Viv y Anna se instalaron en la misma habitación del hotel. La habitación había sido originalmente para el señor y la señora von Allsburg, pero como la boda se había ido al garete, las dos optaron por compartirla y disfrutar de su luna de miel. Llegaron por la mañana y Viv quería disfrutar del mar de Liguria, del sol y de todo lo que su familia había pagado por su luna de miel.
Dejaron las maletas en la habitación, que tenía una hermosa vista del mar.
- Dios mío, ¡me muero de hambre! - dijo Anna mirando a Viv, que ya estaba abriendo su maleta y sacando un diminuto bikini blanco.
- Tomemos un café en la playa, así disfrutaremos del sol todo el día. - Contestó ella, y luego entró en el cuarto de baño.
Tras cambiarse de ropa, los dos bajaron a la piscina y se dirigieron a la playa reservada al hotel, dejando las maletas sobre la mesa y tumbándose en una de las tumbonas.
Anna pidió el desayuno para los dos y se lo sirvieron allí mismo, con todo lo que les correspondía.
Viv se quedó pensativa mirando el mar. El color del mar era casi hipnótico y le encantaba aquel tono azul tan limpio.
- Está en todas las páginas web, Viv. - dijo Anna, mostrándole el móvil. - ¡Las fotos de Matt son divertidísimas! - dijo riendo.
Vivienne miró rápidamente su móvil e hizo una mueca.
- Quiero preguntarte algo. - Dijo, mirando a Anna un poco más seriamente.
- Por supuesto, ¡cualquier cosa! - respondió Ana en tono de complicidad.
- No quiero que publiques nada sobre nuestro viaje en las redes sociales. - Preguntó Vivienne. - No quiero que nadie sepa dónde estamos. Quiero disfrutar de esta luna de miel en paz. Nada de fotos, ni siquiera de Matt ni de su familia.
Anna asintió con la cabeza.
- No hay problema. - Me contestó. - Pero, ¿podemos hacer fotos y conservarlas? Es un pecado no grabar este viaje.
Viv se limitó a reír, poniendo los ojos en blanco. Sabía lo adicta que era Annabelle Johnson a grabarlo todo y luego acabarían mirando aquellas fotos y recordando los buenos momentos que habían pasado juntas en aquel viaje.
Después de desayunar, Viv y Anna se metieron en el agua para disfrutar del cristalino y refrescante mar de Liguria. Nadaron, jugaron y se relajaron bajo el sol abrasador. Las olas eran suaves y acariciadoras, besando suavemente la arena. El tiempo parecía pasar lentamente, y las preocupaciones de la vida cotidiana parecían lejanas, dejándoles sólo el presente y aquella preciosa luna de miel.
Mientras se divertían en el mar, Vivienne se dio cuenta de que algunas personas se hacían selfies y colgaban fotos en las redes sociales. Sintió una mezcla de alivio y gratitud por haber pedido a Anna que no compartiera el viaje públicamente. La privacidad proporcionaba un ambiente más íntimo y relajado, permitiéndoles disfrutar del momento sin el peso de las miradas ajenas.
Tras unas horas en el agua, volvieron a la playa y se tumbaron en las tumbonas, disfrutando del calor del sol sobre sus pieles. Las miradas y sonrisas cómplices entre ellos demostraban lo especial que estaba siendo este viaje.
- Tienes razón, Anna. Es un pecado no hacer fotos para tenerlas de recuerdo. - Vivienne estuvo de acuerdo y sacó la cámara del bolso. - Hagamos algunas fotos, sólo para nosotras.
Anna sonrió entusiasmada y las dos empezaron a fotografiarse mutuamente, registrando sonrisas, risas y jugueteos. Annabelle, que era una fotógrafa de talento, captó momentos espontáneos de Viv, que parecía emanar una luz propia.
El día transcurrió en perfecta armonía. Almorzaron junto al mar, degustando deliciosos platos locales y disfrutando del entorno paradisíaco que ofrecía Mónaco.
Desde el balcón del hotel, Vittorio Gotti contemplaba el mar con un vaso de whisky en la mano junto a Marco, su mejor amigo y socio. Vittorio llevaba una camisa blanca con los botones abiertos, la piel bronceada por el sol y el pelo oscuro cayéndole por la espalda. Su pecho masculino estaba expuesto y cubierto de músculos definidos, y en su pecho izquierdo había un halcón con el ojo de Horus tatuado.
Observaba la playa desde lejos, fijándose en la figura rubia que fotografiaba su amigo, posando provocativamente. Las curvas de la chica llamaron la atención de Vittorio, que no podía dejar de mirarla, sobre todo cuando asomaba su redondo culo. Era alta, delgada, hermosa y su piel clara parecía brillar sobre el azul del mar.
- ¿Quién es ése? - preguntó Marco distraídamente, dando un sorbo a su bebida.
Marco miró hacia la playa, buscando lo que había atraído la atención de Vitto, y pronto encontró a las dos chicas en la playa.
- ¿Cuál de las dos? ¿La rubia o la morena? - preguntó Marco con curiosidad.
- La rubia. - Respondió.
- No tengo ni idea. - Marco respondió. - Pero sé que hoy se han quedado. Deben de estar de vacaciones.
- Pídele a uno de los chicos del hotel que les traiga una invitación. Quiero conocer a esa rubia. - respondió Vitto, sonriendo suavemente a Marco.
Su amigo movió la cabeza negativamente y luego llamó a uno de los chicos del hotel y le entregó dos invitaciones, señalando a las dos chicas de la playa.
Vivienne y Anna volvieron a las tumbonas cuando un camarero del hotel se acercó y se quedó esperando con una bandeja en la mano.
- ¿En qué puedo servirles? - preguntó Vivienne con curiosidad, fijándose en dos invitaciones que había en la bandeja.
- Son para las señoras. - Dijo el chico mientras sonreía. - Me pidieron que los entregara.
Viv la miró con desconfianza mientras Anna se adelantaba y cogía las invitaciones de la bandeja, leyéndolas detenidamente.
- Son invitaciones para una cena en el hotel. Parece ser de una marca de vino llamada Sassicaia. - Anna empezó a hablar, pero Viv la interrumpió.
- Bolgheri. - Y añadió. - Es uno de mis vinos favoritos. - Ella sonrió con suspicacia. - Iremos, gracias.
El chico se marchó y Viv miró a su alrededor para ver quién les había dado aquellas invitaciones. Sentía curiosidad, pero dudaba mucho de que fuera Matt quien les había dado las invitaciones; probablemente seguía en Nueva York y seguramente con la misma mujer con la que estaba cuando ella lo conoció.
Poco después regresaron al hotel y, tras descansar, tanto Viv como Anna comenzaron a prepararse.
Cuando llegaron al salón del hotel donde se celebraba el acto, Vivienne caminaba en silencio junto a Anna, pero era imposible no fijarse en ellas.
Anna llevaba un precioso vestido dorado de lentejuelas con un profundo escote y el pelo recogido.
Pero nada me llamó más la atención que Vivienne.
El vestido de seda roja tenía tirantes finos y un escote en pico que resaltaba sus pequeños pechos. La espalda desnuda dejaba ver sus curvas y la abertura le llegaba hasta las caderas.
Sus finos tacones negros resbalaban suavemente por el suelo y llevaba el pelo rubio recogido en una coleta. Desfilaba con la majestuosidad de una soberana, con un vestido vaporoso que dejaba al descubierto sus hermosas y largas piernas.
Era imposible no fijarse en ella y, sin duda, Vittorio había notado su magnética presencia.
Vittorio Gotti estaba en el acto, rodeado de gente importante y aburrido de las conversaciones vacías sobre negocios e inutilidad. Su mirada se clavó en Vivienne en cuanto entró en la sala junto a Anna. Fue como si el mundo entero se ralentizara y su presencia se convirtiera en el único punto focal de la multitud.Se quedó hipnotizado cuando vio entrar a Vivienne con aquel vestido rojo, derrochando sensualidad y belleza allá por donde pasaba. Sus ojos no podían apartar la vista de aquella figura exuberante y cautivadora que desfilaba con tanta seguridad. Su corazón se aceleró y sintió una conexión instantánea, como si el destino hubiera cruzado sus caminos en aquel momento.Marco notó el cambio en el semblante de Vittorio y esbozó una pequeña sonrisa maliciosa. Conocía muy bien a su amigo y sabía que aquella mirada significaba problemas, sobre todo cuando se trataba de mujeres tan bellas como aquella.- Parece que has encontrado algo interesante con lo que disfrutar, ¿verdad? - se bur
Anna y Marco ni siquiera se permitieron el lujo de cenar con ellos, ya que desaparecieron de la fiesta justo después de que Vivienne se sentara a la mesa con Vittorio. Sólo recibió un mensaje en su móvil diciendo que estaba bien y una foto de ella bebiendo con Marco.Viv movió la cabeza negativamente mientras se reía, terminando el último trozo de tarta de limón.- ¿Hay algún problema? - preguntó con curiosidad y llamó al camarero.Viv le enseñó la foto y Vittorio se echó a reír.- Creo que nos han abandonado. - Dijo mientras se encogía de hombros. - ¿Quieres otro trozo?- ¿Intentas sobornarme con dulces? - preguntó divertida, apoyando los brazos en la mesa y observándole.- Bueno, tal vez. ¿Y si te pidiera algo a cambio? - preguntó con aquella sonrisa traviesa. - ¿Bailar conmigo?La mujer rió al escucharle, viendo que le tendía la mano. Viv cogió la mano de Vittorio y se levantó, siendo guiada por él hacia la pista de baile, donde había algunas parejas.Le tocó suavemente la espalda,
Cuando los labios de Vittorio se movieron en un ardiente beso, Vivienne se sintió completamente envuelta por el momento. Sus manos recorrieron la espalda de él, sintiendo la fuerza y la pasión que emanaban de su tacto. Era como si todos sus sentidos estuvieran en sintonía, conectándolos de una forma que nunca antes había experimentado.El ascensor parecía suspendido en el tiempo, y se entregaron a aquel momento de pura intensidad. Vivienne ya no podía resistirse al deseo floreciente, a pesar del poco tiempo que llevaba conociendo a Vittorio. Todo parecía tan natural y correcto.Cuando por fin se separaron para recuperar el aliento, sus miradas se encontraron en mutua comprensión. Sin decir palabra, compartieron la misma sensación sobrecogedora que les unía en aquel momento.- Llévame a tu habitación. - le pidió Viv, rozando sus labios con los de él mientras él seguía abrazándola.La miró fijamente, con sus ojos color whisky clavados en los suyos, buscando en ellos cualquier atisbo de
Cuando estuvo satisfecho, Vittorio sonrió mientras levantaba la cara de entre sus piernas, reptando por el cuerpo de Vivienne mientras rozaba con sus labios húmedos su piel perfumada y ligeramente bronceada, llegando a sus pechos y chupándolos, prestándoles la debida atención, jugando con sus pezones hasta que estuvieron rojos y duros.Volvió a besarla, los sabores de ambos se mezclaron en el húmedo beso mientras acercaba su miembro al coño de Vivienne y la penetraba profundamente, haciendo que la rubia gritara de placer.La penetró con fuerza y ella se aferró a él, clavándole las uñas en la espalda. El hombre la folló con deseo, con el deseo que había sentido desde el primer momento en que la vio tumbada en la playa.Levantando una de sus piernas, la giró sobre la cama, poniéndola a cuatro patas y penetrándola de nuevo. Viv se arqueó hacia él, sintiendo cómo la llenaba por completo mientras la sujetaba por el cuello y la penetraba profundamente, arrancándole todos sus gemidos. Rodó s
Vivienne se despertó a la mañana siguiente con los rayos de sol que entraban por la ventana del paseo marítimo.Los mechones rubios se le echaron sobre la cara y sólo el trasero y los muslos quedaron cubiertos por la sábana, haciéndole ver que estaba desnuda. Poco a poco, recordó lo de anoche y una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios.Se dio la vuelta en la cama, pero no encontró a Vittorio a su lado. Pero sí encontró a su lado un enorme ramo de rosas rojas.La rubia no pudo evitar sonreír, arrastrándose entre las sábanas para oler las flores.Sin embargo, oyó el ruido de la ducha al abrirse, así como su teléfono móvil sonando insistentemente.- Hola. - dijo al contestar, sin mirar realmente a la persona que llamaba.- Dios mío, Viv. Llevo horas llamándote. - dijo Anna al otro lado de la línea. - ¿Dónde te habías metido?- ¿En qué me he metido? - preguntó Vivienne con incredulidad. - Anoche me dejaste sola en la cena, ¿recuerdas?Anna se calló, dándose cuenta de su error.-
En cuanto entró en la habitación, Anna la acribilló a preguntas mientras Viv iba al armario a buscar un bikini.- ¿Dónde estabais? ¿Y por qué dijo Marco que íbamos a dar un paseo en lancha rápida? - preguntó Anna con curiosidad, siguiéndola por la habitación.- Vittorio nos llamó para dar un paseo, eso es todo. - replicó Vivienne, tratando de disimular.- ¡Zorra! - Anna gritó de risa cuando Vivienne se quitó el vestido y vio las marcas del chupetón en su trasero. - ¡Te has acostado con él!Vivienne se encogió de hombros, cogió un bikini y se lo puso lentamente.- En realidad, dormir fue lo último que hicimos. - Se rió mientras Anna se abrochaba la parte de arriba del bikini.- Vivienne St James, ¡eres una zorra! - dijo, estallando en carcajadas. - ¿Estuvo bien?- Ha sido maravilloso, Anna. - respondió Viv, con los ojos azules brillantes. - Nunca en mi vida había pasado una velada tan intensa y placentera.- ¿Ni siquiera con Matthew? - preguntó Anna con curiosidad y Viv se echó a reír.
Los días con Vittorio fueron espectaculares. Vivienne no tuvo que hablar de su vida, de las expectativas de su familia respecto a su herencia e incluso consiguió olvidarse de Matthew y de lo que le esperaba cuando regresara a Nueva York.A veces, Viv se preguntaba cómo serían las cosas en Nueva York y, sobre todo, cómo sería su matrimonio si no hubiera descubierto la traición de Matthew.Viv estaba en Niza con Anna, Marco y Vittorio.Se habían alojado en un hotel frente al mar de la ciudad, y cada mañana Vittorio la despertaba con flores y la mimaba a diario.Esa noche la había invitado a cenar a un restaurante.Vittorio estaba en la ducha mientras Vivienne terminaba de arreglarse. Había elegido un conjunto de tweed rosa, compuesto por falda y americana, con un top blanco debajo.Llevaba el pelo suelto por los hombros y estaba terminando de maquillarse cuando, a su lado, empezó a sonar su teléfono con un número desconocido.- ¿Hola? - dijo Viv, terminando de pintarse los labios.- Viv
Vivienne se despierta sobresaltada, sintiendo el fuerte apretón del brazo de Vittorio alrededor de su cuerpo.Sorprendida, se llevó la mano a la boca para ocultar el sollozo de sorpresa. Conocía a Vittorio. Lo conocía desde que tenía seis años, cuando lo salvó.El corazón se te acelera en el pecho, intentando procesar todas las imágenes del sueño.Era un recuerdo que Viv no tenía desde hacía más de veinte años.Y ahora, veinte años después, estaba allí, tumbada en la misma cama con el chico al que había salvado.Inquieta, observó cómo Vittorio dormía mientras le rodeaba la cintura con los brazos y la atraía hacia sí. Viv volvió a tumbarse, intentando conciliar el sueño sin mucho éxito aquella noche, sobre todo cuando el mismo sueño se repetía una y otra vez en su mente.Cuando se despierta, Vittorio ya no está en la cama.Como de costumbre, le tienden un ramo de rosas rojas, esta vez con una nota.Principessa,Tuve que irme para arreglar unos asuntos con Marco. Volveré lo antes posibl