Anna y Marco ni siquiera se permitieron el lujo de cenar con ellos, ya que desaparecieron de la fiesta justo después de que Vivienne se sentara a la mesa con Vittorio. Sólo recibió un mensaje en su móvil diciendo que estaba bien y una foto de ella bebiendo con Marco.
Viv movió la cabeza negativamente mientras se reía, terminando el último trozo de tarta de limón.
- ¿Hay algún problema? - preguntó con curiosidad y llamó al camarero.
Viv le enseñó la foto y Vittorio se echó a reír.
- Creo que nos han abandonado. - Dijo mientras se encogía de hombros. - ¿Quieres otro trozo?
- ¿Intentas sobornarme con dulces? - preguntó divertida, apoyando los brazos en la mesa y observándole.
- Bueno, tal vez. ¿Y si te pidiera algo a cambio? - preguntó con aquella sonrisa traviesa. - ¿Bailar conmigo?
La mujer rió al escucharle, viendo que le tendía la mano. Viv cogió la mano de Vittorio y se levantó, siendo guiada por él hacia la pista de baile, donde había algunas parejas.
Le tocó suavemente la espalda, su cálida mano la ablandó. La rubia apoyó la mano en el hombro de él y pronto fue conducida a un suave vals que estaba finalizando.
La siguiente canción fue más firme, y Vivienne enarcó una ceja mirando a Vittorio.
- ¿Un tango? - Preguntó ella.
- Podemos salir si quieres. - respondió él, cogiéndole la mano.
- Sólo si tienes miedo de afrontarlo. - replicó ella desafiante, viéndole sonreír triunfante mientras daba un paso atrás y se quitaba el traje, dejándose solo la camisa, que abrió unos botones.
Viv lo miró fijamente, la gente se apartaba de la pista de baile para observarlos. Arrastró los pies por el suelo con pasos suaves, viendo cómo Vittorio se acercaba lentamente a ella mientras ella le llamaba con el dedo índice.
Cuando se detuvo frente a ella, Vivienne le tocó el pecho con la mano y sintió que el corazón le latía deprisa. Él le apartó la mano y luego la sostuvo mientras envolvía su cuerpo alrededor del de ella y empezaba a bailar. Dándole vueltas, la sujetó por la cintura mientras ella arrastraba la pierna por el suelo de forma sexy, manteniendo el contacto visual con él.
Tiró de ella hacia arriba, cogiéndole una de las manos en alto y dándole la vuelta mientras la dejaba boca arriba. Vitto le pegó la espalda al pecho y, lentamente, deslizó los dedos en una suave caricia por el brazo de Vivienne mientras ella inclinaba la cabeza hacia un lado, dejando el cuello libre para él, que rozó su piel con los labios mientras se burlaba de ella.
Deslizó la mano por el costado de su cuerpo, llegando a su cintura y girándola hasta que quedó frente a él y apoyó la frente en la pantalla.
Ella lanzó su pierna sobre el muslo de él, levantándolo mientras él giraba con ella. La escena captó la atención de todos los que la observaban excitados.
Viv echó el cuerpo hacia atrás y Vittorio deslizó la mano por su pecho hasta llegar al cuello, tirando de ella hacia arriba.
Intercambiaron las piernas, sus cuerpos se apretaron mientras la música alcanzaba su punto álgido de intensidad. Vivienne lo miraba, jadeante, con la piel sutilmente bañada en sudor.
Vittorio la arrojó lejos y ella se puso a dar vueltas. Luego fue tras ella, agarrándola firmemente por los brazos y arrastrándola de puntillas. La levantó del suelo, sujetándola por los muslos mientras Viv se colgaba de su hombro y se deslizaba por su cuerpo masculino, frotando su feminidad contra su pecho, con la pierna levantada y apoyada en su hombro.
Cuando terminó la canción, Viv estaba pegada a él, con la respiración jadeante y el pecho subiendo y bajando.
Sus labios rojos se acercaron a los de él y Vittorio rozó los suyos, con sus ojos color whisky fijos en los azules de la americana.
Respiró hondo, sostenida por sus firmes manos y sintiendo que su nariz y su frente tocaban las de él. Era como si Vittorio pudiera desentrañarla con una sola mirada, con un simple gesto, derribando todas las barreras que durante tantos años había luchado por erigir. Una barrera que ni siquiera Matthew había conseguido derribar. Y en aquel momento, entre sus brazos, no recordaba ningún momento en el que se hubiera sentido tan unida a él como en aquellos pocos minutos con Vittorio.
Se quedaron unos segundos mirándose fijamente cuando, de fondo, oyeron que se rompían los aplausos y Vivienne se dio la vuelta, mirando sin comprender a la gente que se había acercado a saludarles.
- Creo que ya es hora. - Dijo mirando a Vittorio que seguía cogiendo una de sus manos. - Ha sido un placer conocerle, señor Gotti.
Volvió a llevarse la mano a los labios en un beso. - Llámame Vitto. - le preguntó encantadoramente.
- Vitto. - Dijo sonriéndole. - Buenas noches. - Y se marchó.
Vivienne se dirigió hacia la salida del salón, sintiendo que el corazón se le aceleraba en el pecho mientras intentaba respirar. El calor de sus labios, aunque sólo rozaran los suyos, seguía allí y ella se sentía febril de deseo.
Se dirigió al ascensor, pero cuando éste abrió las puertas e intentó entrar, sintió que una mano la agarraba con fuerza del brazo.
En cuanto Vittorio vio que Vivienne se alejaba a toda prisa, se separó de todos los que habían venido a hablar con él. Caminó deprisa, casi corriendo cuando llegó al ascensor y la agarró.
- Espera un momento. - preguntó Vittorio, entrando en el ascensor con ella.
- ¿Qué le pasa? - preguntó ella, con su intensa mirada clavada en ella mientras se acercaba aún más, dejándola temblorosa.
- Necesito esto. - Susurró.
La agarró por la nuca y tiró de ella hacia él cuando las puertas del ascensor se cerraron y se quedaron solos.
Sus labios se pegaron a los de ella, besándola con intensidad y una pasión desenfrenada que hizo que el pecho de Viv palpitara sin aliento. La forma en que la tomó entre sus brazos, abrazándola como si fuera una necesidad, hizo que se rindiera de inmediato. Su lengua buscando la suya, el calor de su cuerpo masculino que la colocó contra la pared del ascensor.
Viv aún no lo sabía, pero estaba irrefutablemente enamorada de él.
Cuando los labios de Vittorio se movieron en un ardiente beso, Vivienne se sintió completamente envuelta por el momento. Sus manos recorrieron la espalda de él, sintiendo la fuerza y la pasión que emanaban de su tacto. Era como si todos sus sentidos estuvieran en sintonía, conectándolos de una forma que nunca antes había experimentado.El ascensor parecía suspendido en el tiempo, y se entregaron a aquel momento de pura intensidad. Vivienne ya no podía resistirse al deseo floreciente, a pesar del poco tiempo que llevaba conociendo a Vittorio. Todo parecía tan natural y correcto.Cuando por fin se separaron para recuperar el aliento, sus miradas se encontraron en mutua comprensión. Sin decir palabra, compartieron la misma sensación sobrecogedora que les unía en aquel momento.- Llévame a tu habitación. - le pidió Viv, rozando sus labios con los de él mientras él seguía abrazándola.La miró fijamente, con sus ojos color whisky clavados en los suyos, buscando en ellos cualquier atisbo de
Cuando estuvo satisfecho, Vittorio sonrió mientras levantaba la cara de entre sus piernas, reptando por el cuerpo de Vivienne mientras rozaba con sus labios húmedos su piel perfumada y ligeramente bronceada, llegando a sus pechos y chupándolos, prestándoles la debida atención, jugando con sus pezones hasta que estuvieron rojos y duros.Volvió a besarla, los sabores de ambos se mezclaron en el húmedo beso mientras acercaba su miembro al coño de Vivienne y la penetraba profundamente, haciendo que la rubia gritara de placer.La penetró con fuerza y ella se aferró a él, clavándole las uñas en la espalda. El hombre la folló con deseo, con el deseo que había sentido desde el primer momento en que la vio tumbada en la playa.Levantando una de sus piernas, la giró sobre la cama, poniéndola a cuatro patas y penetrándola de nuevo. Viv se arqueó hacia él, sintiendo cómo la llenaba por completo mientras la sujetaba por el cuello y la penetraba profundamente, arrancándole todos sus gemidos. Rodó s
Vivienne se despertó a la mañana siguiente con los rayos de sol que entraban por la ventana del paseo marítimo.Los mechones rubios se le echaron sobre la cara y sólo el trasero y los muslos quedaron cubiertos por la sábana, haciéndole ver que estaba desnuda. Poco a poco, recordó lo de anoche y una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios.Se dio la vuelta en la cama, pero no encontró a Vittorio a su lado. Pero sí encontró a su lado un enorme ramo de rosas rojas.La rubia no pudo evitar sonreír, arrastrándose entre las sábanas para oler las flores.Sin embargo, oyó el ruido de la ducha al abrirse, así como su teléfono móvil sonando insistentemente.- Hola. - dijo al contestar, sin mirar realmente a la persona que llamaba.- Dios mío, Viv. Llevo horas llamándote. - dijo Anna al otro lado de la línea. - ¿Dónde te habías metido?- ¿En qué me he metido? - preguntó Vivienne con incredulidad. - Anoche me dejaste sola en la cena, ¿recuerdas?Anna se calló, dándose cuenta de su error.-
En cuanto entró en la habitación, Anna la acribilló a preguntas mientras Viv iba al armario a buscar un bikini.- ¿Dónde estabais? ¿Y por qué dijo Marco que íbamos a dar un paseo en lancha rápida? - preguntó Anna con curiosidad, siguiéndola por la habitación.- Vittorio nos llamó para dar un paseo, eso es todo. - replicó Vivienne, tratando de disimular.- ¡Zorra! - Anna gritó de risa cuando Vivienne se quitó el vestido y vio las marcas del chupetón en su trasero. - ¡Te has acostado con él!Vivienne se encogió de hombros, cogió un bikini y se lo puso lentamente.- En realidad, dormir fue lo último que hicimos. - Se rió mientras Anna se abrochaba la parte de arriba del bikini.- Vivienne St James, ¡eres una zorra! - dijo, estallando en carcajadas. - ¿Estuvo bien?- Ha sido maravilloso, Anna. - respondió Viv, con los ojos azules brillantes. - Nunca en mi vida había pasado una velada tan intensa y placentera.- ¿Ni siquiera con Matthew? - preguntó Anna con curiosidad y Viv se echó a reír.
Los días con Vittorio fueron espectaculares. Vivienne no tuvo que hablar de su vida, de las expectativas de su familia respecto a su herencia e incluso consiguió olvidarse de Matthew y de lo que le esperaba cuando regresara a Nueva York.A veces, Viv se preguntaba cómo serían las cosas en Nueva York y, sobre todo, cómo sería su matrimonio si no hubiera descubierto la traición de Matthew.Viv estaba en Niza con Anna, Marco y Vittorio.Se habían alojado en un hotel frente al mar de la ciudad, y cada mañana Vittorio la despertaba con flores y la mimaba a diario.Esa noche la había invitado a cenar a un restaurante.Vittorio estaba en la ducha mientras Vivienne terminaba de arreglarse. Había elegido un conjunto de tweed rosa, compuesto por falda y americana, con un top blanco debajo.Llevaba el pelo suelto por los hombros y estaba terminando de maquillarse cuando, a su lado, empezó a sonar su teléfono con un número desconocido.- ¿Hola? - dijo Viv, terminando de pintarse los labios.- Viv
Vivienne se despierta sobresaltada, sintiendo el fuerte apretón del brazo de Vittorio alrededor de su cuerpo.Sorprendida, se llevó la mano a la boca para ocultar el sollozo de sorpresa. Conocía a Vittorio. Lo conocía desde que tenía seis años, cuando lo salvó.El corazón se te acelera en el pecho, intentando procesar todas las imágenes del sueño.Era un recuerdo que Viv no tenía desde hacía más de veinte años.Y ahora, veinte años después, estaba allí, tumbada en la misma cama con el chico al que había salvado.Inquieta, observó cómo Vittorio dormía mientras le rodeaba la cintura con los brazos y la atraía hacia sí. Viv volvió a tumbarse, intentando conciliar el sueño sin mucho éxito aquella noche, sobre todo cuando el mismo sueño se repetía una y otra vez en su mente.Cuando se despierta, Vittorio ya no está en la cama.Como de costumbre, le tienden un ramo de rosas rojas, esta vez con una nota.Principessa,Tuve que irme para arreglar unos asuntos con Marco. Volveré lo antes posibl
En cuanto llegaron a Nueva York, Anna se fue directa a casa en taxi y Vivienne hizo lo mismo.El piso del Upper East Side era suyo y esperaba que Matthew hubiera tenido la decencia de entregar las llaves a sus padres cuando se marchara.Cuando llegó al edificio, el portero la esperaba con la puerta abierta y una sonrisa.- Buenos días, señorita St James. - Buenos días, Davis. - Le saludó, pasando a su lado mientras arrastraba la maleta hacia el ascensor.El hombre se apresuraba hacia ella y ella pudo ver su expresión aprensiva, pero la puerta del ascensor se cerró antes de que pudiera decir nada.Su abuelo le había regalado aquel piso cuando cumplió dieciocho años, pero antes había pertenecido a iconos americanos como Arthur Miller y Marilyn Monroe.A Viv le encantaba aquel piso.Cuando abrió la puerta, todo estaba exactamente como lo había dejado unos días antes. Matthew y ella vivían allí hasta que encontraran la residencia perfecta en la ciudad para ellos, pero seguía siendo su c
Vittorio Gotti.Vivienne permanecía en sus pensamientos todos los días, todo el tiempo.El tiempo que pasaban juntos hacía que Vittorio se hartara de ella. Se despertaba y se dormía con el aroma de su cabello dorado y su piel suave. La necesidad de tocarla lo volvía loco y, maldita sea, aquella boca y aquella sonrisa tenían el poder de desequilibrarlo tan fácilmente.Pero ella se fue y sólo dejó una carta.La leyó en cuanto la encontró, y probablemente la releyó varias veces. Sabía, por supuesto, que en algún momento ella lo dejaría de la misma forma en que llegó a su vida, de repente. Sólo esperaba pasar más tiempo con ella.Ese mismo día, Vittorio y Marco regresaron a Castiglione della Pescaia, su ciudad natal y sede de la bodega principal de su familia. Y también la casa de su madre.- No has renunciado a encontrarla, ¿verdad? - le pregunta Marco, mirándole por encima de sus gafas de sol.El coche los lleva a la residencia de los Gotti mientras Vittorio mira por la ventanilla hacia