CAPÍTULO 93: RASTREOAnthony lleva horas buscándola. Primero fue a la comisaría para ver si estaba ahí con el detective, pero Michael no estaba. Luego condujo hasta su casa. Encontrarla no fue difícil; ya había investigado su dirección cuando el detective comenzó a husmear donde no debía, pero Katherine tampoco está ahí.Desde su auto, observa cómo Michael llega solo, se baja del coche y entra en su casa como si nada hubiera pasado. Anthony aprieta la mandíbula. No puede acercarse a preguntarle si la ha visto; sería demasiado sospechoso.—¡Maldit4 sea! —gruñe, golpeando el volante con el puño.Está solo. Dejó a Alessandro encargándose de conseguir las grabaciones de seguridad del vecindario, la última pieza del rompecabezas.Si Katherine no fue a la policía, como dijo, entonces ¿dónde demonios está?La duda comienza a carcomerle la mente, filtrándose como veneno en sus pensamientos. «¿Y si huyó porque sabía que descubriría la verdad? ¿Y si realmente me ha traicionado?»La posibilidad
CAPÍTULO 94: LA CONFESIÓNKatherine lleva diez minutos sentada en la cama, muda, inmóvil. Ha guardado ese secreto por tanto tiempo que decirlo en voz alta ahora, así de golpe, se siente como arrancarse la piel. No fue capaz de contárselo a Anthony, pero ¿qué sentido tiene seguir ocultándolo? Al menos una parte ya ha salido a la luz.Suspira, se enjuga las lágrimas con las manos temblorosas y mira a Giulia con miedo en los ojos.—Es una larga historia —susurra.—Tenemos tiempo. Solo yo sé que estás aquí, ni siquiera se lo he dicho a Anthony —le asegura Giulia con firmeza, dándole una confianza como nunca.Katherine asiente lentamente.—Está bien.Y entonces empieza a hablar.Le cuenta todo desde el principio: cómo Emanuele la engañó para alejarla de Anthony, cómo cayó en su trampa sin darse cuenta hasta que fue demasiado tarde. Le habla del ACV que él provocó en su vecina con esa intención, y luego… de lo peor.De cómo la drogó. De cómo la ató. De cómo la vi0ló sin piedad, sin importar
CAPÍTULO 95: SILENCIOGiulia sale del refugio con la misma cautela con la que entró. Sus pasos son ligeros, casi imperceptibles mientras avanza entre la penumbra, asegurándose de que nadie la siga. No enciende su teléfono ni hace llamadas, sabe que cualquier error, por mínimo que sea, podría delatar su ubicación.Camina varios kilómetros a pie antes de llegar a donde dejó el auto alquilado, estacionado estratégicamente lejos del centro para no levantar sospechas. Se detiene un momento, escudriñando los alrededores. No ha visto a ninguno de los sicarios de las otras familias, pero eso no significa que no estén allí. Sabe cómo trabajan: sigilosos, pacientes, esperando el momento oportuno para atacar.Cuando está segura de que nadie la sigue, abre la puerta del auto y se desliza dentro rápidamente. El chasquido del seguro suena más fuerte de lo que debería, pero no se permite dudar ni temblar. Tiene que mantenerse firme.Aprieta el volante con fuerza, sus nudillos palidecen bajo la tensi
CAPÍTULO 96: LA ÚLTIMA LLAMADAKatherine camina de un lado a otro en la pequeña habitación, el celular aferrado entre sus dedos temblorosos. Su respiración es errática, su mente es un caos. Su corazón le grita que lo llame, que marque ese número que conoce de memoria, que le diga la verdad y le suplique que la escuche. Anthony. Él la creería, la entendería. Él la protegería mejor que nadie. Después de todo, si Giulia fue capaz de encontrarla, cualquiera podría hacerlo.Se muerde el labio con ansiedad, sintiendo el sabor metálico de la sangre cuando lo aprieta demasiado. Insomnio, hambre, sed… la ansiedad se ha apoderado por completo de ella, pero lo único que anhela es escuchar su voz.Quiere pedirle perdón por haber dudado, por haber sido tan estúpida.Pasa una mano temblorosa por su vientre, acariciando su piel con delicadeza. Apenas hay cambios en su cuerpo, pero sabe que la vida dentro de ella crece día a día. Ya ni siquiera está segura de cuántas semanas han pasado. ¿O han sido m
CAPÍTULO 97: LA CONFIRMACIÓN DE SU MUERTEAnthony aprieta el botón de colgar con tanta fuerza que su nudillo se vuelve blanco. Siente el nudo en el estómago apretarse aún más, como si le hubieran dado un puñetazo directo al alma. Nada de lo que dijo era cierto, no la odia, mucho menos quiere matarla, pero tenía que decirlo. Tenía que hacerlo.Aun puede escuchar el sonido de los sollozos rotos de Katherine, hiriéndolo más de lo que está dispuesto a admitir. Cada lágrima que derramó del otro lado de la línea le costará muy caro, pero no podía confiar en que la llamada no estaba intervenida. Katherine lo contactó en su número normal, el que todos en la organización conocen. Un error fatal.Y para colmo, no está solo. En la sala, varios de sus hombres seguían con atención cada palabra que pronunciaba, como depredadores al acecho. Y entre ellos, Joseph.Bastard0.«Perdóname, cara mia», piensa, cerrando los ojos un segundo, antes de obligarse a recuperar la compostura.A su lado, Dimitri ap
CAPÍTULO 98: TE ENCONTRÉKatherine apenas logra dormir un par de horas. Su pecho duele con cada respiración y sus ojos hinchados parecen haber recibido un golpe. Su nariz está roja, irritada por tantas lágrimas, y el hipo ahogado en su garganta se niega a desaparecer. Aun así, se obliga a ponerse de pie, a recomponerse por su hija.Cuando sale del baño, Lucy ya está despierta, aunque sigue acostada de espaldas en la cama, con la mirada fija en el techo. Su expresión es distante, como si su pequeña mente estuviera atrapada en un lugar lejano. Katherine se desliza a su lado y la abraza con ternura, acariciándole el cabello.—¿Dormiste bien, amor? —pregunta con suavidad.Lucy baja la mirada hacia sus deditos y los entrelaza nerviosamente.—Sí… creo —murmura, pero su tono no tiene convicción.Katherine suspira, sintiéndose tremendamente culpable. Sabe que su hija está enojada, confundida y probablemente traumada por todo lo que ocurrió en su departamento.—Mi amor, necesito que hables con
CAPÍTULO 99: AUNQUE SEA UN INSTANTEEl aliento de Anthony choca con sus labios cuando ella le pregunta qué está haciendo ahí. Su mirada es intensa, feroz, cargada de una emoción indescifrable. Sus dedos se aferran con fuerza a su cintura, como si temiera que pudiera alejarse de él en cualquier momento.—Todo lo que dije fue una mentira, cara mia —susurra con una voz ronca, casi desesperada—. Nunca te haría daño. Nunca.Katherine siente cómo su pecho se aprieta y una lágrima solitaria resbala por su mejilla. Pero esta vez no es de miedo, ni de angustia. Es de alivio. De felicidad pura y absoluta.Anthony la atrapa entre sus brazos antes de que pueda decir nada más y vuelve a besarla con la misma intensidad de antes, como si con cada roce de sus labios pudiera borrar cada miedo, cada herida. Su boca se mueve sobre la suya con hambre, con desesperación, con la necesidad cruda de sentirla, de probarla, de asegurarse de que realmente la tiene frente a él.Sus manos exploran su cuerpo sin p
PREFACIOLa pequeña Lucy corre por los pasillos del centro comercial con el corazón acelerado, los zapatitos hacen eco en el suelo mientras esquiva a los empleados que preparan todo para la gran inauguración navideña. Sabe que está cometiendo una travesura y que seguramente su madre la regañará, pero su determinación es más fuerte que su miedo. Es la única oportunidad que tiene de hablar con Santa Claus antes de que el evento abra sus puertas al público. Mamá trabaja demasiado y no pueden permitirse pagar la entrada, pero eso no apaga su entusiasmo. Lucy sonríe con ilusión, imaginándose la cara del gran abuelito de rojo y su famosa barba blanca.Con el corazón latiéndole a toda velocidad, Lucy llega al escenario improvisado, que parece salido de un cuento mágico. Las luces parpadean en tonos cálidos, las guirnaldas verdes y doradas caen con elegancia, y un enorme trono dorado ocupa el centro, rodeado de regalos envueltos en papeles brillantes. Por un momento, la pequeña se detiene a c