Capítulo 355
—¡Muere!

Al ver que Adolfo dejaba una abertura, Orlin aprovechó la oportunidad para desatar un furioso ataque con su espada.

En ese crucial instante, un "aguja de plata" salió disparado, cruzando la multitud y golpeando la espada de Orlin.

Con un suave sonido de chasquido, la espada se rompió.

—¿Quién? ¿Quién diablos hizo esto?

Orlin retrocedió inmediatamente, su rostro lleno de cautela.

El hecho de que alguien pudiera romper su espada con una simple aguja demostraba un dominio profundo de la energía interna.

—Ya es suficiente con la ventaja numérica, ¿y ahora recurren a ataques furtivos? ¿Todos los de Puerta de Basalto son tan despreciables?

Una voz fría sonó desde atrás.

Al voltear, vieron a un hombre extraordinariamente apuesto saliendo de las sombras, situado con arrogancia bajo una lámpara de la calle.

Era Pedro, quien acababa de llegar.

—¡Dionisio! Ese joven es el asesino de Dámaso, ¡Pedro!

Al ver quién había llegado, Martín inmediatamente lanzó una advertencia.

—¡Maten, ma
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