Los latidos de su corazón ya no los escuchaba en su cabeza, la voz de la doctora perdió fuerza y cada sonido que antes podía percibir ya no era escuchado. El silencio y la calma tomaron lugar en ella.

Sus ojos no se apartaban de la pantalla, ya no estaba sola, un pequeño ser se estaba creando en su vientre y hasta ahora puede ser consiente de la verdad. Estaba embarazada, ella espera el hijo del hombre con el que inició una relación falsa.

¿Acaso eso estaba bien? ¿Será ella capaz de ser una buena madre? ¿Podría ella con lo que estaba pasando? ¿Por qué sentía la necesidad de tener a Vik a su lado? ¿Por qué ya no le parecía importante el hecho de que estaba sensible por el embarazado? ¿Por qué ya no siente que sus sentimientos eran meramente por tener las hormonas enloquecidas? Los cuestionamientos no dejaron de llegar hasta que rompió en llanto.

―¿Está bien? ―La doctora se asombró al verla llorar como una niña, si la había notado muy callada, pero jamás pensó que iniciaría a llorar de