Capítulo 84
El hombre de las gafas comenzó otra vez el diagnóstico. Sin embargo, el errático pulso de Salvador lo dejó con los ojos temblorosos. Por un momento, se encontró paralizado, sin saber qué hacer.

—Parece que la situación es crítica... —comentó el hombre de las gafas, con una expresión preocupada—. El paciente está débil y padece varias enfermedades, invadido por un frío tóxico que es difícil de erradicar. Tal vez sea mejor que comiencen los preparativos para el funeral.

—¡¿Qué?!

Al escuchar esto, todos se quedaron atónitos. ¿Toda esta evaluación para concluir que debían preparar un funeral?

—¡Doctor Jordi! Por favor, salve a mi abuelo. ¡Pagaré cualquier precio! —Leticia se llenó de pánico al instante.

—Yo...

Antes de que el hombre de las gafas pudiera continuar, la puerta se abrió de una patada. Pedro entró con una expresión sombría. Sin decir una palabra, sacó una aguja de plata y la insertó con rapidez en el pecho de Salvador. La aguja comenzó a vibrar y a girar frenéticamente. Hilos
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