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Un Italiano Escandaloso
Un Italiano Escandaloso
Por: Natalie Jones
Capítulo 01 — Una graduación, una muerte, un testamento.

- Me gustaría que todos dieran un gran aplauso a la ponente de la clase de Derecho, Vivienne St James.

El decano de Harvard la llamó por su nombre y Viv se levantó, alisándose el pelo y caminando con sus tacones negros de Jimmy Choo con un lazo en la parte de atrás.

El vestido rojo de la oradora hacía juego con el carmín rojo de sus labios. Con despreocupación, subió al escenario y se dirigió al púlpito para comenzar su discurso.

- Señoras y señores, queridos profesores y compañeros de promoción, buenas tardes. - Viv empezó a hablar, atrayendo la atención de los presentes.

Inmediatamente sonrió, fijándose en sus padres, sus hermanas, su prometido y su querido abuelo en primera fila.

- Me gustaría empezar este discurso dando las gracias a la persona más importante presente hoy aquí, mi querido abuelo, Richard St James. Sin sus enseñanzas y su tenacidad desde que era una niña, hoy no me estaría graduando. - dijo sonriendo a su abuelo.

Viv continuó su discurso durante veinte minutos, notando algunas expresiones llorosas entre los alumnos y profesores que reconocía. En cuanto terminó su discurso, Viv cogió su sombrero de graduación.

- Clase de Harvard, ¡lo logramos!

Lanzó su sombrero al aire, seguida por los demás alumnos.

Minutos después, tras recibir su diploma de manos del director, se dirigió a su familia para celebrarlo. Matthew von Allsburg, su prometido, la recibió en un cariñoso abrazo mientras la levantaba del suelo y le besaba los labios.

- Felicidades, cariño. - le dijo, dejándola en el suelo y entregándole un ramo de rosas rojas.

- ¡Gracias, son preciosas!

Saludó a todos los miembros de la familia y se detuvo para hacerse fotos.

Durante el baile de graduación, Viv decidió bailar con su abuelo, en contra de los deseos de Matthew.

Richard St James se levantó de la silla y acompañó a su nieta a la pista de baile, guiándola poco a poco con su vestido azul que hacía juego con el color de sus ojos. Miró orgulloso a Vivienne, que sonrió mientras le acariciaba la mejilla.

- Deberías haber elegido a alguien más joven para bailar, Viv. - Richard comentó.

- No elegiría a nadie más que a ti, tenlo en cuenta. - Contestó ella, dejándose girar por él.

- Quiero darte algo. - Dijo, deteniendo el baile unos minutos mientras sacaba un joyero del bolsillo de su chaqueta.

Al abrirlo, Richard reveló un anillo de graduación de Harvard con un generoso rubí.

- Es mi antiguo anillo, lo hice remodelar para tu número.

Las lágrimas de Viv fueron inevitables cuando él le colocó el anillo en el dedo. Ella lo abrazó de inmediato, completamente abrumada.

- Gracias, abuelo. Significa mucho para mí. - susurró, pero su abuelo no respondió.

Richard se llevó la mano al pecho, gimiendo de dolor mientras su cuerpo perdía fuerza. Viv trató desesperadamente de sostenerlo, viendo cómo perdía el conocimiento mientras caía al suelo con ella tratando de sostenerlo. Los padres de Viv corrieron hacia ella, mientras los gritos de otras personas empezaban a resonar por el pasillo.

El padre de Viv comprobó los latidos del corazón de su padre, le abrió la camisa y comenzó el masaje cardíaco, pero ya era demasiado tarde.

Richard St James había sufrido un derrame cerebral masivo y ahora estaba muerto.

Unos días después.

El velatorio de Richard había sido fastuoso y había estado lleno de gente importante de la sociedad neoyorquina. La familia St James estaba inconsolable por la pérdida de su patriarca, pero nadie sintió su pérdida más que Vivienne. Había permanecido junto al féretro durante horas hasta que lo llevaron al mausoleo de la familia St James en Green-Wood. 

Toda la familia estaba reunida en el despacho de la residencia St James, en el Upper East Side. Vivienne estaba inconsolable y Matthew la cogía de la mano mientras permanecía a su lado.

Cuando el notario entró en el despacho, el Sr. St James le indicó la mesa vacía del despacho para que pudiera empezar a leer el testamento de Richard.

- Bueno, creo que todos los del testamento están aquí. - Dijo mientras miraba a su alrededor. - Empecemos.

- Yo, Richard St James II, en pleno uso de mis facultades mentales, hago constar en este testamento todos mis deseos para después de mi muerte. - El notario comenzó a leer.

- A mi único hijo, Orpheus St James, le dejo las casas de los Hamptons y la residencia de Nueva York, la colección de coches y relojes, así como el veinte por ciento de las acciones de las empresas y diez mil millones.

El padre de Viv asintió. Había hecho su propia fortuna y no mencionaba ni ambicionaba hacerse cargo del negocio familiar.

- A mis nietas, Sierra y Ofelia, les dejo ciento treinta y dos millones a cada una, y podrán hacerse cargo de la herencia cuando cumplan dieciocho años.

Las hermanas pequeñas de Viv lloraron copiosamente y fueron abrazadas por su padre, que les acariciaba el pelo rubio.

- A mi querida Vivienne, le dejo una carta que le escribí y que me gustaría que leyeras antes de terminar de leer.

El notario sacó un pequeño sobre sellado con el escudo de la familia en cera de vela azul y se lo entregó a Viv cuando ésta se levantó a recogerlo sin entender muy bien qué estaba pasando.

Abrió el sobre, sacó la carta y dejó el sobre sobre la mesa. En cuanto empezó a leerla en silencio, la emoción se apoderó de su garganta y se le entrecortó la voz.

Principessa,

Desde que naciste, has sido la luz de mi vida. Mi gran orgullo, mi princesa de Nueva York.

Que Sierra y Ofelia no sientan celos, las quiero a las dos con todo mi corazón, pero mientras ellas jugaban juntas, eras tú quien hacía compañía a este viejo cansado con partidas de ajedrez y paseos por Central Park.

Cuando tus padres te dieron a luz, me alegraron la vida tras la muerte de tu abuela poniéndote el mismo nombre que ella. Y al mirarte, pude ver un poco de mi Vivienne en tus ojos azules y tu sonrisa enérgica.

Elegiste seguir los pasos de este anciano desde muy joven y trabajar y moldearte para que te hicieras cargo del negocio familiar fue mi mayor regalo, ya que pude pasar un poco más de tiempo a tu lado.

Por eso me gustaría pedirte que desde el momento en que leas esta carta sepas elegir cada uno de tus momentos y con quién debes pasarlos. La vida es demasiado corta para pasarla sola y yo tuve la suerte de tener a tu abuela, a mi querido hijo Orfeo, a tu madre, a ti y a tus hermanas. Quiero que elijas sabiamente con quién quieres pasar el resto de tu vida y que disfrutes cada día de ella.

Que cuando llegue a mi edad, mire atrás y vea que todo valió la pena.

Cuando me vaya, sé que será doloroso. Pero recuerda siempre los momentos que pasamos juntos y que, esté donde esté, estaré velando por ti y por nuestra familia.

Recuerda siempre cuánto te quiero.

Amor, el Rey.

Vivienne terminó de leer la carta entre lágrimas, apoyada por Matthew mientras el notario retomaba la lectura.

- Siguiendo adelante... - Llamó la atención. - A mi Vivienne le dejo el cincuenta y uno por ciento de las empresas para que se haga cargo de ellas, todas las obras de arte, las joyas, el resto de las propiedades y mi fortuna, valorada en setenta mil millones de dólares.

Toda la familia presente perdió el aliento cuando el notario pronunció aquellas palabras, entrando en completo estado de shock.

- Siempre y cuando te cases dentro de los dos años de mi muerte. O todos los bienes, los tuyos y los que queden para la familia, serán donados.

Cuando el notario terminó de hablar, Vivienne sintió toda la presión y las miradas caer sobre ella. Qué tenía en mente su abuelo cuando puso aquella cláusula?

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