Vittorio Gotti estaba en el acto, rodeado de gente importante y aburrido de las conversaciones vacías sobre negocios e inutilidad. Su mirada se clavó en Vivienne en cuanto entró en la sala junto a Anna. Fue como si el mundo entero se ralentizara y su presencia se convirtiera en el único punto focal de la multitud.
Se quedó hipnotizado cuando vio entrar a Vivienne con aquel vestido rojo, derrochando sensualidad y belleza allá por donde pasaba. Sus ojos no podían apartar la vista de aquella figura exuberante y cautivadora que desfilaba con tanta seguridad. Su corazón se aceleró y sintió una conexión instantánea, como si el destino hubiera cruzado sus caminos en aquel momento.
Marco notó el cambio en el semblante de Vittorio y esbozó una pequeña sonrisa maliciosa. Conocía muy bien a su amigo y sabía que aquella mirada significaba problemas, sobre todo cuando se trataba de mujeres tan bellas como aquella.
- Parece que has encontrado algo interesante con lo que disfrutar, ¿verdad? - se burló Marco discretamente.
Vittorio no contestó, sólo mantuvo la mirada fija en Vivienne mientras se acercaba a la mesa principal donde estaba el expositor de vinos. Sus labios se curvaron en una sonrisa encantadora y se acercó con toda su elegancia italiana.
Anna se percató de la insistente mirada de Vittorio hacia su amiga y sonrió con picardía, dando un ligero codazo a Vivienne. Vivienne enarcó una ceja, cuestionando la sonrisa de su amiga, pero Anna se limitó a asentir en dirección a Vittorio.
Él, por su parte, no perdió el tiempo. Con una confianza inquebrantable, se acercó a las dos mujeres, saludándolas con una sonrisa cautivadora.
Vittorio era alto, moreno y de mirada penetrante. Llevaba traje burdeos y corbata, el pelo liso enmarcaba su rostro y lucía una barba sin recortar.
- Buenas noches, señoras. Perdonen la intromisión, pero no he podido dejar de notar la incomparable brillantez que han traído a este evento. Soy Vittorio Gotti, y es un placer conocerlas. - Habló cogiendo la mano de Viv y besándola suavemente. - Este es mi socio y amigo, Marco Bellagio. - Se presentó, extendiendo después la mano para saludar a Anna. - Nos hemos enterado de que os habían invitado a cenar y he pensado que sería una gran oportunidad para conocer a dos hermosas mujeres.
Vivienne mantuvo la compostura, a pesar del seductor cumplido, y estrechó con firmeza la mano de Vittorio.
- Vivienne, y ella es Annabelle. Es un placer, señor Gotti. - Respondió con una sonrisa cortés, pero guardando cierta distancia y sin pronunciar sus apellidos.
Anna, por su parte, no perdió la oportunidad de mostrar su entusiasmo e interés.
- El famoso Vittorio Gotti, el magnate del vino, ¿verdad? - comentó, revolviéndose el pelo con curiosidad.
Vittorio rió suavemente, cautivado por la personalidad extrovertida de Anna.
- La fama es un poco exagerada, pero sí, tengo unas cuantas bodegas y aprecio el buen vino. - respondió, con un toque de modestia.
- ¿Qué te trae a Montecarlo? - preguntó Marco, tendiéndole a Anna un vaso de vino mientras Vittorio le traía uno a Viv.
- Estamos de luna de miel. - respondió Anna divertida.
Los hombres se miraron inseguros.
- ¿Luna de miel? - preguntó Marco con curiosidad.
- No somos pareja. - Viv lo aclaró enseguida. - Es una broma nuestra. - replicó, mirando a Anna con reproche.
La rubia olisqueó la bebida que le habían dado y luego dio un sorbo suave mientras mil recuerdos acudían a su mente, entristeciéndola.
- ¿Qué le pasa? ¿El vino no es de tu agrado? - preguntó preocupado Vittorio.
Viv suspiró, dando otro sorbo a su bebida.
- Sólo son recuerdos. - respondió ella, sonriendo débilmente. - Solía ir a eventos como este con mi abuelo.
- Así que era enólogo, supongo. - preguntó interesado.
- No, sólo disfruté de un buen vino. - Ella respondió. - Especialmente de tu marca.
- Me alegra oírlo, princesa. - Dijo, brindando por ella.
- ¿Y cuál es tu favorito? - preguntó interesado.
Pero Vivienne sólo sonrió, acercándose sutilmente a él mientras le susurraba cerca del oído.
- Es un secreto que tendrás que desentrañar. - Susurró, aspirando su aroma amaderado.
Vittorio cerró los ojos mientras aspiraba su perfume tan cerca, el aroma de fresas y lilas tan presente que parecía grabado en su memoria.
Dudaba que en algún momento de su vida pudiera olvidar aquel perfume.
Cuando volvió a abrir los ojos, Vivienne ya no estaba allí. Vio el vaporoso vestido rojo cruzando el vestíbulo en medio de la gente.
Mirando a su alrededor, Marco y Anna charlaban distraídamente, ajenos a su presencia.
Dejó el vaso a un lado y siguió a Viv por el salón mientras ella se dirigía a la mesa de la fruta, cogía una fresa y se la llevaba a los labios carnosos y rojos.
No pudo evitar sentirse provocado por la escena, y respiró hondo mientras se acercaba.
- Me gustaría que cenaras conmigo. - Dijo mientras se detenía detrás de ella, tocándole la espalda con la mano plana.
Le miró por encima del hombro, chupándose el jugo del dedo.
- ¿Y por qué debería aceptar? - Preguntó mientras le miraba fijamente, iniciando aquel juego de burlas.
- Mira a tu alrededor. - Le preguntó y ella lo hizo con curiosidad.
- Soy la única persona con la que merece la pena estar en compañía aquí. - Él respondió. - Y tú eres mi único interés genuino.
La mujer le tomó la cara entre las manos, acariciándole suavemente la barba.
- ¿Y quién dice que me interesa? - preguntó desafiante.
- Nadie, pero puedo hacer que te quedes si cenas conmigo. - Insistió.
Viv miró fijamente a Vittorio durante unos segundos mientras él levantaba el brazo para que se apoyara en él.
Finalmente, se dio cuenta de que había ganado cuando le cogió del brazo y la condujo a una de las mesas.
Le acercó una silla y se sentó a su lado. Sirvieron nuevas copas de vino y Vittorio la observó beber con satisfacción.
- Así que, Signore Gotti, hábleme de usted. - Preguntó, cruzando sus largas piernas bajo la mesa.
- ¿Qué desea saber, Principessa?
- Empecemos por lo básico. ¿Cuántos años tienes, de qué parte de Italia eres, qué haces en Montecarlo? - Empezó con las preguntas.
- Claro, claro. Tengo treinta años, soy de la Toscana, como todo buen bodeguero, y estoy aquí por negocios, que por cierto he cerrado esta tarde. - Respondió con prontitud.
- ¿Así que te vas pronto? - preguntó interesada.
- Bueno, eso depende. - respondió, dando un sorbo a su vino.
- ¿De qué? - preguntó Viv con curiosidad.
- De ti. - replicó, arrancándole una carcajada y riendo con ella.
- ¿Yo? Ah signore Gotti, no me interesa nada más que un buen vino... - Levantó su copa. - Buena comida y una playa mediterránea.
- Y me interesa todo esto contigo. - Respondió, jugando.
- Ni siquiera me conoces. - Respondió con calma.
- Sé lo suficiente. - Contestó Vittorio. - Es una mujer intensa, le gusta el buen vino, tiene el valor y la elegancia de pasearse con ese vestido tan provocativo y probablemente esté herida por alguien, por eso ha venido aquí.
Viv lo miró fijamente, entrecerrando suavemente sus ojos azules.
- Ahora dime, Vivienne, ¿quién eres? - Me preguntó.
- Me llamo Vivienne, soy abogada, tengo veinticinco años y estoy de luna de miel. - Respondió ella con suavidad en la voz.
- ¿Y qué te apetece ahora? - preguntó interesado.
- Para saltarse la cena y saborear una buena tarta de limón. - Preguntó sonriendo como una niña traviesa.
Vittorio asintió y llamó a un camarero, susurrándole algo al oído, que se marchó.
Unos minutos más tarde, el camarero volvió a la mesa con una generosa porción de tarta de limón, sorprendiendo a la rubia allí sentada.
- ¿Es eso lo que querías? - preguntó interesado.
- Por Dios, ¡sí! - respondió ella, tomando el primer bocado.
Cuando sintió la mezcla de sabores, Viv gimió de satisfacción y Vittorio se dio cuenta de que ése era su nuevo sonido favorito.
Anna y Marco ni siquiera se permitieron el lujo de cenar con ellos, ya que desaparecieron de la fiesta justo después de que Vivienne se sentara a la mesa con Vittorio. Sólo recibió un mensaje en su móvil diciendo que estaba bien y una foto de ella bebiendo con Marco.Viv movió la cabeza negativamente mientras se reía, terminando el último trozo de tarta de limón.- ¿Hay algún problema? - preguntó con curiosidad y llamó al camarero.Viv le enseñó la foto y Vittorio se echó a reír.- Creo que nos han abandonado. - Dijo mientras se encogía de hombros. - ¿Quieres otro trozo?- ¿Intentas sobornarme con dulces? - preguntó divertida, apoyando los brazos en la mesa y observándole.- Bueno, tal vez. ¿Y si te pidiera algo a cambio? - preguntó con aquella sonrisa traviesa. - ¿Bailar conmigo?La mujer rió al escucharle, viendo que le tendía la mano. Viv cogió la mano de Vittorio y se levantó, siendo guiada por él hacia la pista de baile, donde había algunas parejas.Le tocó suavemente la espalda,
Cuando los labios de Vittorio se movieron en un ardiente beso, Vivienne se sintió completamente envuelta por el momento. Sus manos recorrieron la espalda de él, sintiendo la fuerza y la pasión que emanaban de su tacto. Era como si todos sus sentidos estuvieran en sintonía, conectándolos de una forma que nunca antes había experimentado.El ascensor parecía suspendido en el tiempo, y se entregaron a aquel momento de pura intensidad. Vivienne ya no podía resistirse al deseo floreciente, a pesar del poco tiempo que llevaba conociendo a Vittorio. Todo parecía tan natural y correcto.Cuando por fin se separaron para recuperar el aliento, sus miradas se encontraron en mutua comprensión. Sin decir palabra, compartieron la misma sensación sobrecogedora que les unía en aquel momento.- Llévame a tu habitación. - le pidió Viv, rozando sus labios con los de él mientras él seguía abrazándola.La miró fijamente, con sus ojos color whisky clavados en los suyos, buscando en ellos cualquier atisbo de
Cuando estuvo satisfecho, Vittorio sonrió mientras levantaba la cara de entre sus piernas, reptando por el cuerpo de Vivienne mientras rozaba con sus labios húmedos su piel perfumada y ligeramente bronceada, llegando a sus pechos y chupándolos, prestándoles la debida atención, jugando con sus pezones hasta que estuvieron rojos y duros.Volvió a besarla, los sabores de ambos se mezclaron en el húmedo beso mientras acercaba su miembro al coño de Vivienne y la penetraba profundamente, haciendo que la rubia gritara de placer.La penetró con fuerza y ella se aferró a él, clavándole las uñas en la espalda. El hombre la folló con deseo, con el deseo que había sentido desde el primer momento en que la vio tumbada en la playa.Levantando una de sus piernas, la giró sobre la cama, poniéndola a cuatro patas y penetrándola de nuevo. Viv se arqueó hacia él, sintiendo cómo la llenaba por completo mientras la sujetaba por el cuello y la penetraba profundamente, arrancándole todos sus gemidos. Rodó s
Vivienne se despertó a la mañana siguiente con los rayos de sol que entraban por la ventana del paseo marítimo.Los mechones rubios se le echaron sobre la cara y sólo el trasero y los muslos quedaron cubiertos por la sábana, haciéndole ver que estaba desnuda. Poco a poco, recordó lo de anoche y una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios.Se dio la vuelta en la cama, pero no encontró a Vittorio a su lado. Pero sí encontró a su lado un enorme ramo de rosas rojas.La rubia no pudo evitar sonreír, arrastrándose entre las sábanas para oler las flores.Sin embargo, oyó el ruido de la ducha al abrirse, así como su teléfono móvil sonando insistentemente.- Hola. - dijo al contestar, sin mirar realmente a la persona que llamaba.- Dios mío, Viv. Llevo horas llamándote. - dijo Anna al otro lado de la línea. - ¿Dónde te habías metido?- ¿En qué me he metido? - preguntó Vivienne con incredulidad. - Anoche me dejaste sola en la cena, ¿recuerdas?Anna se calló, dándose cuenta de su error.-
En cuanto entró en la habitación, Anna la acribilló a preguntas mientras Viv iba al armario a buscar un bikini.- ¿Dónde estabais? ¿Y por qué dijo Marco que íbamos a dar un paseo en lancha rápida? - preguntó Anna con curiosidad, siguiéndola por la habitación.- Vittorio nos llamó para dar un paseo, eso es todo. - replicó Vivienne, tratando de disimular.- ¡Zorra! - Anna gritó de risa cuando Vivienne se quitó el vestido y vio las marcas del chupetón en su trasero. - ¡Te has acostado con él!Vivienne se encogió de hombros, cogió un bikini y se lo puso lentamente.- En realidad, dormir fue lo último que hicimos. - Se rió mientras Anna se abrochaba la parte de arriba del bikini.- Vivienne St James, ¡eres una zorra! - dijo, estallando en carcajadas. - ¿Estuvo bien?- Ha sido maravilloso, Anna. - respondió Viv, con los ojos azules brillantes. - Nunca en mi vida había pasado una velada tan intensa y placentera.- ¿Ni siquiera con Matthew? - preguntó Anna con curiosidad y Viv se echó a reír.
Los días con Vittorio fueron espectaculares. Vivienne no tuvo que hablar de su vida, de las expectativas de su familia respecto a su herencia e incluso consiguió olvidarse de Matthew y de lo que le esperaba cuando regresara a Nueva York.A veces, Viv se preguntaba cómo serían las cosas en Nueva York y, sobre todo, cómo sería su matrimonio si no hubiera descubierto la traición de Matthew.Viv estaba en Niza con Anna, Marco y Vittorio.Se habían alojado en un hotel frente al mar de la ciudad, y cada mañana Vittorio la despertaba con flores y la mimaba a diario.Esa noche la había invitado a cenar a un restaurante.Vittorio estaba en la ducha mientras Vivienne terminaba de arreglarse. Había elegido un conjunto de tweed rosa, compuesto por falda y americana, con un top blanco debajo.Llevaba el pelo suelto por los hombros y estaba terminando de maquillarse cuando, a su lado, empezó a sonar su teléfono con un número desconocido.- ¿Hola? - dijo Viv, terminando de pintarse los labios.- Viv
Vivienne se despierta sobresaltada, sintiendo el fuerte apretón del brazo de Vittorio alrededor de su cuerpo.Sorprendida, se llevó la mano a la boca para ocultar el sollozo de sorpresa. Conocía a Vittorio. Lo conocía desde que tenía seis años, cuando lo salvó.El corazón se te acelera en el pecho, intentando procesar todas las imágenes del sueño.Era un recuerdo que Viv no tenía desde hacía más de veinte años.Y ahora, veinte años después, estaba allí, tumbada en la misma cama con el chico al que había salvado.Inquieta, observó cómo Vittorio dormía mientras le rodeaba la cintura con los brazos y la atraía hacia sí. Viv volvió a tumbarse, intentando conciliar el sueño sin mucho éxito aquella noche, sobre todo cuando el mismo sueño se repetía una y otra vez en su mente.Cuando se despierta, Vittorio ya no está en la cama.Como de costumbre, le tienden un ramo de rosas rojas, esta vez con una nota.Principessa,Tuve que irme para arreglar unos asuntos con Marco. Volveré lo antes posibl
En cuanto llegaron a Nueva York, Anna se fue directa a casa en taxi y Vivienne hizo lo mismo.El piso del Upper East Side era suyo y esperaba que Matthew hubiera tenido la decencia de entregar las llaves a sus padres cuando se marchara.Cuando llegó al edificio, el portero la esperaba con la puerta abierta y una sonrisa.- Buenos días, señorita St James. - Buenos días, Davis. - Le saludó, pasando a su lado mientras arrastraba la maleta hacia el ascensor.El hombre se apresuraba hacia ella y ella pudo ver su expresión aprensiva, pero la puerta del ascensor se cerró antes de que pudiera decir nada.Su abuelo le había regalado aquel piso cuando cumplió dieciocho años, pero antes había pertenecido a iconos americanos como Arthur Miller y Marilyn Monroe.A Viv le encantaba aquel piso.Cuando abrió la puerta, todo estaba exactamente como lo había dejado unos días antes. Matthew y ella vivían allí hasta que encontraran la residencia perfecta en la ciudad para ellos, pero seguía siendo su c