- Me gustaría que todos dieran un gran aplauso a la ponente de la clase de Derecho, Vivienne St James.
El decano de Harvard la llamó por su nombre y Viv se levantó, alisándose el pelo y caminando con sus tacones negros de Jimmy Choo con un lazo en la parte de atrás.
El vestido rojo de la oradora hacía juego con el carmín rojo de sus labios. Con despreocupación, subió al escenario y se dirigió al púlpito para comenzar su discurso.
- Señoras y señores, queridos profesores y compañeros de promoción, buenas tardes. - Viv empezó a hablar, atrayendo la atención de los presentes.
Inmediatamente sonrió, fijándose en sus padres, sus hermanas, su prometido y su querido abuelo en primera fila.
- Me gustaría empezar este discurso dando las gracias a la persona más importante presente hoy aquí, mi querido abuelo, Richard St James. Sin sus enseñanzas y su tenacidad desde que era una niña, hoy no me estaría graduando. - dijo sonriendo a su abuelo.
Viv continuó su discurso durante veinte minutos, notando algunas expresiones llorosas entre los alumnos y profesores que reconocía. En cuanto terminó su discurso, Viv cogió su sombrero de graduación.
- Clase de Harvard, ¡lo logramos!
Lanzó su sombrero al aire, seguida por los demás alumnos.
Minutos después, tras recibir su diploma de manos del director, se dirigió a su familia para celebrarlo. Matthew von Allsburg, su prometido, la recibió en un cariñoso abrazo mientras la levantaba del suelo y le besaba los labios.
- Felicidades, cariño. - le dijo, dejándola en el suelo y entregándole un ramo de rosas rojas.
- ¡Gracias, son preciosas!
Saludó a todos los miembros de la familia y se detuvo para hacerse fotos.
Durante el baile de graduación, Viv decidió bailar con su abuelo, en contra de los deseos de Matthew.
Richard St James se levantó de la silla y acompañó a su nieta a la pista de baile, guiándola poco a poco con su vestido azul que hacía juego con el color de sus ojos. Miró orgulloso a Vivienne, que sonrió mientras le acariciaba la mejilla.
- Deberías haber elegido a alguien más joven para bailar, Viv. - Richard comentó.
- No elegiría a nadie más que a ti, tenlo en cuenta. - Contestó ella, dejándose girar por él.
- Quiero darte algo. - Dijo, deteniendo el baile unos minutos mientras sacaba un joyero del bolsillo de su chaqueta.
Al abrirlo, Richard reveló un anillo de graduación de Harvard con un generoso rubí.
- Es mi antiguo anillo, lo hice remodelar para tu número.
Las lágrimas de Viv fueron inevitables cuando él le colocó el anillo en el dedo. Ella lo abrazó de inmediato, completamente abrumada.
- Gracias, abuelo. Significa mucho para mí. - susurró, pero su abuelo no respondió.
Richard se llevó la mano al pecho, gimiendo de dolor mientras su cuerpo perdía fuerza. Viv trató desesperadamente de sostenerlo, viendo cómo perdía el conocimiento mientras caía al suelo con ella tratando de sostenerlo. Los padres de Viv corrieron hacia ella, mientras los gritos de otras personas empezaban a resonar por el pasillo.
El padre de Viv comprobó los latidos del corazón de su padre, le abrió la camisa y comenzó el masaje cardíaco, pero ya era demasiado tarde.
Richard St James había sufrido un derrame cerebral masivo y ahora estaba muerto.
Unos días después.
El velatorio de Richard había sido fastuoso y había estado lleno de gente importante de la sociedad neoyorquina. La familia St James estaba inconsolable por la pérdida de su patriarca, pero nadie sintió su pérdida más que Vivienne. Había permanecido junto al féretro durante horas hasta que lo llevaron al mausoleo de la familia St James en Green-Wood.
Toda la familia estaba reunida en el despacho de la residencia St James, en el Upper East Side. Vivienne estaba inconsolable y Matthew la cogía de la mano mientras permanecía a su lado.
Cuando el notario entró en el despacho, el Sr. St James le indicó la mesa vacía del despacho para que pudiera empezar a leer el testamento de Richard.
- Bueno, creo que todos los del testamento están aquí. - Dijo mientras miraba a su alrededor. - Empecemos.
- Yo, Richard St James II, en pleno uso de mis facultades mentales, hago constar en este testamento todos mis deseos para después de mi muerte. - El notario comenzó a leer.
- A mi único hijo, Orpheus St James, le dejo las casas de los Hamptons y la residencia de Nueva York, la colección de coches y relojes, así como el veinte por ciento de las acciones de las empresas y diez mil millones.
El padre de Viv asintió. Había hecho su propia fortuna y no mencionaba ni ambicionaba hacerse cargo del negocio familiar.
- A mis nietas, Sierra y Ofelia, les dejo ciento treinta y dos millones a cada una, y podrán hacerse cargo de la herencia cuando cumplan dieciocho años.
Las hermanas pequeñas de Viv lloraron copiosamente y fueron abrazadas por su padre, que les acariciaba el pelo rubio.
- A mi querida Vivienne, le dejo una carta que le escribí y que me gustaría que leyeras antes de terminar de leer.
El notario sacó un pequeño sobre sellado con el escudo de la familia en cera de vela azul y se lo entregó a Viv cuando ésta se levantó a recogerlo sin entender muy bien qué estaba pasando.
Abrió el sobre, sacó la carta y dejó el sobre sobre la mesa. En cuanto empezó a leerla en silencio, la emoción se apoderó de su garganta y se le entrecortó la voz.
Principessa,
Desde que naciste, has sido la luz de mi vida. Mi gran orgullo, mi princesa de Nueva York.
Que Sierra y Ofelia no sientan celos, las quiero a las dos con todo mi corazón, pero mientras ellas jugaban juntas, eras tú quien hacía compañía a este viejo cansado con partidas de ajedrez y paseos por Central Park.
Cuando tus padres te dieron a luz, me alegraron la vida tras la muerte de tu abuela poniéndote el mismo nombre que ella. Y al mirarte, pude ver un poco de mi Vivienne en tus ojos azules y tu sonrisa enérgica.
Elegiste seguir los pasos de este anciano desde muy joven y trabajar y moldearte para que te hicieras cargo del negocio familiar fue mi mayor regalo, ya que pude pasar un poco más de tiempo a tu lado.
Por eso me gustaría pedirte que desde el momento en que leas esta carta sepas elegir cada uno de tus momentos y con quién debes pasarlos. La vida es demasiado corta para pasarla sola y yo tuve la suerte de tener a tu abuela, a mi querido hijo Orfeo, a tu madre, a ti y a tus hermanas. Quiero que elijas sabiamente con quién quieres pasar el resto de tu vida y que disfrutes cada día de ella.
Que cuando llegue a mi edad, mire atrás y vea que todo valió la pena.
Cuando me vaya, sé que será doloroso. Pero recuerda siempre los momentos que pasamos juntos y que, esté donde esté, estaré velando por ti y por nuestra familia.
Recuerda siempre cuánto te quiero.
Amor, el Rey.
Vivienne terminó de leer la carta entre lágrimas, apoyada por Matthew mientras el notario retomaba la lectura.
- Siguiendo adelante... - Llamó la atención. - A mi Vivienne le dejo el cincuenta y uno por ciento de las empresas para que se haga cargo de ellas, todas las obras de arte, las joyas, el resto de las propiedades y mi fortuna, valorada en setenta mil millones de dólares.
Toda la familia presente perdió el aliento cuando el notario pronunció aquellas palabras, entrando en completo estado de shock.
- Siempre y cuando te cases dentro de los dos años de mi muerte. O todos los bienes, los tuyos y los que queden para la familia, serán donados.
Cuando el notario terminó de hablar, Vivienne sintió toda la presión y las miradas caer sobre ella. Qué tenía en mente su abuelo cuando puso aquella cláusula?
Dos meses después, Vivienne y Matthew ya habían planeado la boda de sus sueños. Se anunciaba en todos los periódicos y páginas de cotilleos, mientras que los derechos de sucesión se habían congelado hasta el momento y la empresa familiar seguía en manos del actual director general, que al parecer estaba al tanto de todo y había asegurado a los St James que nada cambiaría.La cuestión es que Viv ya tenía un trabajo como asociada en la empresa desde su segundo curso en Harvard y Jonathan Mayfield era un hombre de confianza de su abuelo, que nunca haría nada que perjudicara a la empresa o a la familia.El acuerdo era que Viv asumiría el cargo de abogada del bufete tras regresar de su luna de miel con Matthew, al igual que él, que ya llevaba dos años como abogado del bufete.Después de redactar el acuerdo prenupcial, que dejó a Matthew molesto porque pensaba que la separación de bienes era absurda, ya que era tan rico como Viv, la organización de la boda iba según lo previsto.Iban a casa
Viv y Anna se instalaron en la misma habitación del hotel. La habitación había sido originalmente para el señor y la señora von Allsburg, pero como la boda se había ido al garete, las dos optaron por compartirla y disfrutar de su luna de miel. Llegaron por la mañana y Viv quería disfrutar del mar de Liguria, del sol y de todo lo que su familia había pagado por su luna de miel.Dejaron las maletas en la habitación, que tenía una hermosa vista del mar.- Dios mío, ¡me muero de hambre! - dijo Anna mirando a Viv, que ya estaba abriendo su maleta y sacando un diminuto bikini blanco.- Tomemos un café en la playa, así disfrutaremos del sol todo el día. - Contestó ella, y luego entró en el cuarto de baño.Tras cambiarse de ropa, los dos bajaron a la piscina y se dirigieron a la playa reservada al hotel, dejando las maletas sobre la mesa y tumbándose en una de las tumbonas.Anna pidió el desayuno para los dos y se lo sirvieron allí mismo, con todo lo que les correspondía.Viv se quedó pensati
Vittorio Gotti estaba en el acto, rodeado de gente importante y aburrido de las conversaciones vacías sobre negocios e inutilidad. Su mirada se clavó en Vivienne en cuanto entró en la sala junto a Anna. Fue como si el mundo entero se ralentizara y su presencia se convirtiera en el único punto focal de la multitud.Se quedó hipnotizado cuando vio entrar a Vivienne con aquel vestido rojo, derrochando sensualidad y belleza allá por donde pasaba. Sus ojos no podían apartar la vista de aquella figura exuberante y cautivadora que desfilaba con tanta seguridad. Su corazón se aceleró y sintió una conexión instantánea, como si el destino hubiera cruzado sus caminos en aquel momento.Marco notó el cambio en el semblante de Vittorio y esbozó una pequeña sonrisa maliciosa. Conocía muy bien a su amigo y sabía que aquella mirada significaba problemas, sobre todo cuando se trataba de mujeres tan bellas como aquella.- Parece que has encontrado algo interesante con lo que disfrutar, ¿verdad? - se bur
Anna y Marco ni siquiera se permitieron el lujo de cenar con ellos, ya que desaparecieron de la fiesta justo después de que Vivienne se sentara a la mesa con Vittorio. Sólo recibió un mensaje en su móvil diciendo que estaba bien y una foto de ella bebiendo con Marco.Viv movió la cabeza negativamente mientras se reía, terminando el último trozo de tarta de limón.- ¿Hay algún problema? - preguntó con curiosidad y llamó al camarero.Viv le enseñó la foto y Vittorio se echó a reír.- Creo que nos han abandonado. - Dijo mientras se encogía de hombros. - ¿Quieres otro trozo?- ¿Intentas sobornarme con dulces? - preguntó divertida, apoyando los brazos en la mesa y observándole.- Bueno, tal vez. ¿Y si te pidiera algo a cambio? - preguntó con aquella sonrisa traviesa. - ¿Bailar conmigo?La mujer rió al escucharle, viendo que le tendía la mano. Viv cogió la mano de Vittorio y se levantó, siendo guiada por él hacia la pista de baile, donde había algunas parejas.Le tocó suavemente la espalda,
Cuando los labios de Vittorio se movieron en un ardiente beso, Vivienne se sintió completamente envuelta por el momento. Sus manos recorrieron la espalda de él, sintiendo la fuerza y la pasión que emanaban de su tacto. Era como si todos sus sentidos estuvieran en sintonía, conectándolos de una forma que nunca antes había experimentado.El ascensor parecía suspendido en el tiempo, y se entregaron a aquel momento de pura intensidad. Vivienne ya no podía resistirse al deseo floreciente, a pesar del poco tiempo que llevaba conociendo a Vittorio. Todo parecía tan natural y correcto.Cuando por fin se separaron para recuperar el aliento, sus miradas se encontraron en mutua comprensión. Sin decir palabra, compartieron la misma sensación sobrecogedora que les unía en aquel momento.- Llévame a tu habitación. - le pidió Viv, rozando sus labios con los de él mientras él seguía abrazándola.La miró fijamente, con sus ojos color whisky clavados en los suyos, buscando en ellos cualquier atisbo de
Cuando estuvo satisfecho, Vittorio sonrió mientras levantaba la cara de entre sus piernas, reptando por el cuerpo de Vivienne mientras rozaba con sus labios húmedos su piel perfumada y ligeramente bronceada, llegando a sus pechos y chupándolos, prestándoles la debida atención, jugando con sus pezones hasta que estuvieron rojos y duros.Volvió a besarla, los sabores de ambos se mezclaron en el húmedo beso mientras acercaba su miembro al coño de Vivienne y la penetraba profundamente, haciendo que la rubia gritara de placer.La penetró con fuerza y ella se aferró a él, clavándole las uñas en la espalda. El hombre la folló con deseo, con el deseo que había sentido desde el primer momento en que la vio tumbada en la playa.Levantando una de sus piernas, la giró sobre la cama, poniéndola a cuatro patas y penetrándola de nuevo. Viv se arqueó hacia él, sintiendo cómo la llenaba por completo mientras la sujetaba por el cuello y la penetraba profundamente, arrancándole todos sus gemidos. Rodó s
Vivienne se despertó a la mañana siguiente con los rayos de sol que entraban por la ventana del paseo marítimo.Los mechones rubios se le echaron sobre la cara y sólo el trasero y los muslos quedaron cubiertos por la sábana, haciéndole ver que estaba desnuda. Poco a poco, recordó lo de anoche y una sonrisa de satisfacción apareció en sus labios.Se dio la vuelta en la cama, pero no encontró a Vittorio a su lado. Pero sí encontró a su lado un enorme ramo de rosas rojas.La rubia no pudo evitar sonreír, arrastrándose entre las sábanas para oler las flores.Sin embargo, oyó el ruido de la ducha al abrirse, así como su teléfono móvil sonando insistentemente.- Hola. - dijo al contestar, sin mirar realmente a la persona que llamaba.- Dios mío, Viv. Llevo horas llamándote. - dijo Anna al otro lado de la línea. - ¿Dónde te habías metido?- ¿En qué me he metido? - preguntó Vivienne con incredulidad. - Anoche me dejaste sola en la cena, ¿recuerdas?Anna se calló, dándose cuenta de su error.-
En cuanto entró en la habitación, Anna la acribilló a preguntas mientras Viv iba al armario a buscar un bikini.- ¿Dónde estabais? ¿Y por qué dijo Marco que íbamos a dar un paseo en lancha rápida? - preguntó Anna con curiosidad, siguiéndola por la habitación.- Vittorio nos llamó para dar un paseo, eso es todo. - replicó Vivienne, tratando de disimular.- ¡Zorra! - Anna gritó de risa cuando Vivienne se quitó el vestido y vio las marcas del chupetón en su trasero. - ¡Te has acostado con él!Vivienne se encogió de hombros, cogió un bikini y se lo puso lentamente.- En realidad, dormir fue lo último que hicimos. - Se rió mientras Anna se abrochaba la parte de arriba del bikini.- Vivienne St James, ¡eres una zorra! - dijo, estallando en carcajadas. - ¿Estuvo bien?- Ha sido maravilloso, Anna. - respondió Viv, con los ojos azules brillantes. - Nunca en mi vida había pasado una velada tan intensa y placentera.- ¿Ni siquiera con Matthew? - preguntó Anna con curiosidad y Viv se echó a reír.