompecabezas.Si Katherine no fue a la policía, como dijo, entonces ¿dónde demonios está?La duda comienza a carcomerle la mente, filtrándose como veneno en sus pensamientos. «¿Y si huyó porque sabía que descubriría la verdad? ¿Y si realmente me ha traicionado?»La posibilidad
CAPÍTULO 94: LA CONFESIÓNKatherine lleva diez minutos sentada en la cama, muda, inmóvil. Ha guardado ese secreto por tanto tiempo que decirlo en voz alta ahora, así de golpe, se siente como arrancarse la piel. No fue capaz de contárselo a Anthony, pero ¿qué sentido tiene seguir ocultándolo? Al menos una parte ya ha salido a la luz.Suspira, se enjuga las lágrimas con las manos temblorosas y mira a Giulia con miedo en los ojos.—Es una larga historia —susurra.—Tenemos tiempo. Solo yo sé que estás aquí, ni siquiera se lo he dicho a Anthony —le asegura Giulia con firmeza, dándole una confianza como nunca.Katherine asiente lentamente.—Está bien.Y entonces empieza a hablar.Le cuenta todo desde el principio: cómo Emanuele la engañó para alejarla de Anthony, cómo cayó en su trampa sin darse cuenta hasta que fue demasiado tarde. Le habla del ACV que él provocó en su vecina con esa intención, y luego… de lo peor.De cómo la drogó. De cómo la ató. De cómo la vi0ló sin piedad, sin importar