CAPÍTULO 96: LA ÚLTIMA LLAMADAKatherine camina de un lado a otro en la pequeña habitación, el celular aferrado entre sus dedos temblorosos. Su respiración es errática, su mente es un caos. Su corazón le grita que lo llame, que marque ese número que conoce de memoria, que le diga la verdad y le suplique que la escuche. Anthony. Él la creería, la entendería. Él la protegería mejor que nadie. Después de todo, si Giulia fue capaz de encontrarla, cualquiera podría hacerlo.Se muerde el labio con ansiedad, sintiendo el sabor metálico de la sangre cuando lo aprieta demasiado. Insomnio, hambre, sed… la ansiedad se ha apoderado por completo de ella, pero lo único que anhela es escuchar su voz.Quiere pedirle perdón por haber dudado, por haber sido tan estúpida.Pasa una mano temblorosa por su vientre, acariciando su piel con delicadeza. Apenas hay cambios en su cuerpo, pero sabe que la vida dentro de ella crece día a día. Ya ni siquiera está segura de cuántas semanas han pasado. ¿O han sido m
CAPÍTULO 97: LA CONFIRMACIÓN DE SU MUERTEAnthony aprieta el botón de colgar con tanta fuerza que su nudillo se vuelve blanco. Siente el nudo en el estómago apretarse aún más, como si le hubieran dado un puñetazo directo al alma. Nada de lo que dijo era cierto, no la odia, mucho menos quiere matarla, pero tenía que decirlo. Tenía que hacerlo.Aun puede escuchar el sonido de los sollozos rotos de Katherine, hiriéndolo más de lo que está dispuesto a admitir. Cada lágrima que derramó del otro lado de la línea le costará muy caro, pero no podía confiar en que la llamada no estaba intervenida. Katherine lo contactó en su número normal, el que todos en la organización conocen. Un error fatal.Y para colmo, no está solo. En la sala, varios de sus hombres seguían con atención cada palabra que pronunciaba, como depredadores al acecho. Y entre ellos, Joseph.Bastard0.«Perdóname, cara mia», piensa, cerrando los ojos un segundo, antes de obligarse a recuperar la compostura.A su lado, Dimitri ap
CAPÍTULO 98: TE ENCONTRÉKatherine apenas logra dormir un par de horas. Su pecho duele con cada respiración y sus ojos hinchados parecen haber recibido un golpe. Su nariz está roja, irritada por tantas lágrimas, y el hipo ahogado en su garganta se niega a desaparecer. Aun así, se obliga a ponerse de pie, a recomponerse por su hija.Cuando sale del baño, Lucy ya está despierta, aunque sigue acostada de espaldas en la cama, con la mirada fija en el techo. Su expresión es distante, como si su pequeña mente estuviera atrapada en un lugar lejano. Katherine se desliza a su lado y la abraza con ternura, acariciándole el cabello.—¿Dormiste bien, amor? —pregunta con suavidad.Lucy baja la mirada hacia sus deditos y los entrelaza nerviosamente.—Sí… creo —murmura, pero su tono no tiene convicción.Katherine suspira, sintiéndose tremendamente culpable. Sabe que su hija está enojada, confundida y probablemente traumada por todo lo que ocurrió en su departamento.—Mi amor, necesito que hables con
CAPÍTULO 99: AUNQUE SEA UN INSTANTEEl aliento de Anthony choca con sus labios cuando ella le pregunta qué está haciendo ahí. Su mirada es intensa, feroz, cargada de una emoción indescifrable. Sus dedos se aferran con fuerza a su cintura, como si temiera que pudiera alejarse de él en cualquier momento.—Todo lo que dije fue una mentira, cara mia —susurra con una voz ronca, casi desesperada—. Nunca te haría daño. Nunca.Katherine siente cómo su pecho se aprieta y una lágrima solitaria resbala por su mejilla. Pero esta vez no es de miedo, ni de angustia. Es de alivio. De felicidad pura y absoluta.Anthony la atrapa entre sus brazos antes de que pueda decir nada más y vuelve a besarla con la misma intensidad de antes, como si con cada roce de sus labios pudiera borrar cada miedo, cada herida. Su boca se mueve sobre la suya con hambre, con desesperación, con la necesidad cruda de sentirla, de probarla, de asegurarse de que realmente la tiene frente a él.Sus manos exploran su cuerpo sin p
CAPÍTULO 100: ANÁLISIS POLICIALLa tenue luz de una lámpara de escritorio proyecta sombras alargadas sobre los montones de papeles desperdigados en la mesa del detective Michael Meléndez. Cuatro tazas de café vacías forman un improvisado cementerio a su derecha, delante de él, una hoja en blanco espera llenarse con respuestas, pero lo único que consigue escribir son más preguntas.Su bolígrafo repasa, una y otra vez, la misma interrogante encerrada en un enorme círculo: “¿Por qué una Salvatore necesitaría un carro alquilado?”Michael apoya el codo en el escritorio y se pasa una mano por el rostro, frustrado.—No tiene sentido… —murmura, leyendo en voz alta lo que escribió—. Es rica, seguro tiene a su nombre al menos tres autos, pero justo explota en uno alquilado.Su pie se mueve inquieto, golpeando el suelo con impaciencia. Hay demasiados cabos sueltos, piezas que no encajan. Sabe que Anthony Salvatore no es quien dice ser, y algo en su instinto le grita que todo esto está conectado
CAPÍTULO 101: FINALMENTE DICE LA VERDADAnthony nunca había sentido un alivio tan profundo como el que lo embarga en ese momento. Es como si, por primera vez en su vida, pudiera respirar sin el peso del mundo aplastándole el pecho. Katherine está aquí. Con él. Y es suya otra vez.Ahora entiende lo que su hermana intentaba decirle. Katherine ha cambiado todo. Se ha infiltrado en cada rincón de su mente, de su cuerpo, de su alma, con una intensidad que es imposible negar. Está ridículamente enamorado de ella. Un sentimiento que, en cualquier otro escenario, podría parecer un milagro… pero que, en su mundo, es una sentencia de muerte.Y sin embargo, le importa una mierd4.No le preocupa lo que puedan pensar de él. No le preocupa arriesgarlo todo. Katherine es su vida ahora.Ambos se visten en la penumbra de los árboles donde se refugiaron, aunque Anthony preferiría verla como estaba hace unos minutos: completamente suya, su piel marcada por él, su respiración entrecortada. Siendo su muje
CAPÍTULO 102: FURIA CIEGAEl pecho de Anthony se expande y se contrae con fuerza. El odio lo consume. No es solo enojo, no es solo rabia… es algo visceral, algo que le ruge en las entrañas como un animal herido.—Ese hijo de perra… —gruñe.No es suficiente. No hay insulto en el mundo que haga justicia a lo que siente.Quiere matarlo. No… lo va a matar.Lo hará sufrir. Hará que suplique por su miserable vida antes de arrancársela.Cada músculo en su cuerpo está tenso, tan duro como el acero. Su mandíbula, su cuello, sus hombros… siente que si no hace algo, si no golpea algo, va a explotar.—¡Lo juro por Dios, Katherine, ese maldit0 tiene las horas contadas! —ruge, pasando ambas manos por su cabello con desesperación, tratando de contener el impulso asesino que lo devora—. Voy a encontrarlo y lo voy a hacer mierd4.Patea con furia la mesa de café frente a él. El mueble se desliza unos centímetros, pero no es suficiente. Nada es suficiente para aliviar el dolor y la impotencia que lo car
CAPÍTULO 103: PROMESAMichael se queda inmóvil, con la mejilla ardiendo por la bofetada con la mirada llena de incredulidad. Parpadea un par de veces, todavía procesando lo que acaba de suceder, mientras Katherine se queda boquiabierta, con el pulso acelerado.—Katherine… —murmura con sorpresa y algo más… decepción.Ella respira hondo, tratando de controlar la culpa que empieza a formarse en su pecho.—Perdóname, Michael, pero no quiero que confundas las cosas. —Da un paso atrás, marcando una distancia clara entre ambos—. Sabes que estoy enamorada de otro hombre.Michael la mira fijamente, evidentemente le duele.—Pero dijiste que habías terminado con él… yo creí que…Katherine cierra los ojos por un segundo, buscando las palabras correctas.—Que hayamos terminado no significa que mis sentimientos por él hayan desaparecido. —Su voz tiembla ligeramente, pero sus ojos no vacilan—. No puedo corresponderte, y si esta ayuda significa algo más, entonces…—No. —Michael la interrumpe de inmedi