CAPÍTULO 8: LA CENA CON EL ABUELOLas mujeres trabajan en Katherine con precisión y gusto, transformándola en una versión sofisticada y radiante de sí misma. El vestido realza su figura, el maquillaje destaca sus rasgos, y el peinado elegante completa el conjunto. Cuando vuelve a encontrarse con Anthony, nota cómo sus ojos se detienen en ella, evaluándola en silencio. Por primera vez no hay un comentario cortante ni una mirada de desprecio. Tampoco un halago, pero su falta de crítica la siente como una pequeña victoria.—Bien, —dice finalmente, extendiéndole la mano para que tome su brazo—. Vamos.Katherine respira hondo y cuelga su mano en el interior de su codo. Lucy, emocionada, toma la mano de su madre, y los tres avanzan hacia la entrada principal como una familia improvisada.Por fuera, la mansión ya parecía excesiva, pero al cruzar el umbral, Katherine siente como si hubiese entrado en un mundo completamente diferente. La opulencia se multiplica: paredes de madera oscura con ve
CAPÍTULO 9: UNA VERDAD A MEDIASEl cuerpo de Katherine se tensa tanto que siente como si estuviera hecha de mármol. Cada músculo de su cuerpo está rígido, y su mente corre a mil por hora buscando desesperadamente una salida. La mirada de Giuseppe es gélida, cortante; como un bisturí que no admite más que la verdad. Su corazón late tan fuerte que parece un tambor resonando en sus oídos, como si aquel viejo cuento del hombre enloquecido por los latidos de un corazón oculto en el suelo se estuviera reproduciendo en carne propia.—¿Ah… qué? —susurra, intentando ganar tiempo, pero su voz apenas es un murmullo torpe—. No, yo… él no… —empieza a negar con movimientos confusos de la cabeza, pero Giuseppe no le da tregua.—Conozco a mi nieto mejor que nadie. —Su voz es baja, pero le hiela la sangre—. Primero, él no es capaz de conquistar a una mujer tan dulce y encantadora como tú. Segundo, sé que jamás has pisado París… y tampoco tu hija.Katherine siente que el suelo bajo sus pies desaparece.
CAPÍTULO 10: YA NO HAY VUELTA ATRÁSLucy desaparece dando saltitos hacia la sala de juegos, su risa infantil se desvanece en la distancia mientras que Katherine siente que su corazón late con tanta fuerza que parece estar buscando una salida de su pecho. La tensión se hace insoportable cuando Anthony se gira hacia ella con paso decidido y una mirada oscura cargada de amenaza.—¿Qué caraj0s le dijiste a mi abuelo? —su voz es un gruñido bajo, el tipo de tono que no admite evasivas.—Yo… lo siento, no tuve opción —logra balbucear Katherine llevándose las manos al pecho como si pudiera protegerse de su intensidad—. Se dio cuenta, fue directo y no…—¡No te…! —Anthony suelta un gruñido de frustración, pasa una mano por su cabello antes de clavarle los ojos otra vez—. ¿Qué le dijiste exactamente?—Él supo de inmediato que todo era una mentira —admite ella con voz temblorosa—. Intenté decirte en el almuerzo que no funcionaría, pero no me dejaste hablar.—¿Así que ahora es mi culpa? —le espeta
CAPÍTULO 11: CONTROL ABSOLUTO“Solo será un mes”.Katherine se repite esas palabras como un mantra: “Solo será un mes”, pero incluso mientras las dice, siente que no puede engañarse del todo. Este acuerdo con Anthony Salvatore ya empieza a parecer mucho más de lo que había imaginado.El sol se filtra tímidamente por las cortinas marcando el inicio de un día que promete ser igual de complicado que los anteriores. Katherine suspira mientras termina de preparar el desayuno. Lucy, a su lado, habla emocionada sobre el día de juegos que le espera. Pero la conversación se interrumpe cuando suena el timbre. Katherine frunce el ceño y se seca las manos en un paño antes de abrir la puerta.Una mujer joven, vestida con ropa casual pero impecable, la saluda con una sonrisa profesional.—Buenos días, soy la niñera que el señor Salvatore contrató. Estoy aquí para cuidar a Lucy mientras usted realiza sus asuntos.Katherine siente un nudo en el estómago. No puede evitar sentir que Anthony sigue contr
CAPÍTULO 12: GIULIAKatherine siente que el corazón amenaza con salirle del pecho cuando la mujer rubia toma a Anthony de los hombros y le planta dos besos ruidosos en las mejillas, como si estuviera marcando territorio.—¿Pensaste que me ibas a dejar aquí? —pregunta la mujer frunciendo los labios en un puchero ensayado.El gesto es medido, pero tiene un aire de intimidad que a Katherine le incomoda. Antes de que pueda procesarlo, la rubia se quita los lentes de sol y deja que resbalen hasta el puente de su nariz, dándole una rápida mirada a la pelirroja. Sin dedicarle más atención, se despoja del abrigo y de su cartera costosa, tendiéndolos hacia ella como si esperara que los cargara.—Oh, caro —dice en un italiano melódico que a Katherine le cuesta procesar—, lleva mis cosas adentro, por favor. Ah, y quisiera un cóctel refrescante, algo ligero, no quiero que se me suba demasiado en el avión, ¿entiendes? —Termina con un guiño amistoso que no hace nada por apaciguar la tensión en el a
CAPÍTULO 13: TOSCANAKatherine nunca había pisado Italia, mucho menos la Toscana. De hecho, su visión del país era tan básica como los clichés de una postal: pizzas, la torre inclinada de Pisa y, por supuesto, Roma. Más allá de eso, su imaginación no llegaba.Pero nada, absolutamente nada, la había preparado para lo que vería al aterrizar en el Galileo Galilei International Airport.El jet se desliza por la pista como una pluma, y cuando finalmente se detiene, Katherine siente un nudo en la garganta al contemplar el paisaje que se extiende ante sus ojos. La terminal, moderna y elegante, parece una anomalía amistosa en medio del lienzo que es la Toscana. A su alrededor, un mosaico de colinas verdes se despliega como una alfombra interminable, cada ondulación cuenta historias que han resistido el paso de los siglos.El sol de la mañana tiñe todo con un brillo dorado, y los viñedos cercanos, perfectamente alineados, se mecen bajo una brisa suave que lleva consigo el aroma de la campiña.
CAPÍTULO 14: FUERA DE CONTRATOAnthony, siempre frío y controlado, siente una tensión inusual en su propia casa. Las miradas inquisitivas de su familia hacia Katherine lo incomodan, especialmente cuando su primo Lorenzo rompe el hielo.—¡Ey, Anthony! No sabía que tenías prometida —dice con una sonrisa astuta.—Prefiero mantener mis asuntos privados —responde Anthony, cortante.Anthony tamborilea los dedos contra su reloj, impaciente, hasta que el crujido de las escaleras lo hace voltear. Katherine aparece, bajando con un vestido floreado que abraza su figura. Su mirada cae inevitablemente al escote, demasiado abierto, demasiado provocativo. La tela se frunce justo donde comienza una piel pálida, tersa, que parece hecha para que la toquen. Las venas azuladas se insinúan bajo la superficie, como si invitaran a recorrerlas con los labios.Un calor incómodo lo recorre, pero el tirón de Lucy en su manga lo arrastra de vuelta al presente.—¡Papá! —le dice la niña dando una vueltecita.—¿Ves
CAPÍTULO 15: ANTICIPACIÓNLa tensión en la habitación es sofocante, densa como una tormenta que está a punto de desatarse. Anthony tiene a Katherine atrapada bajo él, su torso está completamente desnudo y cubierto por el brillo de la luz que entra por la ventana. Solo una delicada tela separa la última barrera entre ellos, pero la forma en que esa tela abraza sus curvas lo lleva al borde de la locura.Su mente le dice que está cruzando un límite que acordaron no romper, pero Anthony Salvatore nunca ha sido un hombre que viva según reglas ajenas, ni siquiera las suyas propias. La visión de Katherine, empapada de vino y con el pecho subiendo y bajando con cada respiración agitada, lo consume. La idea de controlarse se disuelve en el aire pesado de la habitación.Katherine, por su parte, siente que el calor la invade desde dentro. Sus brazos intentan cubrir su piel expuesta, pero el roce de los dedos de Anthony contra su cintura hace que tiemble, no de miedo, sino de algo más profundo, m