[MAURO]
Observo sus pasos elegantes delante de mi mientras que me lleva a la sala de reuniones donde esta esperándome el periodista, y no puedo dejar de pensar en las muchas veces que esos mismos pasos me guiaron hasta nuestra habitación para amarnos como unos locos. Me duele más a mi que a ella todo lo que esta ocurriendo, y es que yo no soy un cabrón con las mujeres, nunca me ha gustado hacerlas sufrir ni mucho menos humillarlas, pero con ella no me quedo otra opción más que hacerlo…
—Si hay algo que no quieres responder, no debes hacerlo, ¿de acuerdo? — Me advierte antes de entrar y asiento.
—Es mejor que tú estés presente, no quiero hacer o decir algo que perjudique a la empresa— Sugiero y ella asiente.
—Vamos entonces— Me responde y abro la puerta para que entremos.
No hago más que poner un pie dentro de la sala de reuniones, y él periodista se pone de pie. Él tiene cabello negro, ojos café, es bastante alto y deberá tener aproximadamente mi misma edad —Señor Carballares, un placer conocerlo, soy Hernán Figueroa de la revista “Tiempo Empresarial”— Se presenta.
—Un gusto, pero siéntate— Le ofrezco y cada uno de nosotros toma asiento en diferentes puestos alrededor de la mesa.
—Señor Figueroa, la agenda del señor Carballares es bastante apretada, solo cuenta con veinte minutos para que usted haga su entrevista— Le indica Natalia y me sorprende que este manejando mi agenda de tal manera.
—Seré breve, lo prometo— Asegura él y abre una libreta donde tiene todas sus preguntas escritas y luego me muestra un grabador —¿Le molesta? — Averigua y niego.
—Adelante— Accedo y rápidamente él da inicio a sus preguntas.
Desde el día que mi padre anuncio que me cedería la presidencia de la empresa, escucho las misma preguntas, ¿Cuáles son mis planes? ¿Qué cambios pienso hacer? ¿Cuáles son las proyecciones de expansión de los hoteles? En fin, todo esto es más de lo mismo y a pesar de que quisiera darles respuestas muy diferentes, siempre respondo con el libreto de siempre, con el que me corresponde y con el que hará que todo este plan siga adelante.
Como cada entrevista, él me agradece, yo regreso el gesto, y luego es Natalia quien se encarga de acompañarlo a la puerta. Apenas él sale, yo me levanto de la silla y apoyo mis caderas en el borde de la mesa y coloco mis manos a cada lado de mi cuerpo sobre está —Era un novato— Murmura.
—Puede ser, ahora dime, ¿de que quieres hablar? — Presiono y ella se acerca a mi.
Intento mantener la calma ante su manera de acercarse a mi. Sé que no puedo flaquear, que cualquier paso equivocado que de puede llevarnos a Danna y a mi al desastre… —Sigo sin entender porque estás con ella— Me dice sin rodeos y apoya sus manos en el borde de la mesa para que la distancia entre los dos sea casi nula.
Observo su boca tan cerca de la mía y me queman estas ganas de besarla, pero toda ella y cualquier otra mujer es prohibida para mi ahora. Hago mi mejor esfuerzo por no dejar ver todo lo que me ocurre y respiro lo más normal que puedo —Tú y yo ya hemos hablado de esto. Estoy loco por Danna… sé que fui un cabrón contigo, pero tampoco era justo serte infiel— Explico manteniendo la versión de lo que le dije aquella vez.
—Nos íbamos a casar… además, ¿Cómo es que te has enamorado de ella tan pronto? No entiendo— Insiste.
—Natalia, respétate… respétame, y respétala a ella. Sé que para ti es muy difícil aceptarlo, pero créeme que es lo mejor para todo, yo soy muy feliz con ella y tú encontraras la manera de ser feliz con alguien más— Le digo y llevo mis manos hacia sus hombros para alejarla y así poderme salir de esta especie de encierro que ella provoco.
—Mauro— Me llama cuando estoy llegando a la puerta para salir de aquí y volteo a verla.
—¿Qué? — Pregunto tratando de no ser peor persona de lo que ya lo era.
—Cuando terminaste conmigo yo estaba embarazada— Me confiesa de repente y en estos momentos siento que el tiempo se ha detenido.
Sus ojos marrones no se apartan de mi y en mi cabeza se repite una y otra vez esas palabras que me acaba de decir —¿Qué? — Repito la pregunta y es que por un instante tengo la sensación de que es un juego de mi cabeza.
—Lo supe al mes de que tú me dejaras—
—¿Y que paso? — Pregunto en un susurro.
—Fui a buscarte al departamento que vivías en aquel momento y te vi con ella. Quise salir corriendo y como el elevador no llegaba, fui por la escalera… estaba hecha trizas, lloraba como una loca y me caí… me encontró uno de los vecinos, me llevo al hospital y allí me dijeron que había perdido al bebé— Me cuenta y por dentro siento que me están partiendo el alma en mil pedazos.
—¿Por qué no me lo dijiste antes? — Murmuro intentando contener mis lagrimas.
—No iba a cambiar nada— Sentencia fría y sé perfectamente que no puedo acercarme a ella, que no puedo mostrar debilidad… es tan difícil…
—Lo siento, no era mi intención, si lo hubiera sabido me hubiera hecho cargo y lo sabes— Es la respuesta que debo dar y ella se acerca a mi mirándome con rabia y me pega una cachetada que no me duele nada a comparación de lo que han sido sus palabras para después salir de la sala.
—Ahí está tu marido — Escucho que dice y al mirar hacia la puerta, veo a Danna que me mira confundida y entra mientras que Natalia sale de aquí.
—¿Qué ocurrió aquí? — Me pregunta preocupada y cierra la puerta para después acercarse a mi.
—Natalia me ha confesado que estuvo embarazada de mi y que lo perdió— Resumo.
—¡¿Qué?! —
—Yo tampoco lo puedo creer… dice que cuando fue a decírmelo un mes antes, después de que termináramos, ella nos vio y salió huyendo… se cayo por las escaleras— Explico y Danna me mira con dudas.
—¿Y porque te lo dice ahora? Ya paso casi un año de eso…— Comenta y me mira con dudas.
—Dice que no iba a cambiar nada—
—¿Y ahora sí? — Cuestiona y busca ese otro celular que ella también carga.
—¿Qué haces? — Pregunto confundido.
—Aquí hay algo raro… debemos averiguar que es— Es lo único que me dice mientras que escribe un mensaje —¿Cuál es el apellido de ella? — Me pregunta.
—Valdivia…—
—Perfecto, por favor, cambia esa cara, sé que es una porquería todo esto, pero no podemos dejar que arruine todo, ¿si? — Me pide y asiento.
—Lo sé, y por eso me he comportado como el peor tipo de todos una vez más— Confieso totalmente angustiado y Danna se acerca a mi despues de enviar el mensaje y me sujeta de la cara.
—No eres un mal hombre, eres increíble nadie haría todo esto que tú estás haciendo y mucho meno sabiendo las consecuencias que puede tener… eres…— Dice y hace una pausa.
—¿Qué soy? — Pregunto al notar su silencio.
—Nada, mejor vamos, he convencido de que tus padres nos dejaran libres para irnos a casa y supuestamente festejar tu presidencia a solas— Me dice divertida y sonrió.
—Fue una buena excusa la que inventaste allí en la mesa—
—Necesitaba ganar tiempo, fue lo primero que se me ocurrió, ahora en serio, vamos y trata de no pensar en todo esto, ya sabremos que es lo que esta ocurriendo— Me pide y asiento.
—Vamos— Accedo y si bien llevo una tormenta por dentro, también sé que en algún momento el cielo se despejara una vez más.
[MAURO]Cuando Danna y yo nos casamos seis meses atrás, nuestros padres nos regalaron una casa, en realidad, es una exuberante mansión de dos pisos ubicada en una de las zonas más exclusivas de Miami. La mansión costo 34 millones de dólares, y su arquitectura ultramoderna de cristal y sus ocho cuartos y baños parecieran valer eso en esta isla. No nos quedo más opción que aceptar ese regalo y por una parte nos ha servido de mucho ya que el tiempo que debemos pasar en casa pareciera no ser tan tedioso, después de todo tenemos gimnasio, sala de cine, piscina, jacuzzi, sauna, y hasta una casa de visitas, eso sin contar que esta frente al mar y el yate esta amarrado en el muelle privado.—De nuevo en casa— Murmura ella cuando abre la puerta.—Supuestamente esto es una casa— Respondo con este poco animo que tengo dado todo lo que me he enterado el día de hoy.—Ir
[MAURO]La manera que mi boca se apropia de la suya podría describirse como vehemente no me cohíbo ni ella tampoco. Sus manos están en mi nuca mientras que las mías ya aprisionan su cintura provocando que su cuerpo y el mío entren en contacto de tal manera que las ganas queden en evidencia. Hago una leve pausa con la única intención de morder su lóbulo y un leve quejido se escapa de su garganta cuando su espalda choca con la pared de está habitación —Mauro… lo tenemos prohibido…— Murmura entre dientes obligando a que la mire.Sé perfectamente de lo que habla, es uno de los puntos del acuerdo al que ambos hemos accedido cuando iniciamos con toda está situación, eso sin contar que involucrar los sentimientos podría representar el fracaso de todo esto —No tienen porque enterarse… te mueres de ganas de cruzar la línea y yo tambi&ea
[DANNA]Estoy sentada entre sus piernas en esta bañera donde el agua caliente nos cubre junto a la espuma y él no deja de pasear sus manos por mis brazos y piernas —¿En que piensas? — Me pregunta rompiendo el silencio.—En que las consecuencias de lo que acaba de ocurrir pueden ser muy graves— Confieso y siento sus dedos moviendo mi cabello a un lado para después besar mi cuello con ternura.—Solo tenemos que mantenerlo en silencio, si ellos no se enteran no habrá problemas— Expresa con esa calma que a veces contradice todo lo que él es.—Vamos a tener que tener cuidado, hay sitios donde cualquier gesto queda prohibido, ya sabes que tienen acceso a todas las cámaras que ellos quieran——Danna— Me interrumpe y sujeta mi rostro para que gire un poco y lo mire —Ya armaremos un plan, pero dime, ¿Qué ha significado esto para ti
[MAURO]Pensando en las diferentes posibilidades de quien haya podido venir a nuestra casa, abro la puerta y para mi sorpresa me encuentro a mi hermano Martín, su cabello rizado color dorado se oculta bajo una gorra y sus ojos azules se ven tristes —Hola, ¿Qué haces aquí? — Pregunto un poco confundido mientras que abro más la puerta para que él entre.—Discutí con papá, no podía quedarme en casa está noche— Explica y de pronto Danna se acerca a nosotros.—Martín, bienvenido, no te esperaba— Lo saluda y termina de acortar toda la distancia para saludarlo con dos besos.—Siento mucho venir sin avisar, le decía a Mauro que discutí con papá y que no podía quedarme en casa está noche, ¿les molesta si me quedo con ustedes? — Nos pregunta está vez a los dos y de inmediato mi mirada de cruza
[DANNA]No me agrada en lo más absoluto haberme convertido en esta mujer tan desconfiada que soy ahora, pero quiero pensar que después de todo lo que ha ocurrido a mi alrededor, es lo más normal del mundo. La cena con mi supuesto cuñado ha transcurrido de una manera bastante tranquila, ni él nos ha hecho preguntas extrañas, ni nosotros hemos hablado más de la cuenta. Mauro y yo nos hemos acostumbrado demasiado a la famosa frase “menos, es más.” Si Martin nos contaba algo de la discusión que tenia con su padre, nosotros respondíamos con una frase simple que no dejara ver que ninguno de los dos soportamos a Francisco, y es que eso sería simplemente contrariar todo lo que hemos trabajado durante estos meses. Si nos pedía un consejo, intentábamos que fuese algo neutral y que no hiciera que Martín se pusiera más en contra de su padre.La verdad es que no sabe
[MAURO]Si ella es mía o yo soy suyo todavía sigue siendo un gran enigma. La única certeza que tengo en estos momentos es que estar en ella se está convirtiendo en una especie de droga, y como toda droga, sus efectos pueden ser dañinos, pero eso ya no me importa, me rehusó a no poder sentirla así, a no tener está hermosa sensación de que mi corazón se saldrá del pecho, de que su mirada azul no se cruce con la mía como lo hace ahora, y mucho menos a no volver a sentir sus uñas arañándome la otra mientras que callamos nuestros gemidos en un beso de esos que son perfectos cuando nuestros cuerpos se rinden a la pasión.Sonreímos cómplices y con cuidado salgo de ella para caer desplomado a su lado en esta inmensa cama que se ha convertido en un nuevo espacio que compartimos los dos. Estamos agitados, ninguno de los dos dice nada, y ella simplemente s
[DANNA]Al día siguiente: 17 de mayo—¿Es aquí? — Me pregunta cuando estamos estacionados frente a una joyería.Miro la dirección una vez más y asiento —Es la dirección que nos envió— Respondo y al igual que él, estoy bastante confundida.—Bueno, pues vamos antes de que se nos haga tarde— Sugiere y se baja del auto para después venir de mi lado del auto y abrirme la puerta para ayudarme a bajar.—Gracias caballero— Le digo sonriente y hace un gesto muy peculiar que me contagia su sonrisa.—De nada, y mejor entremos porque tengo muchas ganas de besarte y no puedo aquí— Murmura y asiento.—Vamos— Es lo único que me limito a responderle y caminamos hacia la entrada de la imponente joyerías ubicada en una de las mejores zonas de South Beach.Siguiendo con su caballerosida
[MAURO]—¿Ves a alguien? — Me pregunta cuando ya estoy llegando a la empresa y volvemos a mirar por el espejo retrovisor del auto.—Ya no, pero ¿Quién es ese tipo? No lo conozco— Me pregunto y detengo el auto en la entrada de coches para que el empleado del valet estacione el coche.—Evidentemente no conocemos a todos los empleados de nuestros padres, pero ya hemos escuchado a J.K. debemos tener cuidado— Me recuerda y tal y como siempre lo hacemos, bajo del auto primero para después ir a su puerta, abrirla y ayudarle a bajar.—Mi amor— Digo ofreciéndole mi brazo para que caminemos juntos y en estos instantes ya no hay falsedad en este gesto tan simple.Lentamente comenzamos a caminar hacia la entrada del exuberante edificio de 35 pisos que conforman la oficina corporativa de los hoteles, y apenas pongo un pie en el lobby, todos los empleados que se encuentran all&iac