CAPITULO 32: MIRADA QUE JUZGAEl mensaje del contacto de Anthony en la policía llega con la precisión de un reloj de arena al borde de agotarse. La advertencia de que el detective y los oficiales llegarán en menos de una hora hace que el aire en la oficina se vuelva sofocante.—¡Maldit4 sea! —murmura Anthony, golpeando el escritorio con el puño. Su mandíbula está tan tensa que los músculos de su rostro se marcan como cuerdas tirantes. Habla en voz baja, como si las paredes pudieran delatarlo—. Mi abuelo me va a matar si arruino esto.La frase podría ser figurativa para cualquier otro, pero para Anthony es bastante literal. La imagen de la severa mirada de Giuseppe Salvatore pasa fugazmente por su mente y su estómago se revuelve.—¿Qué sucede? —se atreve a preguntar Katherine, aunque hay un temblor en su voz.Él levanta la mirada hacia ella, visiblemente sorprendido por su interés. Durante un breve instante sus ojos parecen un campo de batalla donde pelean la desconfianza y el instinto
CAPÍTULO 33: CELOSKatherine siente que el corazón se le va a salir del pecho. Nunca en su vida había estado implicada en algo remotamente ilegal. Ni siquiera acumulaba una multa de tránsito, jamás había copiado en un examen, mucho menos habría imaginado estar involucrada en los negocios de un mafioso. Pero la vida da vueltas, y ahora está metida hasta el cuello con Anthony Salvatore, un hombre que encarna todo aquello de lo que siempre quiso mantenerse alejada.Por un lado, teme ser arrestada, perder a su hija y no volver a verla nunca más. Pero, por otro lado, una parte más oscura y desconocida de sí misma teme que sea Anthony quien acabe tras las rejas. Ese pensamiento le provoca un nudo en el estómago que no puede ignorar.Mientras el detective entra al almacén con Anthony, quien se encarga de mostrarle los documentos y permisos, Katherine permanece en las sombras, observando con el corazón en un puño. Su sangre se congela cuando sus ojos se posan en el oficial.El detective gira
CAPÍTULO 34: CARA MIAKatherine lo observa, y por primera vez siente cómo esa pasión oscura que él encarna la envuelve también a ella. Sabe que está mal, que cruzar ese límite otra vez es un error, y que nada de lo que está sucediendo en ese instante debería formar parte de su farsa. Sin embargo, una parte de ella sigue resistiéndose. Se aferra a la idea de que no puede permitir que Anthony la llame “suya” como si realmente hubiera algo real entre los dos. Pero ¿acaso no acaba de salvarle el pellejo?No lo hizo porque sea una buena persona. Lo hizo porque la idea de perderlo, de verlo terminar en prisión, la empujó a actuar sin pensar. Esa verdad, cruda y arrolladora, la golpea con fuerza. Su respiración se acelera, sus labios aún están hinchados por el beso que él le arrebató, un beso que parece encender algo en lo más profundo de su ser.A pesar de todo, a pesar de esa sombra de deseo y peligro que se cierne entre ambos, Katherine siente que no puede —que no debe— dejar que Anthony
CAPÍTULO 35: LA ÚLTIMA VEZKatherine apenas puede contener las emociones que la dominan. La intensidad del momento, la pasión desbordada y lo prohibido de la situación la han dejado sin aliento, queriendo por un instante quedarse en aquel mundo ficticio donde Anthony parece ser todo lo que necesita. Pero un ruido fuerte la devuelve a la realidad de golpe.Sus ojos se abren con alarma mientras su mente procesa el entorno: un almacén lleno de posibles testigos. Sus mejillas se tiñen de rojo mientras recoge su ropa apresuradamente.—¿Qué fue eso? —pregunta con nerviosismo, ajustándose el pantalón mientras siente cómo su corazón late desbocado.Anthony, en cambio, está tan tranquilo como siempre. Saca un pañuelo de su bolsillo y, con un aire completamente despreocupado, se limpia la boca con una lentitud deliberada, como si acabara de disfrutar el más exquisito de los banquetes.—Tranquila, nadie viene por aquí —dice con una calma irritante, guardando el pañuelo como si nada hubiera pasad
CAPÍTULO 36: DEBE SER EL DESTINOCuando la pelirroja llega a la casa —que Anthony alquiló para ella—, apenas puede controlar la rabia y las lágrimas que ruedan por sus mejillas. No puede sacarse de la cabeza la voz burlona de Anthony llamándola “put4” y entonces la rabia vuelve a apoderarse de ella.Se detiene frente a la puerta, incapaz de moverse. Mira la fachada de la casa con desprecio, como si su sola existencia fuera una extensión de Anthony y todo lo que representa. No quiere entrar en la casa, no quiere volver a saber absolutamente nada de él, ni nada que lo relacione. Poco le importa el contrato, el dinero que le prometió o que todavía deben fingir que son algo. Ella simplemente no quiere volver a verlo nunca más.—Claro, para él es tan sencillo como utilizarme —espeta consigo misma apretando los dientes—, para él no soy más que un mero objeto que usa para engañar a todos, no le importa lo que siento, no le importa que sus caricias me confundan y me hagan desear… —Katherine d
CAPÍTULO 37: ENFRENTANDOSE AL MAFIOSOEl médico que atiende a Lucy camina con calma hacia ellas, entra con el alta en la mano. Katherine se pone de pie, ya más tranquila al saber que lo de su hija no es nada grave. Una sonrisa serena adorna su rostro mientras observa a Lucy juguetear con las cintas de su manta.—Aquí tienes el alta, señora Cullen. Como mencioné, mantenga una dieta blanda y nada de dulces por algunos días —indica el médico, lanzándole una sonrisa cómplice a la niña.—¿Nada de galletas? —protesta Lucy con un puchero, frunce el ceño como si acabaran de decirle que el mundo se acabará.—Nada de galletas hasta que estés mejor —confirma el doctor con una paciencia que solo alguien acostumbrado a tratar con niños podría tener.Lucy se cruza de brazos, claramente enojada, pero Katherine se acerca a ella y, con un par de cosquillas rápidas en su vientre, transforma su descontento en una risa sonora.—Muchas gracias por todo, doctor —dice Katherine con gratitud, mientras el méd
CAPÍTULO 38: SE REVELA LA RELACIÓNPara sorpresa de Katherine, Anthony no la llama ni intenta buscarla en su antiguo departamento. Ese silencio, lejos de tranquilizarla, la inquieta aún más. Aunque Lucy duerme plácidamente en sus brazos, Katherine pasa la noche en vela. Su mente corre, llena de suposiciones y temores, mientras sus ojos permanecen fijos en la puerta, como si en cualquier momento él pudiera irrumpir y arrastrarla de vuelta a su lado.Por la mañana, la claridad de un sol radiante inunda el pequeño departamento. Katherine intenta sacudirse la pesadez del insomnio y prepara un desayuno nutritivo para Lucy siguiendo las recomendaciones del médico.—¿Hoy sí iremos con papá? —pregunta la niña con la voz dulce de quien no entiende el peso de sus palabras.Katherine deja escapar un suspiro y se sienta frente a ella. Sabe que no puede seguir evitando la conversación; necesita aclararle las cosas antes de que las ilusiones de su hija crezcan más.—Mi amor, entiendes que Anthony n
CAPÍTULO 39: UNA CITA CON EL PASADOKatherine nunca imaginó que reencontrarse con Michael, su crush de infancia, la emocionaría tanto. Aunque han pasado años, él sigue siendo el mismo chico carismático y dulce que recordaba. Sin embargo, ahora es mucho más que eso: su porte musculoso, sus ojos oscuros llenos de intensidad y su sonrisa cálida y coqueta lo convierten en un hombre irresistible, con una presencia tan magnética que parece un dios africano encarnado.Al llegar al restaurante, Michael le abre la puerta con caballerosidad y luego le sostiene la silla para que se siente, un gesto que Katherine no puede evitar encontrar encantador.—No puedo creer que te hayas convertido en detective —comenta ella mientras toma el menú.—Siempre fui un hombre de sorpresas —responde Michael, esbozando una sonrisa.Katherine ríe suavemente.—Pero si mal no recuerdo, siempre decías que la policía era una…—Vamos, dilo sin miedo.—Una mierd4 corrupta —susurra ella, inclinándose hacia él con una piz