Capítulo 356
La coordinación entre los siete era impecable; sus ataques y defensas se complementaban sin dejar ningún punto débil.

En un instante, al mover la formación, la energía de las espadas se desataba con furia, el viento soplaba con gran potencia y piedras y arena volaban en el aire.

—Esto se está poniendo interesante.

Pedro alzó una ceja y su cuerpo comenzó a centellear.

Se movía como un pez en el agua, esquivando continuamente la red de espadas que caía sobre él.

Aunque parecía peligroso, siempre lograba evitar los ataques en el último momento.

Las corrientes letales de energía de las espadas pasaban rozando su cuerpo, pero no lograban hacerle ningún daño.

—¡Mátenlo, mátenlo ya!

Los hermanos Diego y Emilio apretaban los puños, visiblemente emocionados.

Si Pedro se encontraba en peligro, gritaban de emoción.

Pero cuando veían que lograba escapar, la frustración los hacía rechinar los dientes.

—Calma, el poder de nuestra formación "Estrella del Norte" aumenta conforme al del enemigo. Una ve
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