Capítulo 267
Estrella encogió los hombros y se sentó junto a la mesa, acercando el tazón de fideos hacia ella. Con una sonrisa agradecida, exclamó:

—¡Gracias por el desayuno que me has preparado, esposo! Eres muy considerado.

—Estás equivocada, estos fideos son míos —Leticia recuperó el tazón—. Llevo tres años disfrutando de la cocina de Pedro, y él sabe que los fideos son mi platillo favorito.

—Señorita Leticia, no te hagas ilusiones. Lo que quedó en el pasado, allí se queda. Ahora, este tazón de fideos me pertenece.

Estrella, sin titubear, retomó el tazón.

—Srta. Estrella, robar el amor de otro no es un buen hábito. Este sabor me gusta y solo me conviene a mí.

—¿Quién dijo que no me gustan los fideos? ¡Si los hace Pedro, me encantan!

—¡Hmph! Que te gusten no significa que te queden bien.

—Si son apropiados o no, yo tengo la última palabra.

Las dos mujeres comenzaron a chocar como espadas en duelo.

El tazón de fideos fue objeto de un tire y afloje entre ellas, ninguna dispuesta a ceder.

Parecía c
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